Poner en marcha una negociación con el CIADI para hacerle frente a las demandas de las empresas que le hicieron juicio a la Argentina. Cerrar un acuerdo crediticio de tres años con el Banco Mundial para financiar el acceso a infraestructura de salud y educación a los argentinos más pobres. Corregir con ayuda del Fondo Monetario el modo de medir la inflación de manera transparente. Las tres son iniciativas que el Gobierno promete ahora para contrarrestar la fuga de dólares y el cepo que aceleró el estancamiento económico.
¿Se abandonaron las convicciones kirchneristas en la puerta de la Casa Rosada? ¿Significa un acta de rendición con los gurúes malditos del liberalismo económico? ¿Quedamos condenados a un ajuste con recesión y estallidos sociales? Evidentemente, todas estas plagas bíblicas que Cristina y sus colaboradores profetizaban para evitar tomar medidas racionales van quedando sepultadas por la necesidad de oxigenar un modelo económico desinflado.
Lamentablemente, pudo más la liturgia ideológica que la sensatez y la previsión. Ojalá que esta racionalidad a destiempo que ensaya el kirchnerismo sirva al menos para lograr un tránsito menos dramático de los dos largos años que aún tenemos por delante.