Como era de esperar, al finalizar la insípida reunión de los ministros de finanzas del G-20 realizada en París este último fin de semana, se emitió una declaración de buenos deseos y verdades dignas del Licenciado Perogrullo; entre otras:

-Adoptar políticas que generen confianza y sostengan el crecimiento (sólo los ministros sabrán cómo se compatibliza esto último con los salvajes ajustes fiscales exigidos a los países con problemas…)

-Ajustar, cuando fuera necesario, las políticas monetarias y fiscales.

-Emprender las reformas estructurales para potenciar el crecimiento, crear empleo y promover la reducción de la pobreza

-Asegurar que los bancos centrales aseguren las condiciones de liquidez necesarias para lograr un adecuado funcionamiento de los sistemas financieros

-Adecuar las regulaciones monetarias para lograr una mejor asistencia crediticia a las economías.

-Perfeccionar el funcionamiento de los mercados de commodities, básicamente de sus operaciones de futuros.

-Analizar la posibilidad de nuevos impuestos a la actividad financiera.

En realidad, lo único rescatable de la “cumbre” fue la reiteración de los países miembros no pertenecientes a la zona euro acerca de la necesidad de que las autoridades europeas actúen de una vez por todas e implementen, a la brevedad posible, las medidas necesarias para atacar los problemas. Es más, les impusieron a las mismas un preciso ‘dead line’ para la confección del plan: la cumbre de la Unión Europea, a realizarse el próximo 23 de octubre.

Esta clara presión de las economías avanzadas, en pos de una rápida y efectiva implementación de un plan integral, generó al inicio de la jornada de ayer una reacción claramente positiva en los mercados europeos; con subas superiores al 1%. Sin embargo, apenas transcurrida una hora del comienzo de las operaciones, las autoridades alemanas (¡cuándo no!) con imprudentes e inapropiadas declaraciones, se encargaron de dar vuelta el humor de los inversores; dando lugar a un nuevo ‘flight to quality’, con las correspondientes bajas en la totalidad de las bolsas mundiales.

En efecto, ya iniciadas las operaciones en el Viejo Continente, el Ministro de Finanzas teutón -Wolfgang Schauble- no tuvo mejor idea que afirmar que no era realista “pensar que todo se resolverá en la Cumbre Europea del domingo”. No todo terminó allí. Tras cartón, el vocero oficial de Angela Merkel -Steffen Seibert- sostuvo que “los sueños de que un nuevo paquete anticrisis signifique que todo se solucionará el próximo domingo, es una fantasía que no se cumplirá”.

Los resultados fueron una caída de la confianza y una baja generalizada de los mercados a nivel global; la cual aún continúa al momento de escribir esta nota (11 am, hora de Buenos Aires).

En nuestra opinión, la política de comunicación del gobierno alemán es patética. En efecto, basta que el mercado muestre optimismo para que sus autoridades salgan a la palestra con declaraciones que, en rigor, merecerían figurar en el Registro Guiness de los errores (u horrores) .

¡El mundo lucha por superar la crisis, los alemanes parecen empeñados en profundizarla!