

La pregunta que quedó flotando después de la conferencia de prensa que Mauricio Macri ofreció ayer en Olivos, es si lo que faltó fueron definiciones o preguntas. El Presidente no ofreció conceptos novedosos, y reiteró puntos de vista que incorpora en todas sus presentaciones públicas, como el hecho de que la Argentina atraviesa una tormenta pero no está cerca de una crisis. La Casa Rosada quería mostrar transparencia en la construcción de la agenda, con lo cual en su visión era más importante darle a los periodistas (los diez que fueron sorteados entre el total de medios representados) la libertad de fijar los temas del intercambio que determinarlo a través del rumbo de las respuestas.
Si hay una frase que el primer mandatario se cuidó de citar, es que "lo peor ya pasó". Típica mención de las épocas en las que gobernaba el optimismo mientras miraban crecer los brotes verdes, en esta ocasión se habló de futuro, pero con mayor moderación. El jefe de Estado estuvo los últimos días ensayando respuestas con sus colaboradores más directos, con la chance de que le pregunten sobre Cristina Kirchner, la gestión de sus ministros, el costo social del ajuste o cuestiones más picantes. No tuvo que usar ese machete: la posibilidad de que revise el proyecto de reelección para el próximo mandato también quedó afuera.
Macri prometió diez puntos menos de inflación para 2019, pero no tomó un riesgo exagerado: es lo que figura en el acuerdo alcanzado con el FMI. No usó explicaciones rebuscadas, sino que trató de apelar a conceptos más simples.
El Presidente, de todos modos, no renunció a la idea de que un pronunciamiento de esta naturaleza actúe como un dique. Se apostó a crear la percepción de que hay un antes y un después, un resultado que no se verá tanto en el análisis inmediato como en el ánimo de la sociedad que quede reflejado en las próximas encuestas.














