Amaga otro impuestazo, con suba de Ingresos Brutos

Empresarios, consultores y hombres del mundo financiero discuten estos días proyecciones económicas y políticas de lo que puede ocurrir hacia fin de año y en la primera parte de la administración Alberto, una vez que asuma el 10 de diciembre.

Quienes suponen que es bajo el riesgo de una aceleración inflacionaria peligrosa al punto de rozar o ingresar en una híper, estiman que lo más probable es que Alberto comience su mandato postergando obligaciones en pesos para no tener que emitir en forma descontrolada (seguir re perfilando las Letes y Lecaps), desde luego con cepo cambiario, dólar oficial o comercial para exportaciones e importaciones esenciales, retenciones como mínimo al campo, la minería y los hidrocarburos; brecha fluctuante entre dólar comercial y dólar financiero más o menos legalizado, acuerdo con controles para precios, salarios y tarifas, y aumento de los impuestos al patrimonio. Como las provincias, sobre todo Buenos Aires, quieren romper el Pacto Fiscal de la era Macri, podría haber un generalizado aumento de los impuestos a los ingresos brutos en todo el país. Se escuchó el delirante número de 10% en el equipo de Axel Kiciloff.

En toda esta misma lógica, si se puede evitar que se agrave aún más la corrida ahora controlada contra el peso, calculan un dólar comercial en torno a 75 pesos para fin de 2019, y si se cumpliera la regla de casi todos los años de la era Kirchner, la devaluación del dólar oficial debería ser más/menos la mitad que la devaluación real.

Digamos 30% a lo sumo, llevaría el dólar comercial a unos 95/100 pesos para fin de 2020. Más que largo plazo en la Argentina, casi ciencia ficción. Pero los números finalmente hay que hacerlos, y las empresas e inversores toman nota para las proyecciones.

Como las provincias quieren romper el Pacto Fiscal de la era Macri, podría haber un generalizado aumento del impuesto a ingresos brutos

A la hora de adivinar la brecha entre el dólar comercial y el libre, los que tienen memoria recuerdan que en la administración Cristina, la peor brecha alcanzó 70%. Sólo por 24 horas hubo una brecha de casi 100%, con el dólar oficial a 6 pesos y el blue casi a 12, épocas de oro en las concesionarias de alta gama.

En esos días hubo récord histórico de ventas de Mercedes Benz y Audi, también Rolex y lujos que en dólares billete, por el cepo y la brecha, costaban 50% o 70% menos que los valores históricos en moneda dura. Delicias del cepo para la clase alta. Horas después llegó el impuesto a la venta de automóviles caros.

Volviendo al presente, la brecha que se proyecta para el inicio de la era Alberto fluctúa entre 20% y 50%. La clave, sin duda, pasa por la renegociación de la deuda con acreedores privados y el FMI. Es obvio que cuanto más amigable sea esa negociación, menor será la brecha que separe al dólar comercial del financiero, más o menos libre.

Los mercados ayer tomaron nota de una frase crucial que pronunció el presidente electo al hablar el fin de semana en Radio 10: "La renegociación con los acreedores viene mucho mejor que lo que creen los medios", sacudió. Dejaron de caer los bonos, recuperaron las acciones y bajó de 2500 puntos el riesgo país. En algunos rincones del mercado financiero se respira más optimismo que en la economía de la calle. "El acuerdo con los bonistas está cerrado", confiaba un ex Citibank a un grupo de amigos el fin de semana. Por qué entonces los bonos cotizan al 40%, le preguntaron. Ver para creer.

Cerca de las figuras que se mencionan como espadas económicas del futuro Presidente, sigue primando la cautela. Algunos que se mencionan aún ni siquiera saben si aceptar, en tanto no tienen asegurado que puedan imponer hombres y equipos propios en las segundas y terceras líneas.

Sigue muy firme la figura de Marcó del Pont para la futura conducción de la AFIP, con especial atención en la actividad de inteligencia financiera

Más o tan incierto aparece el panorama en materia impuestos y política de ingresos. Se anunció un pacto social para acordar una pauta inflacionaria anual descendente, 40% en 2020, 30% en 2021, 20% en 2022 y 10% en 2023; y en esos valores alinear toda la política fiscal, monetaria y tarifaria. Eso debería incluir los salarios y prestaciones estatales, y supondría tocar lo intocable: el ajuste por inflación pasada de salarios, jubilaciones, AUH y demás subsidios sociales.

También el principal aliado del futuro Presidente dentro de la cúpula de la CGT, Héctor Daer, anticipó su idea: que los salarios suban más que los precios, y que las empresas resignen rentabilidad. Difícil en un país donde las principales compañías están reportando diariamente durísimas pérdidas.

La discusión con las petroleras por el precio interno del gas, la electricidad y los combustibles ni siquiera empezó. El Gobierno quiere imponer precios políticos pesificados para el consumo interno, y supone que puede compensar a las petroleras con precios libres para la exportación, sin cepo para el sector. Los petroleros consultados argumentan que esa cuenta no es posible: las empresas no pueden subsidiar, explican. Eso lo decide y lo financia el Estado. Fuerte pelea en puerta, recomendable ver los diarios del 2004 al 2007, y los análisis de costos en pesos que les presentaban a las petroleras y gasíferas para justificar los congelamientos de tarifas.

El tema impuesto hiela la sangre de los contribuyentes. Sigue muy firme la figura de Mercedes Marcó del Pont para la futura conducción de la AFIP, con especial atención en la actividad de inteligencia financiera. Se mantienen las versiones que no han sido desmentidas, de un fuerte impuestazo a los patrimonios de argentinos fuera del país. Y también suenan las alarmas en el sector productivo. Los gobernadores, sobre todo Axel Kiciloff, piden romper los pactos fiscales de la era Macri, lo que les permitiría un aumento generalizado de ingresos brutos en todo el país. "O el impuestazo, o la maquinita", se justifican en el Instituto Patria

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