El espacio, esa frontera infinita que separa la Tierra del resto del universo, es un amplio escenario que alberga diversos cuerpos celestes. Muchos de ellos cuentan con trayectorias que cambian de momento a momento, por lo cual es esencial monitorearlos para anticipar y mitigar posibles amenazas.
En diciembre del año pasado, el descubrimiento del asteroide 2024 YR4, ha generado preocupación como oportunidades para la ciencia. En principio, su trayectoria despertó inquietud al estimarse una probabilidad del 3,1% de colisionar con la Tierra en diciembre de 2032.
Sin embargo, observaciones más recientes, especialmente las realizadas con el telescopio espacial James Webb, han descartado prácticamente esta posibilidad y sugieren que existe alrededor de un 2% de probabilidades de que 2024 YR4 impacte en la Luna.
Cuáles son las posibles consecuencias de un impacto lunar
Un impacto del asteroide 2024 YR4 en la Luna podría tener efectos espectaculares en su superficie. Según las estimaciones, liberaría una energía equivalente a 340 bombas de Hiroshima, formando un cráter de aproximadamente dos kilómetros de diámetro.
Aunque la Luna ha sufrido numerosos impactos en el pasado, este sería uno de los más importantes registrados en la era moderna, alterando significativamente su geografía y dejando una huella visible durante siglos.
El polvo y el material eyectado por el choque podrían incluso ser visibles desde la Tierra mediante telescopios de alta potencia. Algunos expertos no descartan que el impacto genere pequeños fragmentos que se desplacen hacia el espacio cercano a la Tierra, aunque la probabilidad de que supongan una amenaza es mínima.
Aun así, el evento marcaría un antes y un después en el estudio de los cuerpos celestes cercanos y la interacción de estos con nuestro entorno astronómico.
Cuáles serían los efectos de este impacto en la Tierra
Aunque el impacto lunar no tendría consecuencias catastróficas directas para nuestro planeta, los científicos no pierden de vista los efectos indirectos que esta colisión podría tener.
Una de las principales preocupaciones es el posible desprendimiento de partículas que, aunque no peligrosas, podrían modificar mínimamente el entorno orbital lunar, afectando futuras misiones espaciales o sistemas de navegación satelital altamente precisos.
Por otro lado, el choque abriría una ventana única para la investigación. Observar un impacto de este tipo en tiempo real permitiría a los astrónomos recoger datos valiosos sobre la composición lunar, la dinámica de colisiones espaciales y la evolución de la geología en cuerpos sin atmósfera.
Esta experiencia directa podría mejorar significativamente los protocolos de defensa planetaria y aportar información clave para las futuras misiones tripuladas a la Luna, las cuales se espera tengan lugar en un futuro muy cercano.