Si algo va quedando cada vez más claro en las últimas horas, es que los riesgos que corre el Gobierno, y sobre todo los argentinos, no son exclusivamente de orden electoral como viene afirmando el oficialismo. Es obvio, y ya se explicó en ediciones anteriores de esta columna, que las elecciones en este país, donde se suele jugar a todo o nada, incorporan dosis de incertidumbre económica que no se verifican en otras latitudes. Pero las noticias recientes vienen a confirmar ahora que al riesgo electoral hay que sumar enormes dudas sobre el futuro de la gestión política de la administración Milei, tanto en lo que falta para las elecciones y sobre todo después; a la vez que se blanquean problemas económicos en la macro y en la micro que lucen muy lejos de estar saldados. Riesgo electoral, más riesgo de manejo político, más riesgo de política económica. Los mercados tomaron nota de este combo recargado y nada logró detener la caída de acciones y bonos, y el despertar del dólar contra el peso desde el pasado miércoles. Ni la estampida de las tasas de interés, ni la intervención del Estado para evitar el deterioro de letras y títulos públicos, ni las ventas de dólar futuro del Banco Central cada vez más cuestionadas, ni el entusiasmo en Wall Street por la esperada rendición de la FED a las presiones de Donald Trump para expandir el crédito en Estados Unidos. Lo incierto, para los mercados, es mucho peor que lo malo. Crecen las observaciones críticas de los economistas promercado al plan económico, sobre todo a la política monetaria y cambiaria, que para volver a atrasar el tipo de cambio mirando las elecciones, desató un zafarrancho de regulaciones que hicieron volar las tasas de interés y determinaron un golpe significativo a la oferta de crédito para las familias y las empresas. Se verifica un dato curioso: hay más pesos atrapados en el BCRA por encajes que dinero circulando por la calle y en cuentas de privados. La morosidad en el sistema financiero, por personas y compañías que no pueden pagar la totalidad de sus deudas, ya trepó al doble del promedio histórico y se acerca a los guarismos observados en la pandemia. Cayó fuerte la actividad industrial en julio según FIEL y se anticipa que los datos del estimador oficial de actividad, después de haber caído en junio, empeora para los próximos meses. No es casual que la confianza de los consumidores que mide la Universidad Di Tella se haya colocado en agosto 16 puntos debajo de julio. Es el nivel más bajo en la era Milei con excepción al tumultuoso enero de 2024, con el Presidente recién asumido, obligado a sincerar la devaluación, y víctima inmediata del desastre económico que dejó el trío Cristina, Alberto y Sergio Massa. Hay economistas que hacia adelante anticipan una inevitable recesión como consecuencia del tasazo del Gobierno para frenar al dólar y a la inflación. Cuando pasen las elecciones, sea cual fuera el resultado, la necesidad de acumular reservas para pagar los compromisos de deuda volverá a poner presión sobre el tipo de cambio. Lo mismo con los atrasos tarifarios y salariales. Los problemas económicos están en la macro y por cierto en la micro. Ni hablar de los interrogantes que aparecen sobre la agenda de reformas estructurales que necesita urgente el país para salir del estancamiento. Lograr una correcta reforma impositiva, laboral y previsional no solo requiere de poder y capacidad de gestión política en el Congreso. Necesita expertise técnico para formular cada uno de los proyectos. El actual equipo económico acredita correctas habilidades y conocimientos en materia financiera. Pero se desconoce actuación de estos funcionarios en capítulos tan complejos como diseñar un nuevo país en materia de impuestos o leyes laborales y previsionales. Hasta ahora, por otra parte, las ideas de fondo que intentó Federico Sturzenegger para desregular la economía mostraron avances muy menores respecto de la revolución que se necesita en el país para desatar un proceso de crecimiento y fuerte creación de empleo. No aparecen en el elenco oficial los cerebros que vayan a pensar y escribir estas reformas. Y no ha mostrado hasta ahora el Presidente y sus principales colaboradores vocación para convocar al Gobierno a figuras destacadas y con vuelo propio. Más bien lo contrario. El espectáculo que viene dando el Congreso en contra de las reformas que promueve la Casa Rosada resulta cada vez peor. Y no es exclusiva responsabilidad de una oposición oportunista en campaña. También es el resultado de un oficialismo que maltrata