

La historia de la tecnología y la ciencia cuenta con piezas que desafían la imaginación. En 2023, un objeto medieval que permaneció ignorado durante décadas en un museo italiano cobró relevancia cuando una investigadora británica descubrió su uso en tiempos medievales.
Se trata de un astrolabio islámico fechado en el siglo XI, el cual funcionaba como un “smartphone medieval” que permitía el comercio entre árabes y hebreos. El hallazgo ofrece una visión sobre la capacidad de adaptación, reutilización y diálogo intelectual entre diferentes civilizaciones.

Un descubrimiento casual en una galería de Verona
La protagonista de este hallazgo es la historiadora Dra. Federica Gigante, de la Universidad de Cambridge, quien en 2023 localizó el objeto mientras navegaba por las imágenes digitales del Museo Miniscalchi-Erizzo de Verona. Al observar la fotografía de lo que parecía un astrolabio, Gigante se dio cuenta de que había algo inusual.
En la publicación de la casa de estudios británica donde se anunció el descubrimiento, la investigadora indicó que “no tenía información sobre el objeto, pero supe de inmediato lo que era”.
La pieza resultó ser un astrolabio islámico de latón, elaborado en Al-Ándalus o el norte de África en el siglo XI, y más tarde adaptado por comunidades judías, como evidencian las inscripciones en hebreo grabadas posteriormente.
Este tipo de instrumento permitía a astrónomos, viajeros y estudiosos calcular la posición de los astros, orientarse geográficamente y organizar actividades cotidianas como las oraciones. Su uso, además, trascendía religiones y regiones.
Por qué se lo compara con un smartphone
El astrolabio no solo cumplía múltiples funciones en una sola estructura portátil. También era un dispositivo personalizado, adaptado a diferentes contextos. Gigante lo explica así: “Las placas fueron reemplazadas, reutilizadas y recicladas a lo largo de los siglos, algo así como actualizar el software de un teléfono”.
Este aparato contenía placas intercambiables con datos sobre la latitud de ciudades concretas, algo crucial para el cálculo astronómico. Además, las inscripciones en hebreo demuestran que su funcionalidad fue ampliada por usuarios judíos tras el paso inicial de propietarios musulmanes. Estas adaptaciones permitían seguir utilizando el instrumento, incluso fuera de su región original.
La analogía con el smartphone se basa precisamente en esta combinación de funciones y personalización. No se trataba de un objeto estático, sino de una herramienta que evolucionaba con las necesidades del usuario. De ahí el apodo informal que algunos medios le han atribuido: el “smartphone medieval”.
Una pieza olvidada que reescribe parte de la historia
El objeto pasó inadvertido durante décadas en las vitrinas del museo de Verona, sin que su valor fuese reconocido. Fue el conocimiento especializado de la Dra. Gigante lo que permitió identificarlo y contextualizarlo. La investigadora considera que “su estudio es un ejemplo de cómo los objetos viajan y evolucionan, y cómo distintas culturas comparten conocimiento a lo largo del tiempo”.
El análisis completo ha sido publicado en la revista académica Nuncius, especializada en historia de la ciencia. Allí se detallan tanto los aspectos técnicos del instrumento como su valor cultural, resultado de una fusión entre mundos musulmán y judío.

El astrolabio veronés no es solo una reliquia científica. Es también un testimonio físico de un tiempo en el que la ciencia era compartida y adaptada sin barreras religiosas. En palabras de Gigante, “estos objetos no tenían pasaporte, cruzaban culturas con facilidad”. Su redescubrimiento es un recordatorio de que la historia puede guardarse, literalmente, en una vitrina sin nombre, esperando a que alguien la lea.














