

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, con una superficie aproximada de 2 metros cuadrados y un peso de alrededor de 5 kg. Además de funcionar como barrera protectora entre el interior del organismo y el exterior, la piel desempeña un papel clave en la regulación de la temperatura y la percepción sensorial.
En nuestra cultura actual, mantener la piel limpia resulta una prioridad. Esta práctica se ve fomentada por los productos de belleza y el cuidado personal. Sin embargo, en el último tiempo, uno de los debates más populares ha sido la cantidad de veces que es necesario ducharse por semana.
James Hamblin, médico especializado en salud pública y profesor en Yale, cuestionó la necesidad real de ducharse tan habitualmente. Para explorar estas preguntas, el especialista redujo drásticamente su rutina de higiene y dejó ese proceso documentado en su libro "Clean, The New Science of Skin", publicado en 2020. En una entrevista con CNN, el especialista profundizó en su método de investigación y los resultados obtenidos.

¿Por qué ducharse podría ser dañino para la salud?
En su experiencia, Hamblin no pasó cinco años bañarse, pero fue muy minimalista y evitó la utilización de ciertos productos estéticos. Su investigación reveló que muchos productos de higiene personal no cumplen una función estrictamente sanitaria, sino que su uso responde a factores psicológicos, sociales y comerciales.
Según James Hamblin, hoy en día las duchas van más allá de la necesidad de eliminar la suciedad y bacterias que promueven la aparición de enfermedades infecciosas, sino que se trata de una cuestión mayormente cultural. El médico advierte que la mayoría de productos de cuidado personal están diseñados para proporcionar sensaciones superficiales, pero no tienen beneficios reales sobre la salud.
El médico marcó una diferencia entre higiene y limpieza. La higiene tiene un propósito médico al evitar la propagación de enfermedades infecciosas, mientras que la limpieza diaria con productos de higiene personal como jabones y cremas responde a un acto más ritualista y estético.

¿Por qué no debes bañarte todos los días?
James Hamblin explica que, en los últimos años, la ciencia ha comenzado a comprender mejor la piel y su microbioma, una comunidad diversa de microorganismos que coexisten en el cuerpo humano. Al igual que el intestino, estas bacterias y hongos desempeñan un papel crucial en la protección contra patógenos y la regulación de la inflamación.
El uso excesivo de jabones y detergentes puede alterar el equilibrio natural y perjudicar la salud. "Cuando nos duchamos con agua caliente y aplicamos jabón, no solo eliminamos la suciedad, sino que también alteramos el ecosistema microbiano de la piel", explica Hamblin. Esta perturbación, por ejemplo, puede contribuir a problemas como el eczema y el acné.

De esta manera, el médico advierte que no es necesario un baño diario, siempre y cuando se mantengan prácticas de higiene necesarias para evitar las enfermedades infecciosas. "En un contexto social, todavía es común escuchar comentarios despectivos hacia quienes no se ajustan al estándar de baño establecido", sentenció Hamblin.
La pandemia y el COVID-19 trajeron consigo un aumento en la frecuencia del lavado de manos y el uso de desinfectantes. "Durante este tiempo, la prioridad era eliminar gérmenes a toda costa, lo que hizo que se perdiera el interés en la conservación del microbioma de la piel", señala Hamblin. Ahora que la emergencia ha pasado, la atención vuelve a centrarse en encontrar un equilibrio entre la higiene y la salud de la piel.
Recomendaciones del experto para mejorar las duchas
Para adoptar un enfoque más natural y reducir la dependencia de productos de higiene, Hamblin sugiere distintos consejos a seguir. Algunas recomendaciones son:
- Diferenciar entre higiene y limpieza: lavarse las manos todos los días y tomar medidas preventivas contra enfermedades infecciosas es fundamental, pero ducharse a diario con jabón en todo el cuerpo no lo es.
- Prestar atención a la piel: si se sufre de alguna irritación o sequedad de la piel, podría ser beneficioso reducir la frecuencia de los lavados o cambiar los productos de higiene.
- Adoptar un enfoque gradual: No es conveniente eliminar el baño de un día para otro, sino que se debe experimentar con pequeños cambios para observar cómo responde la piel.














