Con récord de contagios en CABA y casi10 mil casos diarios de COVID-19 en todo el país, la segunda ola de la pandemia comienza a azotar a la Argentina y desde la Casa Rosada ya analizan nuevas medidas de restricción para contenerla. En este panorama, el reconocido economista Martín Tetaz dedicó su newsletter semanal al impacto económico de posibles nuevas imposiciones, ¿Cuáles serían los costos de volver a cerrar?

Tetaz comienza su primera columna de abril explicando brevemente el modelo "de combate" para el COVID-19 planteado por el científico Tomás Pueyo, el cual, "minimizaba el impacto en la economía, evitando el desborde del sistema de salud". Este plan se enfoca en cuarentenas estrictas, pero de corta duración, denominadas "martillo", seguidas de períodos de apertura programa, "danza".

Durante las aperturas, se priorizarían las actividades de alto impacto económico y bajo riesgo sanitario, tales como la minería a cielo abierto, la agricultura, la construcción al aire libre, el futbol y otros espectáculos sin público. Así, tal como explica Tetaz, "los negocios con menor volumen comercial, menor efecto multiplicador sobre la economía y mayor riesgo de contagio, serían los últimos".

Teniendo en cuenta esto, el especialista considera que, si el gobierno hubiese empleado ese criterio y compartido con la población el sistema epidemiológico en el que basabanpara sus decisiones, las restricciones, las cuales según Tetaz"son un recurso escaso, cuya potencia se consume con el uso", serían una opción viable en el país.

"Sin embargo, no parece haber apoyo político y social como para retornar a una cuarentena estricta, en primer lugar, porque no hay credibilidad respecto de su eventual duración y en segundo lugar porque la resistencia del tejido económico y psicosocial se agotó", manifiestael especialista en Economía del Comportamiento.

Ante este contexto, Tetaz tiene en cuenta un elemento clave para mantener un nuevo confinamiento estricto: las finanzas públicas. Según su análisis, volver a la Fase 3 tal como fue aplicada entre el 26 de abril y el 26 de junio en el AMBA, "complica las finanzas públicas más allá de lo que el delicado equilibrio financiero permite".

Graficando con datos de la Secretaría de Hacienda, el economista presenta la situación del país durante esos meses y plantea que se debe observar lo ocurridodurante ese período del año pasado, en el que la movilidad fue reducida al 50 %,"para entender el impacto sobre la emisión y su ulterior efecto sobre la inflación y el dólar".

Así, recuerda: "Mientras que en el último bimestre, bajo condiciones de "nueva normalidad" los ingresos fiscales crecen al 51% por efecto del impuestazo (PAIS, Bienes personales, IVA, Retenciones) y el gasto primario se expande 44% en virtud del ajuste a las jubilaciones, los salarios públicos y las universidades, en el bimestre mayo-junio del año pasado, en plena fase 3, los ingresos fiscales corrían 31 puntos por detrás de la inflación y el gasto primario volaba un 83%, por efecto del IFE, los ATP y las transferencias a provincias".

De esta forma, incluso teniendo en cuenta que "enero y febrero son estacionalmente buenos para las finanzas, porque se pagan salarios viejos con impuestos nuevos", con su "programa de ajuste" el gobierno logró "transformar un déficit de 31.200 millones en un superávit de 5.300". Sin embargo, tal como explica Tetaz, al pasar a Fase 3 durante el año pasado "el resultado fiscal fue un déficit primario de $ 504.000 millones que hubo que emitir, inflando primero el dólar y después los precios".

Teniendo en cuenta esto, el especialista analiza los movimientos que deberá seguir el gobierno ante nuevas restricciones similares a las anteriores, las cuales obligarían a un aumento en el nivel de emisión. Según él, Alberto Fernández "tendrá que elegir entre subir las tasas para absorber el sobrante de pesos, frenando aún más la economía, o bancarse un salto del dólar y la inflación, que obviamente tratará de evitar con más restricciones para comprar divisas y más regulaciones de precios, lo que implica menos aumentos de tarifas y de precios máximos y cuidados", observa Tetaz.

Para finalizar, el economista considera también "el peligroso coctel de la incertidumbre cambiaria" y recuerda el episodio de octubre del año pasado, cuando el dólar "arañó" los $ 200. "No fue producto de un boom de emisión en septiembre, sino de un colapso en la demanda de dinero; 120.000 millones de pesos se fueron de los depósitos a plazo entre el 6 y el 15 de octubre", recapitula.

Aunque el especialista observa que, "con el giro a la ortodoxia de Guzmán", se ha logrado estabilizar la demanda de pesos, concluye con una idea que preocupa: "Si se inyecta otro vagón de billetes de esa magnitud ($ 500.000 millones) y suma incertidumbre sobre el regreso a la normalidad, no hay garantías de que no vuelva a producirse una corrida, máxime cuando hay elecciones en agosto y es sabido que a los argentinos prefieren pasar esos procesos dolarizados".