"Sueño con una Argentina de pie. Con una Argentina grande, rica y poderosa donde cada niño pueda desplegar su potencial genético para tener igualdad de oportunidades. Sueño con que se iguale hacia arriba y no hacia abajo, con un país con la secundaria completa". Quien anhela con fervor y trabaja con pasión para cumplir esos sueños es Abel Albino, el médico pediatra que lucha contra la desnutrición infantil desde Conin (Cooperadora para la Nutrición Infantil).

La fundación, que preside desde hace 18 años, cuenta con un centro de prevención y uno de recuperación en la ciudad de Mendoza, además del Centro Operativo de la Red (COR), en Buenos Aires, cuya función es la coordinación, expansión y difusión de las acciones de la organización. Así, en el país existen 35 lugares donde se trabaja bajo la metodología Conin, focalizada en la prevención y recuperación de la inanición infantil en base a los pilares de docencia, asistencia e investigación. A nivel internacional, ya existen cuatro instituciones -dos en Paraguay, una en Perú y otra en Gambia- que tomaron el ejemplo mendocino -"aportamos el know how solidario", valora Albino- para obtener sólidos resultados.

Desde Conin, entonces, Albino impulsa un trabajo multidisciplinario para prevenir y revertir la desnutrición. Es que se trata de un problema mundial, consecuencia del subdesarrollo. "De nada sirve que alimente a un chico por un tiempo si lo devuelvo al ambiente hostil del que proviene. Si queremos quebrar la desnutrición, lo que debemos hacer es implementar un abordaje integral de la problemática social que le da origen. Tenemos que ofrecer educación nutricional, formación para la salud, lactancia materna, jardín de infantes, estimulación temprana, escuela de artes y oficios, programas de educación agraria, lectoescritura para analfabetos, ropero familiar, escuela para padres, tratamiento de recuperación de adicciones", enumera Albino, como pilares de una larga lista de servicios que permitan forjar grupos parentales preparados, responsables y autosuficientes.

Y, sin necesidad, aclara que "no hablo de la piel del oso que habría que cazar, hablo de la que ya cacé". Por sus acciones, fue condecorado en Estados Unidos, Europa y la Argentina. Además, es miembro de número de la Academia Nacional de Educación y de la Academia de Ciencias Sociales de Mendoza. También, Doctor Honoris Causa por la Universidad Siglo 21, profesor notario extraordinario de Nutrición en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y asesor científico de la ONG Nutrición sin Fronteras, entre otros importantes reconocimientos cosechados en todo el mundo.

La actividad diaria de quien dedica su vida a combatir la desnutrición infantil es, sin duda, agotadora. En ocasiones, desesperante. Pero Albino asegura que siempre vale la pena porque "todos los días salen, de nuestros centros de prevención y tratamiento en la Argentina, alrededor de 2.500 chicos. Ya hemos recuperado a más de 10 mil. Y en el hospitalito de Mendoza tenemos un privilegio: 900 desnutridos graves recuperados con tasa cero de mortalidad. Es un hándicap que no tiene nadie en el mundo. Ese es nuestro orgullo".

El fruto del servicio

Enamorado de su profesión, pero sobre todo de lo que mediante ella puede lograr, Abel Albino se recibió de médico en la Universidad de Tucumán y, posteriormente, se especializó en Pediatría en la Universidad de Chile, donde conoció a su mentor y profesor, Fernando Mönckeberg, el destacado especialista que fundara Conin y el Instituto de Nutrición y Tecnología en Alimentos (INTA), ambos en Chile. El argentino también se doctoró en Medicina en la Universidad de Cuyo y viajó a Europa para dedicarse a la biología molecular. "Cuando llegué, me encontré con países tan pequeñitos pero tan poderosos que no dejaba de pensar en el nuestro, que es tan grande y tan rico pero está tan arruinado.

"En esas circunstancias, un día encontré un diario tirado en la calle, donde se publicaba una entrevista a la Madre Teresa de Calcuta. Me llamó la atención que le preguntaran qué era la paz. Y, como yo mismo no estaba en paz, me pareció prudente leer lo que decía: 'El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz'. Me encantó. Renuncié, entonces, a la posibilidad de una vida de lujo que tenía en Europa y volví a la Argentina", explica en un bar porteño, mientras el caos urbano no reconoce -no se detiene a conocer- a este hombre de porfía voluntad que es un orgullo nacional.

Así fue que Albino abandonó su puesto en la Clínica Universitaria de la ciudad de Navarra, convencido de que "tenía que servir, pero sin saber a quién ni cómo, y con el argumento de que estaba haciendo una especialidad del futuro cuando soy hijo de un país que no tiene solucionado su pasado". Así, comenzaba a germinar en él una intención fértil que, sin embargo, todavía necesitaba tiempo para florecer. De hecho, regresó al Viejo Continente en 1992 con un contrato firmado. Pero aprovechó la ocasión para, ferviente católico, presenciar la beatificación de Josemaría Escrivá de Balaguer, el sacerdote español fundador del Opus Dei y canonizado en 2002. El hecho lo inspiraba especialmente "porque San Josemaría había iniciado sus labores en los hospitales de España, con gente muy pobre".

