La contaminación por residuos es uno de los mayores y más visibles desafíos del mundo actual. De continuar los esquemas lineales de producción y consumo, la humanidad va a generar en el año 2050 una cantidad 178% superior a la generación de residuos de 2020. O sea, van a ser unos 3.172 billones de toneladas.

Si queremos evitar este futuro, debemos encontrar el camino de transición hacia una economía circular tratando de imitar a la naturaleza, pensando los productos para que puedan transformarse en una materia prima para un nuevo proceso productivo y de este modo, reducir significativamente la generación de desechos.

Dentro de la problemática de los residuos, los plásticos representan un dilema, ya que se trata de un material útil para la industria y masivamente utilizado en la vida cotidiana, cuya mala gestión tiene un enorme impacto ambiental y en la salud de las personas.

Recientes estudios muestran que los micro y nano plásticos (MnP) y los aditivos químicos que contienen, están vinculados a alteraciones hormonales, algunos tipos de cáncer (como el de mama y testículo), infertilidad y afecciones respiratorias crónicas.

Así las cosas, enfrentar el desafío de los residuos plásticos requiere un enfoque de ciclo de vida basado en la economía circular, el ecodiseño y la responsabilidad compartida en toda la cadena de valor.

En este sentido, los principios de ISWA (International Solid Waste Association) son claros: Prevenir la generación de residuos plásticos debe priorizarse sobre su gestión. Abogamos por enfoques científicos, prácticos, basados en la evidencia e inclusivos para erradicar la contaminación plástica.

Hace pocas semanas, delegaciones de 184 países intentaron en Suiza delinear un Tratado Global que frene la contaminación plástica en el marco de Naciones Unidas. La reunión concluyó sin acuerdo pero el proceso continúa y se delinearon algunos consensos para avanzar hacia la economía circular y la responsabilidad extendida del productor.

Hoy más que nunca, necesitamos un acuerdo global vinculante que minimice los plásticos desechables de corta duración y elimine aquellos que contienen sustancias químicas preocupantes. Se debe hacer hincapié en las fases de diseño, producción, consumo y fin de vida útil.

Desde ISWA también proponemos establecer objetivos de reducción de plástico per cápita y promover menor diversidad de polímeros plásticos comercializados para facilitar su clasificación, tratamiento y reciclado.

Los esquemas de EPR (Responsabilidad Extendida del Productor) deben volverse obligatorios, transparentes, integrales, rastreables y verificables, asegurando que los fabricantes asuman la responsabilidad por las fugas de plástico y la gestión del final de su vida útil. Al mismo tiempo, estos esquemas podrían servir para financiar las iniciativas de economía circular.

Mientras las negociaciones para un Tratado Internacional de Plásticos avanzan, es importante destacar que estas soluciones deben adaptarse a los contextos locales, con tecnologías e intervenciones basadas en los sistemas ya existentes.

Estos temas, junto con el tratamiento de residuos orgánicos, la gestión de los residuos textiles, los basurales a cielo abierto, los rellenos sanitarios, el financiamiento, regionalización y la recuperación de energía a partir de energía, entre otras cuestiones, se abordarán durante el Congreso y Exposición Mundial de Residuos Sólidos, que se realizará en Buenos Aires del 27 al 29 de octubre. Para mayor información: www.iswa2025.org/es