a sus aliados, los excluye en la conformación de listas electorales y trabaja en las provincias para escupir el asado electoral de gobernadores que desde el principio de la gestión venían resultando amplios dadores de gobernabilidad. El Presidente perdió el apoyo de radicales y macristas disidentes, de los gobernadores del norte y de su propia tropa parlamentaria en medio de feroces internas. Karina Milei y los primos Martín y Lule Menem, rozados ahora en escandalosos casos de corrupción, son ahora los imputados por la mala praxis política del Gobierno. Sin embargo, cabe recordar que según las leyes y la Constitución Nacional, nada sustituye en la Argentina a la autoridad del Presidente. A propósito del festival de supuestas coimas en las compras de bienes y servicios, que como política de Estado parece que también alcanza al actual elenco de Gobierno que venía a liberar al país de los males de la casta política, interesa seguir dos elementos. Desde luego el trámite judicial en cada caso. Se observa que para los supuestos sobornos en el área de discapacidad las diligencias judiciales resultan mucho más aceleradas que en el caso Libra, fentanilo contaminado o las revelaciones de generosas contrataciones directas en el Banco Nación y los ministerios de Seguridad y Defensa. Cabe celebrar que en la investigación desatada desde el pasado jueves por los audios filtrados del abogado Diego Spagnuolo, el juez Sebastián Casanello, alguna vez caracterizado por su lentitud en las decisiones, se ha convertido en un verdadero Lando Norris o Max Verstappen de las determinaciones procesales. Fuera de la imprescindible actuación de la Justicia, la pregunta que aún no tiene respuesta categórica es cuánto van a pesar todos estos acontecimientos en los resultados electorales. En general el padrón de votantes en la Argentina nunca se ha mostrado muy preocupado por la corrupción, sobre todo si la economía sonríe. El problema es que ahora, aun con la inflación mucho más aplacada, el bolsillo duele. Un reciente informe de la consultora Equilibra revela que no aumenta y en muchos casos cae el dinero disponible para consumo de las familias, después de pagar los gastos fijos. Posiblemente, siga siendo cierto que el principal activo del oficialismo en las elecciones es lo que tiene enfrente, particularmente un peronismo todavía rehén de lo que representa Cristina Kirchner y el fracaso del populismo económico. Aun en su peor momento político y con una economía que no termina de despegar, el Gobierno "no tiene con quien perder" afirman muchos consultores. La polarización planteada en términos de votar a Milei o elegir el regreso del kirchnerismo parece una fórmula que podría dar resultado en el área metropolitana, Capital y Conurbano. Pero no está tan claro que esa estrategia vaya a ser determinante en parte de la provincia de Buenos Aires, y sobre todo en distritos decisivos como Córdoba y Santa Fe, o Tucumán, donde los candidatos de los gobiernos locales son mucho más competitivos que los que llevan el color violeta del Presidente. Ganar en forma importante en Córdoba y Santa Fe resultaría determinante para que Milei pueda superar 40% de los votos en octubre. Y el resultado el 7 de septiembre sigue muy abierto. Para apostar al "trade electoral" y elegir qué hacer con el dinero en estas semanas, agentes de bolsa y reconocidos administradores de cartera como el caso de Balanz u otros expertos, presentan las siguientes recomendaciones: Quienes creen que el Gobierno tendrá un buen o muy buen resultado, deberían apostar por acciones argentinas: petroleras, bancos y energía. También comprar bonos globales de largo vencimiento tipo Global 35 o 45. Al contrario, quienes anticipan una catástrofe electoral para Javier Milei, la recomendación es huir de activos argentinos. Optar por los índices de las bolsas de Nueva York y comprar Cedear de empresas de Estados Unidos vinculadas a la tecnología sobre todo. Apostar fichas a bonos de países emergentes que no sean Argentina, y entre 5% y 10% de sus ahorros a los ETF que replican el comportamiento del Bitcoin. Finalmente, los que suponen como la mayoría de las encuestas hasta ahora que lo que tendremos en un virtual empate, con el Gobierno ganando o perdiendo por poco margen, deberían optar por inversiones en renta fija, bonos corporativos de empresas argentinas sólidas y títulos públicos cuyo vencimiento no vaya más allá de diciembre de 2027, cuando termina el actual mandato del Presidente. En acciones, apenas algunas fichas a los índices de bolsas en EEUU.