Si bien la historia argentina parece atravesar un déja vú permanente, en el que los errores del pasado se repiten una y otra vez para mantener al país estancado en su desarrollo, también deja en evidencia la expresión de un deseo inalcanzable, que muchas veces ofrece hasta un giro irónico del destino. Por caso, el acta firmada el 9 de julio de 1816, proclamó una nación "libre e independiente" que, con el paso del tiempo, la crisis sanitaria y la decisión de sus sucesivos gobernantes parece hoy lejana. Este jueves, la Argentina celebrará el 204° aniversario de la Declaración de la Independencia confinada por el coronavirus y más dependiente que nunca, al menos en materia económica.
Y es que no hay libertad económica posible cuando se vive de prestado sin saber cómo se lo podrá devolver: ni para el país en su totalidad, ni para sus habitantes, en particular. La deuda es una mochila pesada tanto para el Gobierno como para muchos de los argentinos que consideran que hoy no tienen otra alternativa posible.
Los ingresos fiscales, así como los privados, se derrumbaron y no alcanzan a cubrir los gastos. Pero la demanda de subsidios se multiplicó y la inflación, aunque a menor ritmo, persiste y achica el poder adquisitivo. Por eso, mientras la Casa Rosada carga con los pasivos externos, nueve de cada diez familias mantiene algún tipo de deuda para afrontar el momento.
Todos necesitan gastar más de lo que les ingresa y no pueden proyectar aun cuándo ni cómo revertirán esa delicada situación.
La crisis alcanzó su punto más profundo en abril pasado y solo una negociación exitosa de la deuda externa con los acreedores privados podría evitar que la recesión sea más dura. Para los analistas, un nuevo paso en falso con la oferta que se presenta a los bonistas generará tal incertidumbre que la caída del Producto Interno Bruto para todo el año, que el FMI había estimado en 9,9%, podría estirarse al menos hasta el 13%.
En cambio, un acuerdo podría relajar un poco el frente cambiario, permitirá a las empresas elaborar planes de la salida post pandemia y reabrirá el mercado de crédito, en un escenario de mayor liquidez que muchos países de América latina ya han aprovechado con la emisión de títulos a tasas bajas, la fuente de financiamiento a la que Argentina no puede volver aún, sin pagar un costo demasiado alto.
Las cartas sobre la mesa
"Es el máximo esfuerzo que podemos hacer", dijo ayer el presidente Alberto Fernández a la hora de anunciar la nueva oferta que permanecerá abierta hasta el 4 de agosto. Una carta que ya jugó varias veces en la partida de póquer que, en sus propias palabras, mantiene con los acreedores. Por ahora, en ninguna mano le creyeron y le quedan pocas fichas a su favor.
Credibilidad, en definitiva, es lo que necesita el país para avanzar y volver soñar en que, alguna vez, su independencia económica deje de ser solo parte de la historia.