
“Soy perfeccionista. Y se ve el resultado: la muestra está impecable , afirmó, sonriente, Jacques Bedel (1947) sobre Ad Infinitum, la exhibición que inauguró en la galería Maman Fine Art con motivo de cumplir 50 años de carrera artística. Las figuras del poder, la elocuencia de los paisajes vacíos, el infinito, el tiempo y la divinidad son algunos de los ejes de reflexión de la muestra, curada por Rodrigo Alonso. Las obras de Bedel incluyen distintos soportes, tamaños y estilos: están las creaciones cinéticas de principios de los ‘70; las esculturas de madera, aluminio y hierro de todas sus épocas; y los trabajos más actuales, donde experimenta con la fotografía impresa sobre plástico y las transformaciones que la luz y el reflejo operan sobre ellas. En diálogo con Clase Ejecutiva, Bedel habló de su vínculo con la política y el poder, su impresión sobre el mercado de arte argentino y los “payasos ilustres que, a su criterio, abundan en el sistema artístico nacional.
¿Cómo te definís: arquitecto o artista?
Me definiría como una persona inquieta, a quien le interesa todo. Soy un artista y también soy un arquitecto. Lo que hago es para despertar determinados disparadores en el espectador. Hacer que la gente se pregunte, se inquiete o se cuestione determinadas cosas.
¿Cuál es el punto de partida para hacer una obra: el material, una interrogación, un concepto?
Es la idea. Creo que ese es el cambio de paradigma del arte desde que se inventó hasta el siglo XIX. Antes, el arte reproducía las situaciones en la naturaleza o se hacían retratos o situaciones clásicas porque no había ni un medio para reproducirlas. A partir de la fotografía y el cambio de pensamiento, donde la religión y los arquetipos clásicos del arte se van dejando más de lado, se da paso a una idea. Creo que lo que hace el artista ahora es, más que nada, generar una inquietud o incluso un cambio de punto de vista para hacerte ver las cosas de otra manera.
¿Cómo fue el proceso de selección de obras para la muestra, que es un balance de 50 años de trabajo?
Se titula Ad Infinitum, que quiere decir hacia el infinito o desde el infinito. Fue elegir, de cada etapa, alguna obra que representara ese planteo. No me gusta quedarme en la misma imagen. Es muy difícil que haga una cosa y la repita durante cinco años seguidos. Hay ideas que retomo, pero reprocesadas. Hay ideas que vengo haciendo desde hace 20 años con distintos materiales, distintos tamaños, pero es una idea que va a cambiando, no siempre es la misma.
¿Por qué en tus trabajos hay tantas referencias al poder y a la dominación?
Porque son ineludibles a la esencia humana. La especie funciona sometiéndose o sometiendo: es darwinismo puro. La selección natural, la preeminencia del más fuerte... En la medida que el más fuerte tenga limitado su poder por la unión de los más débiles, se establece un equilibro que es deseable, porque si no nos iríamos al diablo.
En la obra Paradise lost mostrás movilizaciones de las agrupaciones sociales Tupac Amaru y Kolina. ¿Cómo te vinculás con la política?
Aborrezco la política y todos los políticos, no me importa de qué pelo o color sean. Tomo las distintas circunstancias que me rodean en el momento. Esta –señala la obra, de 2015– era la política predominante, la manera de hacer política: el amontonamiento de la gente, que es digitada y manejada sin saber por qué.
¿Cómo ves el sistema del arte argentino hoy?
En la Argentina hay artistas extraordinarios y hay payasos ilustres, como en todos lados. La universalización de la imagen atenta mucho contra la independencia de cada uno. Hay mucho de ver qué es lo que se está haciendo, qué es lo que está de moda: entonces, vamos a hacer lo que está de moda en vez de sentarnos, procesar y generar ideas.
En esa lógica, ¿el mercado del arte qué lugar ocupa y qué responsabilidad tiene?
¡No existe en el país! Es muy reducido, hay muy poca gente a la que le interesa el arte... A eso hay que sumarle todas las trabas burocráticas y todos los inconvenientes que tiene el artista para hacer lo que se le ocurra. Eso habría que cambiarlo.
Llevás 5 décadas de trayectoria. ¿Qué sigue?
Estoy todo el tiempo pensando. A veces me quedo un mes seguido mirando un punto fijo, haciendo funcionar las neuronas, y de repente ¡paf!, me largo a hacer algo. Creo que no me aburrí ni un solo minuto de mi vida. Ni uno solo.
Ad Infinitum puede visitarse hasta el 21 de julio en Maman Fine Art Buenos Aires (Av. del Libertador 2475)
La versión original de esta nota fue publicada en la edición 190 de Clase Ejecutiva, la revista lifestyle de El Cronista Comercial.















