

La Argentina atraviesa momentos críticos. El Gobierno no termina de acertar con el diagnóstico, y por tanto tampoco con las medidas necesarias para revertir una crisis de confianza. Crisis que tiene más que ver con las dudas respecto de la capacidad política del oficialismo para gestionar el país, que con los fundamentos de la economía. Cualquier atisbo de lucidez vendría de afuera. Recomendaciones y apoyos foráneos, de parte de quienes ven en el actual Gobierno un dique al populismo en el país y un faro para otras naciones de la región.
De hecho, fondos de inversión y banqueros atienden a la respuesta del Fondo Monetario Internacional al pedido de adelantamiento de desembolsos y, en menor medida, a la evolución del proyecto de Presupuesto 2019. Con una advertencia: ven dificultades de implementación para las medidas tendientes a equilibrar las cuentas fiscales. Y hasta tanto no se disipen esas dudas, es probable que se disipe totalmente la volatilidad de los activos locales.
El dólar trepó escarpadamente en el último mes (31,4%) y el contexto de desconfianza hizo que toda la batería desplegada por el Banco Central para calmar al mercado resultara poco menos que estéril. La tasa de interés de referencia trepó a más de 60% anual y la cotización del dólar se mantiene sostenida apenas por debajo de los 40 pesos por unidad. ¿Es excesiva? Para tener una referencia: el índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) está en 139 puntos, casi 40% por encima del que regía a fin de 2015.
Es cierto que la realidad internacional, en especial la de los países emergentes, no colabora. El derrape de la lira turca y la incertidumbre electoral de Brasil influyeron en el deterioro de la situación argentina. Pero, en nuestro caso, el castigo fue más profundo y obedece a factores locales. El impacto negativo alcanzó a los bonos soberanos del país, cuyos rendimientos subieron a más de 12% anual. Y al equity: la cotización de los ADR argentinos que cotizan en Wall Street se desplomaron. El deterioro fue en todos los casos superior al del resto de los emergentes.
El riesgo país de la Argentina superó los 700 puntos básicos, según la medición del EMBI+ Argentina que elabora JP Morgan. Y los seguros contra default, los CDS de los bonos soberanos a 5 años, se duplicaron a más de 800 bps en el último mes. Ni el anuncio del pedido de una ampliación del acuerdo con el FMI, ni la posibilidad de un adelantamiento de los desembolsos del stand by, ni la tardía reacción oficial disponiendo tibios recortes de gasto y suba o reimplantación de retenciones a la exportación sirvieron para bajar la fiebre.
Los agentes económicos locales quedaron divididos entre aquellos que, a regañadientes, aceptan tener que apoyar al Gobierno y los que directamente se preguntan por qué otra vez el esfuerzo tiene que recaer sobre el sector privado, cuando la responsabilidad de la crisis la asignan, sin ambages, a la mala praxis del Ejecutivo.
En las plazas financieras del exterior, los grandes inversores que suscribieron o compraron bonos y acciones argentinas en los últimos dos años, no condenan al país ni le bajan el pulgar, pero miran con escepticismo hacia el futuro.
El fantasma del default
Concretamente, palabras más, palabras menos, coinciden en señalar que la duda pasa por “las dificultades de implementación de las medidas tendientes a aventar la posibilidad de un default el año próximo.
Todos tienen puesto el foco y la atención en: 1) el veredicto del directorio del FMI al pedido de adelantamientos de desembolsos. Y, 2) en la definición del Presupuesto 2019, donde debe quedar plasmado en cifras y plazos el necesario respaldo político a la batería de medidas para llegar a la meta fiscal de déficit (primario) cero.
En cuanto al apoyo adicional del Fondo, la directora gerente, Christine Lagarde emitió un comunicado luego de reunirse con los funcionarios argentinos en Washington.
“El ministro (Nicolás) Dujovne, el vicepresidente del Banco Central (Gustavo) Cañonero y yo nos reunimos hoy (04/09) para iniciar conversaciones sobre cómo el Fondo puede brindar un mejor apoyo a la Argentina frente a la renovada volatilidad financiera y un entorno económico desafiante. Hemos hecho avances durante nuestra reunión y trabajaremos juntos para fortalecer aún más el programa de las autoridades argentinas respaldado por el FMI. Nuestro diálogo continuará ahora a nivel técnico y, como mencioné antes, nuestro objetivo común es llegar a una conclusión rápida para presentar una propuesta al Directorio Ejecutivo del FMI .
El directorio tiene que tratar el caso de Argentina, que no pudo cumplir con las metas establecidas en el memorándum de entendimiento del acuerdo stand by otorgado en junio último. Sobre todo en materia de inflación, cuya cota superior era de 32%. Las nuevas proyecciones que llevó Dujovne a Washington están hechas con una hipótesis de 42% para el índice minorista de este año. Y en el REM que elabora el BCRA, las 41 consultoras, bancos y economistas que participan de la encuesta elevaron 8,5 puntos sus proyecciones en promedio para llegar a 40,3% en el índice general y 40,5% en la inflación núcleo.
El apoyo de Trump
Probablemente la llamada de auxilio del presidente Mauricio Macri a su par estadounidense es un dato que suma. Donald Trumple ratificó públicamente su apoyo y no escatimó elogios para su gestión para superar las dificultades económicas.
