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Ubicado en el corazón de Francia, Orleans ha visto cómo muchas de sus tiendas han bajado sus persianas definitivamente. Locales vacíos, en alquiler y persianas cerradas allí donde antes se escuchaba el bullicio del comercio diario. Los vecinos lamentan una pérdida que va más allá de lo económico: el debilitamiento del comercio de proximidad y la desaparición de negocios con historia.

El imparable avance de las compras en línea han transformado los hábitos de consumo. Hoy, muchos prefieren llenar el carrito en las afueras o desde el sofá, con un simple clic. La pandemia, lejos de ser solo una crisis sanitaria, supuso el golpe definitivo para numerosas tiendas que ya luchaban por sobrevivir en un mercado cada vez más competitivo.

Las tiendas de ropa, las más afectadas

"Antes solía comprar en Pimkie. Tenían camisetas pequeñas y apañadas. Ahora ya no sabemos a qué tienda acudir...", cuenta Christel. Marie-France, otra clienta habitual, coincide, afirmando que "antes iba una vez al mes a Camaïeu, Etam... Ahora sólo compro dos veces al año, casi siempre en dos tiendas independientes cerca de casa. Son más caras, pero compro menos". Para muchas personas, los puntos de referencia han desaparecido.

El mapa comercial de Orleans ha cambiado por completo. El local que antes ocupaba Pimkie ahora alberga un Paradis du fruit, mientras que la boutique de lencería Tenezis tomó el relevo de Camaïeu, desaparecida tras su liquidación en 2022. Brice permanece, pero en una situación delicada, y otras marcas emblemáticas del textil como Cop.Copine, André, Z, Du pareil au même o San Marina han bajado la persiana.

En este contexto, los vecinos se ven obligados, en muchos casos, a recurrir a opciones más costosas o alejadas, mientras la ciudad pierde parte del carácter y la vitalidad que estos comercios aportaban a la vida urbana.