El lado B de Rozin era la política. Lo apasionaba. Alguna vez hasta coqueteó con la posibilidad de ser candidato por su ciudad natal, la que lo vio nacer y donde el domingo lo enterraron, Rosario. Seguía la política muy de cerca pero sigiloso casi sin que nadie se diera cuenta.
Murió Gerardo
Murió Gerardo Rozín: desde Alberto Fernández hasta Rosario Central, los mensajes de despedida en las redes sociales
Tenía data de la buena. Que recolectaba en los múltiples cafés y almuerzos que le gustaba compartir con los protagonistas de la rosca nuestra de cada día. Siempre su amigo Pablo Javkins, el intendente de Rosario. Últimamente Martín Lousteau, su íntimo amigo empresario de medios. Alguna vez Mauricio Macri y hasta hace no mucho algún intercambio con el presidente Alberto Fernández.
Todos ellos lo despidieron de manera sentida destacando el perfil de un tipo que no se quería meter en el barro y aunó por unas horas un dolor que no tuvo ateos ni grietas. Paradójicamente y sin dolor, pero con acciones cotidianas fueron los y las mismas que lo expulsaron de la política e hicieron que se refugiara en sus otras pasiones, privándonos de su análisis sagaz, inteligente, provocativo y original del devenir de nuestro país. Lo reconoció el propio Alejandro Borenztein, autor de las ya clásicas columnas de los domingos de Clarín, que Rozin le aportaba en silencio chistes y miradas a cambio de un buen pulpito.
Gerardo amaba la política. Gerardo no quería saber nada de hacer política ¿Cómo se explica? No era una pasión vergonzante. Simple y sencillamente no quería entrar en el espiral de violencia que venía con la invitación. Y sabía que era difícil salir de ahí sin raspones. Prefería, en su vida publica, relaciones amorosas y tranquilas como la que mantuvo con la música, la literatura y el fútbol.
Atento (demasiado diría) a la mirada ajena, se conocía incapaz de soportar una puteada, aunque fuese en twitter. "Yo no hago más periodismo" repetía para convencerse. Porque sabía que su espíritu paranoico y de triples lecturas no se hubiese bancado el hostigamiento que hoy significa meterse en el terreno del periodismo político.
Chicanas, mentiras y acusaciones de operaciones que hay que dejar pasar como si fuese parte del precio que hay que pagar por exponerse a decir lo que se piensa. No. El se hubiese encargado de intentar desarticular y desmentir y explicar cada barbaridad que exponen las redes y, aun si no hubiese muerto a los 51 años no le hubiese alcanzado la vida para hacerlo.
Dudó tanto antes de hacerle la entrevista a CFK en Morfi en la campaña electoral del 2017. Y la terminó haciendo para él, a su estilo no para la tribuna, no queriendo quedar bien o mal, no preguntándose si fue demasiado k o sobreactuando tiroteos para ganarse los aplausos del bando contrario. La disfrutó y la padeció. Pero ante alguna crítica publica nos preguntaba y se respondía en privado "¿Tenía que hacerla mierda? No. Tenía que entrevistarla que es lo que mejor se hacer".
Gerardo respiraba política y televisión. Pero la grieta y el coro de pretendidos moderados despidiéndolo le impidieron concretar esa única cuenta pendiente. Un programa político. Su programa político. Reeditar la experiencia que alguna vez había compartido con sus amigos Reynaldo Sietecase y Maximiliano Montenegro en "Tres Poderes". Pero más adulto y reflexivo sin necesidad de apoyarse en esa comedia que hacía como nadie.
Hasta ultimo momento quería saber y tenía algo que decir sobre este país en el que viven tus hijos y sobre sus dirigentes.
Tu ritual de los lunes a la noche: verlo a Carlos Pagni en Odisea mientras comías algo rico. Sabíamos que no se te podía llamar. Sacrilegio. Hubiese sido como interrumpirte un partido de Central.
El domingo 8 entrabas en lo que, no sabíamos, sería tu última semana. Estabas cansado. Muy cansado. Te dormías temprano si podías. A las 20 hs me llamaste. Se te escuchaba poco pero enfático. Estabas ahí como antes de cada estreno para producirme amorosamente.
"Hace algo distinto, antes de la nota y al aire decile a Vidal que (me lo guardo para mi) y después si arranca por acá". Estabas cansado Gerardo. Pero querías que hiciera un buen programa y te sobraban ideas pensadas para cada uno de nosotros. Porque te apasionaba.
No creo que la muerte deje nada bueno. Ni enseñanzas cliché. Hoy solo dolor y ausencia y esas ganas de llamarte como todos los días y contarte. Y escucharte. Y putearnos. "Porque estas muy k muy albertista muy antik..." No, la muerte es ausencia y falta de carcajadas y no tener muy en claro como se sigue sin vos después de casi dos décadas de esta hermandad enloquecida que nos unía.
Pero queda claro que faltan Rozines en la tele. En la política. En el periodismo político que declama una cosa y hace otra. Estarías pensando si un programa político que no se pareciera a una pelea MMA donde vale casi todo y cuanto más violenta mejor, mediría. ¿Mediría? Te hubiese dicho que no. Pero después de ver las reacciones que se generaron a partir de tu muerte te diría ¿Y si probamos?