El gradualismo tiene una nueva fase, pero las dudas que enfrenta aún son muchas

La convención anual del Instituto de Ejecutivos de Finanzas tuvo todos los condimentos que cruzan hoy el debate sobre el corto y mediano plazo de la economía. El primero que apareció fue la necesidad de remover la incertidumbre y los vicios de la política, ya que su persistencia crea un efecto paralizante de cara a una transformación de envergadura como la que necesita la Argentina. El segundo son los estrechos caminos que tiene la política económica frente a una sociedad que por el peso de los costos apuesta poco a la hora de invertir. También por el temor a que el gobierno de turno no pueda enterrar el fantasma de una crisis cada diez años.

En el primer punto se habló del escaso compromiso generado por la sociedad con los recursos del Estado. Evasión y corrupción son las dos caras de una misma moneda, que solo han logrado que se aumente la presión sobre los que contribuyen para prestar el mismo nivel de servicios.

El peso del sector público se duplicó desde el 2003, desde 23% del PBI al 45% actual, sin que haya una educación de calidad; una justicia rápida y eficiente, autopistas que cruzan todo el país y hospitales con alta tecnología. Los ingresos conseguidos en ese lapso solo aumentaron las transferencias al sector privado, ya sea a empresas de servicios o a personas que recibieron mayor cobertura social. El Estado, en ese período, consideraba que estaba forzando una redistribución de ingresos, pero ni se modernizó, ni se capitalizó ni bajó la pobreza.

Sin cambiar esa cultura no habrá desarrollo, se planteó. Por eso también hubo posturas a favor de una reforma judicial profunda, e incluso también una reforma política que vaya más allá del sistema electoral. La discusión quedó enlazada con la problemática fiscal, ya que para achicar el Estado y bajar la presión tributaria, la sociedad y sobre todos los políticos deben respaldar un cambio de fondo.

La preocupación aterrizó en lo electoral. Y después de que el consultor Jorge Giacobbe apostara a que no habrá segundo período de Mauricio Macri, el senador Federico Pinedo y el economista Carlos Melconian dejaron en claro que aunque nunca se hizo demasiado explícito, el plan de vuelo es a ocho años. María Eugenia Vidal es presidenciable, admitió el presidente provisional del Senado, pero después de que Macri complete su período.

Otra pregunta que se discutió es si el gradualismo es suficiente para generar este cambio cultural. Las figuras del Gobierno coinciden en que siempre fue el camino elegido pero la lentitud con la que genera resultados hace dudar a los empresarios sobre el grado de respaldo que este modelo obtendrá en las urnas. Por eso quedó bosquejada en las exposiciones una nueva fase de esta política, destinada a darle más robustez al relato de los brotes verdes: el incrementalismo, fórmula que tiene que hacer foco en que los avances no tienen la misma intensidad, sino que crecen y se superan uno a otro.

Otro dato que se repite a la hora de analizar la coyuntura, es que desde adentro del barco el Gobierno no ve demasiado las orillas. Y asume que cada paso que da es un movimiento sustantivo. Los que evalúan el recorrido de la nave son más críticos que contemplativos. En el evento que el Iaef desarrolló en Bariloche, el que desplegó todas sus dudas (durante una exposición de 70 minutos seguida con atención y en silencio) fue Carlos Melconian.

El ex presidente del Banco Nación -que habló con Macri hace diez días- advirtió que hay que empezar a computar no solo la herencia K, sino la del primer bienio M. En su entendimiento, nunca fue una opción en la Fundación Pensa, el think thank del macrismo, apostar al shock o al gradualismo.

Su crítica es que hubo shock cambiario y monetario pero inacción fiscal, con lo cual el programa no fue convergente. Con el rumbo país no hay dudas, pero la macro no genera lo mismo. Esa falta de horizonte, según Melconian, le deja 100% de responsabilidad a los resultados. El desafío del gobierno es "empezar" el gradualismo: la meta de reducción del déficit fiscal no le cierra, y por eso asume que se volvió difícil bajar la inflación: "Con agregados monetarios creciendo al 35%, es difícil". Su exposición, seguida vía streaming desde el Banco Central, justificó este escenario por el peso del déficit y por la necesidad de absorber dólares soberanos.

"Hay que discutir un punto del gasto con los gobernadores: no es fácil -reconoció Melconian- pero si no lo hacemos la única salida es la valija del Toto Caputo, con el problema de que en unos años los que nos ahorramos en subsidios lo pagaremos en intereses".

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