Los EE.UU. están representados en el máximo nivel decisorio del FMI por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y tienen 16,52% de los votos en el board de Gobernadores y el estadounidense David Lipton es el segundo de Lagarde. Un dato sugestivo: Dujovne pasó por el Departamento del Tesoro antes de ir al edificio de la 19 y H.
También sorprendió el editorial del influyente The Washington Post, exhortando a apoyar al país:
“Argentina está en serias dificultades económicas. Deberíamos estar dispuestos a ayudar . El diario enfatizó que “… a pesar de sus errores, él (Macri) está tratando de liberar finalmente a la Argentina de su adicción populista y las políticas equivocadas ella alienta. Mientras esté dispuesto a tomar riesgos políticos por esta causa, sus amigos del exterior no deben abandonarlo .
Con estos elementos a la vista, se descuenta que el organismo multilateral dará su apoyo a la Argentina. Faltan apenas dos meses para la cumbre anual del G20, que este año se realizará en Buenos Aires. Es entendible que por la crisis cambiaria el BCRA haya decidido suspender este año las tradicionales Jornadas Monetarias y Bancarias. Pero es imposible la cancelación del Mundial de la Economía y las Finanzas.
De todos modos, las discusiones técnicas y las negociaciones con el staff del FMI insumirán una par de semanas. En el equipo de Macri aspiran a que el acuerdo pueda quedar sellado antes del 18 de este mes, para que el Presidente lo lleve a Nueva York, donde asistirá a la inauguración del 73 periodo anual de sesiones de las Naciones Unidas. Se trabaja con esa meta, pero no hay seguridad de que se pueda llegar a tiempo.
La mira en el Presupuesto
El otro aspecto sobre el cual los mercados tienen puestos sus ojos es en el Presupuesto 2019. La decisión del Ejecutivo de reimplantar y generalizar derechos de exportación al agro, la industria y los servicios, es una demostración de las dificultades para conseguir el acuerdo de los gobiernos provinciales para aceptar la poda de ingresos y recorte de gastos. Las retenciones aportarían unos u$s 7000 millones el año próximo, equivalentes a unos $ 280.000 millones.
Las negociaciones del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, con los responsables de las economías provinciales apuntan a completar un paquete que terminaría con la postergación de buena parte del Pacto Fiscal suscripto hace menos de un año. Más que baja de gastos, el consenso pasaría por la reimplantación del retrógrado impuesto a los Sellos, aumentos en la coparticipación tributaria, y el mantenimiento del Fondo Sojero (con el argumento de que la vuelta de las retenciones lo justifican).
El cuadro para lograr el apoyo a un rápido acuerdo se completaría con la postergación de la reducción de alícuotas del impuesto a las Ganancias, contenido en la reforma tributaria de diciembre último, la limitación del ajuste por inflación en los balances y volver a subir el impuesto a los Bienes Personales para los activos de los argentinos en el exterior.
Por ahora todo está bajo negociación. Pero los indicios apuntan a que el equilibrio de las cuentas fiscales terminará pasando más por el lado de los mayores ingresos que de una reducción de gastos. El proyecto oficial se debe presentar el día 15, y a partir de su entrada al Congreso comienzan los debates en comisión, lo cual augura que difícilmente pueda estar definido en la tercera semana de septiembre.
Ya no alcanza con anuncios
Hasta tanto no se despejen en los papeles estas dos incógnitas, respaldo financiero y Presupuesto 2019, difícilmente se disipe completamente el escepticismo que sobrevuela a los mercados.
Como que a los inversores ya no les alcanza con anuncios, buenas intenciones o manifestaciones de apoyo del exterior. Pese a la relativa calma cambiaria y la recuperación de los activos argentinos en el cierre de la primera semana de este mes, los mercados mantienen un resquicio de duda respecto del optimismo oficial, bastante devaluado luego de 33 meses de promesas incumplidas. Y, en general, asumieron una actitud tomista. Ver para creer.
El apoyo internacional posiblemente alcanzará para disipar los temores de un eventual default el año próximo. Y un acuerdo por el Presupuesto sería interpretado como un buen comienzo para no tener que recurrir al financiamiento permanente, pero insuficiente para restañar la confianza.
No hay certeza de que los fondos del exterior serán suficientes para cubrir las necesidades financieras del año próximo, que dependen en buena parte de la renovación de los vencimientos por parte de los inversores privados.
Tampoco se puede asegurar que se alcanzará el equilibrio fiscal, ya que la recesión puede contrariar los supuestos de recaudación. Los expertos vislumbran al menos dos trimestres más de retracción económica.
Un comienzo
Aún así, debe admitirse que es un comienzo, tendiente a aventar la corrida cambiariay la pérdida de valor de los activos argentinos. Si se consigue este objetivo de atender la emergencia, quedará pendiente un trabajo arduo para despejar el horizonte de 2020 en adelante.
El riesgo es que si se logra conjurar la crisis y se supera el desafío de la inmediatez pueda sobrevenir la tentación de volver a procrastinar. En algún momento, antes o después, habrá que adecuar el gasto a los ingresos genuinos y destrabar la economía a partir de una menor participación estatal.













