El financiamiento del capital de trabajo puede ser, además de la respuesta a una necesidad concreta que apremia a las pymes, la puerta de entrada a un nuevo mundo de instrumentos financieros.

Las empresas si bien empiezan con la búsqueda de fondos para cubrir el gap entre lo que cobran y lo que deberían pagar, terminan explorando un abanico de instrumentos hasta ese entonces desconocidos. Las herramientas más utilizadas son aquellas destinadas a generar rentabilidad de muy corto plazo: un día, una semana o un mes. Posicionándose por ejemplo en cauciones bursátiles, préstamos a muy corto plazo (1 día es el plazo mínimo) que permiten rentabilizar el dinero, que de otra forma permanece dormido en la cuenta bancaria y que no encuentra destino en colocaciones más tradicionales, como el clásico plazo fijo (30 días plazo mínimo).

Este mecanismo funciona entre un colocador que aporta efectivo y al término del período establecido recibe el capital más los intereses, y un tomador que recibe los fondos y garantiza su devolución con títulos que asienta en el Mercado de Valores. Cuando la caución vence, el colocador recibe los intereses y el capital acordados mientras que el tomador devuelve el préstamo con sus intereses y recupera los títulos.

Las opciones son múltiples y dependen del perfil de la empresa en cuanto al riesgo a asumir y al horizonte de inversión. Actualmente una muy buena fuente de renta fija es lo que el mercado denomina activos sintéticos. Se trata de la combinación de dos activos para replicar el retorno de un tercero. Por ejemplo, posicionarse a noviembre de 2021 comprando un activo dólar linked y vendiendo un contrato de futuro al mismo vencimiento replica el flujo de un activo a tasa fija. ¿Cuál es el resultado? Independientemente del valor del dólar a noviembre, el sintético a precios de hoy tendría un retorno de 52% anual en pesos. Nada mal si se lo compara con las alternativas a tasa fija que hoy ofrece el mercado.

En este marco, una compañía puede optimizar su manejo financiero probando las distintas alternativas vigentes a través de pequeños montos. Existe un proceso de aprendizaje y familiarización de vocabulario, tecnología y productos. El comenzar a "probar" con montos bajos es clave: al inicio de la experiencia de optimización del flujo financiero suele reinar la desconfianza.

Recordemos que se trata de empresas cuyo negocio principal es otro. No son fondos de inversión o compañías con objetivos financieros. Se trata de empresas sin margen para otra cosa que abocarse al cumplimiento de sus planes de negocios. En muchos casos no tienen un departamento financiero y el ingreso a este mundo, a veces solo se da impulsado por la necesidad de sostenerse en los malos momentos.

Para una pequeña y mediana empresa que busca sobrevivir al complejo acertijo económico que es la Argentina, quizás no haya mejor curso de finanzas que aquel que puede tomar cuando las necesidades de financiamiento tocan su puerta. Fondearse para recuperar stocks, comprar materias primas y/o pagar sueldos, es decir financiar capital de trabajo.

El financiamiento de capital de trabajo es a corto plazo. Muchas pymes por desconocimiento o por no estar lo suficientemente ordenadas en su contabilidad, no acceden a los instrumentos que ofrece el mercado formal y desembocan en el informal, donde los costos para fondearse son altamente superiores.

No todas las pymes saben, por ejemplo, que las compañías de seguros deben cumplir por normativa con cupos de asistencia a pymes. Por lo tanto, son grandes demandantes de estos instrumentos de financiamiento frente a una oferta que, por ignorancia o ausencia de condiciones, es escasa por parte de las pymes. Alta demanda, escasa oferta se traduce en atractivas tasas de financiamiento para pymes.

El sistema de descuento de cheques de pago diferido en el mercado de capitales es uno de estos instrumentos. Permite a quien tiene valores a cobrar en un futuro adelantar su cobro vendiéndolos en el mercado; y a quien posee fondos líquidos, comprar estos cheques a cambio de una tasa de interés.

En este contexto, el respaldo de Sociedades de Garantías Recíprocas (SGR) permite a las empresas que no calificarían normalmente, eludir los departamentos de riesgos de las entidades bancarias tradicionales. Otorgándoles un aval que garantice estas operaciones y así poder financiarse a tasas competitivas.

La necesidad de una etapa introductoria en las finanzas para una pyme no es algo ajeno a otro tipo de inversor. Está ligada a las dificultades del sector para obtener financiamiento en un país en el cual el sistema financiero no logra cumplir con el objetivo para el cual fue diseñado: canalizar el ahorro hacia la inversión.

Al mismo tiempo, los relevamientos más recientes indican que los problemas relacionados con el capital de trabajo son los que más ocupan hoy a las pymes argentinas, en particular aquellas que aún no recuperaron sus niveles de facturación pre pandemia.

Según reveló la 8° Encuesta a Pymes de la consultora PwC Argentina, realizada en marzo, abril y mayo de este año, el 44% de las compañías recurrió a préstamos bancarios u otro tipo de financiamiento para mantener su capital de trabajo, esto en un contexto en el que las compañías en mayor medida optaron por la autofinanciación y la reducción de costos.

La inestabilidad cambiaria, el cambio de reglas de juego, el deterioro de la moneda y la inflación conspiran contra la posibilidad de que la Argentina cuente con un mercado de capitales robusto y ese es el problema de fondo que opera detrás de las vicisitudes del financiamiento en general y de pymes en particular, afectando por ende las perspectivas de crecimiento y desarrollo.