Apenas comenzó la cadena nacional, la décima sexta del año, Cristina Fernández de Kirchner recordó el Cabildo Abierto del 22 de agosto de 1951. La hija de José Espejo, el secretario general de la CGT que quería a Eva Perón de candidata a Vicepresidenta, escuchó emocionada la cita histórica presidencial. Más tarde, la mandataria retomó la negativa que marcó a fuego al justicialismo. "Todos los funcionarios renunciamos a los subsidios. Se puede renunciar... y si no pregúntale a Evita si no se puede renunciar también", sentenció mirando a Axel Kicillof, pero como si el interrogante tuviera otros destinatarios.

Horas después del acto en la Casa Rosada, el oficialismo tuvo ayer sus dos primeros renunciamientos "históricos": el gobernador entrerriano Sergio Urribarri declinó sus aspiraciones presidenciales, formalizadas en febrero del año pasado; y el director de la Anses, Diego Bossio, bajó su precandidatura a gobernador bonaerense, lanzada el pasado marzo. Ambos adujeron haber escuchado el pedido de la Jefa de Estado de tener "un baño de humildad" que presagió una autolimpieza de la superpoblada oferta pre-electoral K.

Con la salida de Urribarri del tablero nacional, quedan así en la pelea su par bonaerense Daniel Scioli y el ministro de Transporte e Interior, Florencio Randazzo; el duelo ya pronosticado en Balcarce 50. También, pero con menos chances de resistir el reclamo presidencial, subsisten el titular de Defensa, Agustín Rossi, y el ex canciller Jorge Taiana. Ninguno de los dos se dio por aludido aún. El santafecino, con poco respaldo de La Cámpora, presentó días atrás sus metas de Gobierno 2015-2019. El referente del Movimiento Evita, el único sostén que lo mantiene en carrera, llevó su campaña lejos, a Qatar, a un foro contra los fondos buitre.

Luego del acto presidencial, al que junto a otros 16 gobernadores había sido invitado para firmar la prórroga de desendeudamiento, Urribarri le adelantó su decisión a Cristina. "Seguiré junto a ustedes desde el lugar en que nos ubique el consenso", escribió en su carta de renuncia. No tiene plan B definido, a diferencia de los ex presidenciables que ya quedaron en el camino: Jorge Capitanich quiere ser intendente de Resistencia; y Aníbal Fernández y Julián Domínguez devaluaron sus aspiraciones para competir en provincia. "No podemos bajarnos de nuevo", desestiman un futuro urribarrista cerca de uno de ellos.

El gesto entrerriano, por ser el primero, podría tener su recompensa. Preparando el terreno, el fin de semana admitió que no le disgustaría ser vice de Scioli o de Randazzo, presagiando la imposición presidencial de un Yin y Yang para disputar la herencia. "Cristina está pagando bien últimamente", evaluaron en un despacho que recuerda muy bien los tiempos de un kirchnerismo más tacaño.

Si bien repartía encuestas que lo mostraban bien posicionado, la inesperada caída de Bossio (que ya se mostraba con Sergio Berni como posible vice) reordena lo mínimo el vasto panorama bonaerense cuya fragmentación impide que alguno sobresalga del pelotón. Quedan todavía 11 precandidatos, desde Domínguez, Aníbal F., Fernando Espinoza, Patricio Mussi, Fernando "Chino" Navarro; hasta el sciolista Santiago Montoya (tiene todos los números para ser el próximo Gustavo Marangoni) y Martín Insaurralde, vedado K aún tras costearle su actual conocimiento en 2013.

"Nadie me llamó", repetía ayer la mayoría de ellos, aunque igual temían que sonara el teléfono. "Si sobrevivo mañana o pasado es porque quedé", evaluó uno muy confiado en superar el casting. No es el único que imagina unas próximas 48 horas clave para una depuración a mansalva antes del más quirúrgico bisturí presidencial el 22J, día del cierre de listas.