Mauricio Macri sabe que tiene una carta valiosa en Juntos por el Cambio. Si se presenta como candidato a la Presidencia en las PASO de su coalición, lo más probable es que gane. Su problema son las elecciones generales, la dificultad por sumar electorado fuera del núcleo duro de JxC. Porque aunque su imagen fue mejorando de a poco a medida que decrece la del Gobierno, todavía tiene altos porcentajes negativos que, en condiciones normales, le impedirían volver a la Casa Rosada. Pero nada es normal en la Argentina hoy. La derechización de la agenda se hace cada vez más evidente y las propuestas libertarias -sobre todo los enojos de sus candidatos- se van consolidando como un nuevo estilo en política que, a la par, asusta a muchos. Quizás el primero que se dio cuenta de la importancia electoral de Macri es Javier Milei, que un día dejó de criticarlo para -incluso- elogiarlo. Hasta se habla de la posibilidad de que José Luis Espert se sume en la provincia de Buenos Aires con el PRO. Con sorpresa, muchos radicales y hasta Lilita Carrió verifican que cada vez que critican a Macri pierden respaldo en el electorado. Hace dos semanas, El Cronista publicó que Mauricio Macri había confesado por primera vez ante Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich (los dos presidenciables del PRO) que no descartaba ser candidato a presidente. En su entorno lo negaron en forma enfática, pero la información estaba chequeada. Macri lo había comentado en un contexto de discusión entre el Jefe de Gobierno porteño y la presidenta del PRO por las reglas para decidir la candidatura presidencial del partido, donde el ex presidente quiso mediar. "Yo también soy candidato" dijo como al pasar, aunque nadie en la mesa (también estaban María Eugenia Vidal y Federico Pinedo) fue indiferente a esas palabras. Hasta parecía que había convocado a esa inusual comida en Happening para blanquear sus intenciones. Es que había vuelto el día anterior de Miami, donde había almorzado con Donald Trump, quien le anticipó que sería candidato a presidente. A pesar de las desmentidas, las versiones de que su verdadera intención era candidatearse continuaron. Empresarios de vieja relación con él comentaron que habían recibido la visita de ex funcionarios de Cambiemos para solicitarles aportes a su campaña presidencial. El periodista Carlos Pagni, en su programa Odisea Argentina, informó algo más. Que en una de esas visitas se comentó que Macri transmitió a su propia familia durante el descanso de Semana Santa en Cumelén que esa posibilidad, ser candidato a presidente, estaba abierta. Volver no es para cualquiera en la Argentina. Cristina Fernández de Kirchner lo hizo, pero como candidata a vicepresidente, una opción que no está en el análisis de Macri por la elemental razón de que no tiene vocación parlamentaria. ¿Entonces? Macri no está en condiciones de tomar ninguna decisión al respecto. Y hasta es imaginable que disfrute la novela que se hace alrededor de su posible candidatura, condicionando los planes de Larreta y Bullrich, pero también de los radicales. Mientras se entretiene y se transforma, escuchando intendentes, legisladores provinciales, jóvenes y militantes de su espacio con los que nunca había se había reunido, piensa qué hacer y cómo. Le gustaría volver, pero no está seguro de que tenga los votos ni de que encuentre una estrategia para asegurarse el camino. Todo, en definitiva, tiene un contexto. La verdad es que ni él ni nadie puede saber qué pasará en la Argentina en los próximos meses. Acostumbrado como está a planificar y seguir a rajatabla sus planes, lo más lógico es que empiece a organizarse hacia un rumbo -la vuelta a la presidencia- aunque tal vez nunca termine de lanzarse. O sí.