Con 36 años, el intendente de Pinamar, Martin Yeza, es una rara avis de la política. Formado en la cultura de gestión tan propia del PRO, se siente con derecho a la ironía y la crítica de su espacio. "Tuve que ir a terapia en el 2019, porque saque el 59% y no lo festeje", le cuenta a El Cronista. En el 2015 había obtenido 38%. Pero el salto cuantitativo no lo sorprendió ("hicimos las cosas bien"), así que al otro día de las elecciones estaba trabajando como cualquier día.

Asegura que la coalición tiene que ser mas Cambiemos y menos Juntos y lo que dice sugiere que en "el PRO esta todo roto", como dicen en su equipo, aunque el prefiere no ponerlo bajo esas palabras. Acepta, eso si, que "el PRO tiene que volver al modelo de liderazgo, conceptual y de gestión" que se esta perdiendo.

-¿A que atribuye que sus antecesores fracasaran y tuvieran que irse antes de tiempo?

-Hubo un intendente que estuvo demasiado tiempo, 16 años mas otros dos, a otro intendente lo grabaron infraganti mientras hacia un pedido de coima y otros fueron destituidos por no tener legitimidad social. La forma en que llegas a gobernar es lo que determina lo que un gobernante puede hacer. Yo llegue muy liviano, no le debía nada a nadie, entonces pude desplegar la gestión. Creo que el asesinato de José Luis Cabezas genero un trauma que se llevo por delante a todo el sistema político de Pinamar.

-Entiendo que no se va a volver a presentar, cumple su segundo mandato y no va a la re re.

-La idea de preparar un sucesor no es autonómica. Cada uno de los funcionarios que me acompañan tienen herramientas de gestión, que empezaron adquiriendo profesionalmente, en la universidad o sus propias carreras profesionales. Se trata de un equipo profesional, con un método de trabajo establecido. Dentro de ese equipo, donde cada uno tiene su devolución para mejorar, hay cuatro o cinco personas que podrían hacerse cargo de la intendencia, es algo que tiene que decidir cada uno. Tampoco va a ayudarlo que el anterior le recuerde "mira que te puse yo". Es lo peor que le podría pasar. Tiene que haber alternancia y nadie puede reemplazar la vocación de liderar una gestión.

-Y que piensa hacer, ¿ya lo pensó?

.-Tengo algunas ideas. Hay mucho por hacer en el PRO, distintos espacios. Se trata de una construcción política que tuvo su modelo de liderazgo, un modelo conceptual distinto a los de otros partidos y, por supuesto, un modelo de gestión. Hoy el mayor dilema es volver a hacer mas Cambiemos y menos Juntos. El PRO inauguro un modelo donde la eficacia importa, donde el diagnóstico y la información dura son vitales para elaborar una política pública, como para en cualquier área profesional. Es tan simple. Inauguró un modelo de construcción política conceptual que fue el que la gente apoyo y hoy reclama. Estoy viendo donde puedo aportar en ese sentido.

-¿Por qué cree que es tan traumático que los intendentes cumplan dos mandatos y se vayan?

-Creo que hay un tema generacional en el medio. Tengo 36 años y soy parte de una generación que no se imagina mas de 8 años en ningún trabajo. Diría que incluso mucho menos. Hay generaciones que se quedaban toda la vida en el mismo trabajo. Y hay una cultura generacional, lo que configura a la mayoría de los dirigentes del presente, que se imagina 15 o 20 años en un mismo lugar, quieren seguir estando en el espacio que conoce, sin animarse a nuevos desafíos.

-¿Siente que Cambiemos y su equipo no valoraron la gestión de los intendentes cuando Mauricio Macri fue presidente?

-El PRO siempre tuvo particularmente una forma de organización política, donde si ganas es por el trabajo que haces. Si ganas, es lo lógico. Los goles no se festejan. Nadie te felicita por hacer las cosas bien y como corresponde, no se festeja. En 2019 saque 59% y empecé terapia, porque todos estaban contentos, querían festejos y para mi era lo lógico, porque habíamos hecho las cosas bien. Pero al ver que la gente que me rodeaba no me entendía, empecé terapia. Pensé que algo estaba mal en mi. Porque soy parte de una cultura política donde el equipo ni siquiera festeja los campeonatos, ya nos fuimos del otro lado. Eso si, si perdemos hacemos dos años de autocrítica.

-¿Eso cambio estando Macri en el llano?

-No se si mejoro o no, porque no lo conocía personalmente.

-¿No conocía a Macri?

-Me había cruzado con él, pero no tuve demasiado trato, no lo conocía personalmente. No había tenido mano a mano. Si con Marcos (Peña) tuve siempre muy buena relación. Así y todo para 2017 sonaba mi nombre como candidato a senador nacional, pero nunca quise ocupar ese lugar, quería cumplir con el compromiso que tome con los pinamarenses. Así que, finalmente, fue Esteban Bullrich, hoy una de las personas mas prestigiosas que tiene el país.

-¿Hay crisis de liderazgo en Juntos por el Cambio?

Si, hay crisis de liderazgo humano, pero también conceptual y operativa. Uno dice A, otro B, otro C. Y como hay crisis conceptual, hay torpeza operativa. ¿Quién habla como para que los demás se callen por respeto? Considero que se trata de una crisis transicional que es necesario atravesar antes de que, eventualmente, lleguemos al Gobierno nacional y provincial. No es fácil para una coalición gestionar, por eso lo importa es transitar la crisis fuera del poder, para que no nos pase lo que al Frente de Todos, que tiene posiciones conceptuales incluso contrapuestas, tiene la tesis y la antítesis en la misma gestión. Hay funcionarios que están a definitivamente a favor de las usurpaciones y otros definitivamente en contra. Eso no es un espacio político, sino un rejunte. Y es el electorado el que paga por ese zigzag permanente.

-¿Qué tendría que hacer la oposición para representar los valores de su electorado, aun estando fuera del poder?

-Acá me voy a poner duranbarbiano. Tenes capacidad de representación. Por un lado hay un electorado duro, anti, que se define por la antinómica. Pero después tenes jóvenes que no miran mas que Facebook. Tenes que modificar las formas de hacer política. En Argentina hay que saber representar las distintas realidades. Por ejemplo, en Pinamar, estoy en un espacio público que es gestionado por un privado, y que fue arreglado por privados. Los dueños de este lugar no quieren tener el Estado encima. Lo que quieren es que el Estado se ocupe de la seguridad, del asfalto, de la limpieza. Pero en Ostende hay gente que esta por debajo de la línea de pobreza, ahí necesita un Estado que tenga mas responsabilidades. Para hacerlo, es importante que yo entienda que a los privados hay que dejar que se desarrollen, no los interrumpas, con los agobies con un Estado que le quiere sacar a los mas ricos para darle a los mas pobres, porque entonces le va mal a los ricos y a los pobres.