En aquella ceremonia, el Papa Juan Pablo II dijo, según recuerda el propio Albino: "Sigan el ejemplo del beato: ocúpense de los más necesitados". Entonces, la emoción y la decisión de consagrar su vida profesional a los niños con problemas neurológicos no tardó en invadir al pediatra quien, junto a su esposa, organizó un curso sobre el tema al que invitó a Mönckeberg. En ese contexto, su mentor "habló de la única debilidad mental que se puede prevenir y revertir y que es, a su vez, la única creada por el hombre: la desnutrición".

Y, entonces, se gestó el desembarco de Conin en la Argentina...

Claro. En el '92 yo estaba con toda esa milonga en Europa pero volví y me entrevisté con Mönckeberg en su casa para preguntarle si me enseñaría sobre desnutrición y si se vendría con nosotros a Mendoza para abrir una fundación para niños con esa problemática. Me abrazó y me dijo: "No sabés lo feliz que vas a ser". Esta entrevista que Clase Ejecutiva me hace hoy es, para mí, un privilegio. Un gusto. Una maravilla. Un cariño al alma. Porque yo no necesito ayuda. ¡Mis chicos necesitan ayuda! Y somos nosotros, los adultos, los que tenemos que procurarles esa asistencia. El compromiso de cada uno y la unión de todos la va a hacer posible. Tenemos que entender, definitivamente, que vamos a salir adelante el día en que nos demos cuenta de que todos juntos debemos trabajar: los gobiernos con las ONGs y la comunidad toda. Aquí no hay salvaciones individuales. O salimos todos o nos quedamos todos.

A Albino, entusiasta lector, le gusta citar a grandes pensadores, políticos y poetas. Afirma que no hay que olvidar lo que Juan Bautista Alberdi decía hace 150 años: "Gobernar es poblar. Hay que combatir la pobreza y la ignorancia porque la pobreza se vende y la ignorancia se equivoca". Recuerda, también, a Domingo Faustino Sarmiento cuando proclamaba que "hay que hacer de la patria una gran escuela". Es que, asegura el pediatra tucumano, "cuando campearon estos conceptos, la Argentina llegó al séptimo lugar del mundo. Con defectos, sin duda. Con cosas para mejorar, por supuesto. Pero la trepada que dio en 30 años fue gigantesca". Por eso, invita a leer la crónica que George Clemenceau escribiera a propósito de su residencia en Buenos Aires cuando, al cumplirse el primer centenario de la Argentina, el gobierno francés lo envió como embajador extraordinario y plenipotenciario.

"Viene y queda boquiabierto. Escribe que está todo por hacerse pero que se hace a velocidad". Asimismo, Albino apunta, fervoroso, que "cuando el Banco de Boston decide abrir su primera sucursal en el mundo, lo hace en Buenos Aires. Cuando el Rockefeller Center se empieza a construir, el edificio Kavanagh ya existía; cuando la Standard Oil construye su primer kilómetro de oleoducto, Mendoza ya tenía 35 kilómetros. En 1913 tenían subte Moscú, París, Londres y Buenos Aires. Y la Argentina fue el primer país del mundo que quebró el analfabetismo".

¿Qué nos pasó después?

Según un informe económico de la Universidad de Buenos Aires, hubo cuatro etapas. Primero, gobernó la aristocracia intelectual, que es la única válida. Después, gobernó un poco la oligarquía, entre la que hubo gente que quiso hacer sus negocios. Más tarde, llegó la demagogia, que sembró odios con efecto residual. Y luego la cleptocracia, el gobierno de los ladrones.

¿Cuáles cree que son los errores y prejuicios más comunes que entorpecen el abordaje del problema de la desnutrición?

Un grave defecto es que, en cuanto uno habla de desnutrición o de corrupción, siempre hay alguien que se ofende porque cree que se lo está señalando. Y es, en verdad, una realidad objetiva. Otro error es personalizar los conflictos: enseguida se generan disputas y odios, cuando lo que hay que hacer es amar al odiado y odiar el error. Tenemos que atacar los errores, no a las personas. El asunto no es no caerse sino tener la voluntad para levantarse.

Pequeños gigantes

"No te des por vencido, ni aún vencido/ no te sientas esclavo, ni aún esclavo/ trémulo de pavor, piénsate bravo/ y acomete feroz, ya mal herido./ Ten el tesón del clavo enmohecido/ que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo/ no la cobarde estupidez del pavo/ que amaina su plumaje al primer ruido./ Procede como Dios que nunca llora/ o como Lucifer, que nunca reza/ o como el robledal, cuya grandeza/ necesita del agua, y no la implora./ ¡Que muerda y vocifere vengadora, ya rodando en el polvo, tu cabeza!". Tras recitar el poema de Almafuerte, Albino reconoce que "es exagerado, pero también bonito y motivador. Tenemos que ir una y mil veces detrás del objetivo si tenemos la cabeza y el corazón borracho de ideales. Hay que vivir enamorado. El amor es la energía vital que nos activa. Hay que decir: ¡Qué bonito país! Por eso, es bueno que haya gente que se involucre en política, es muy necesario", reflexiona.

Sin embargo, ha dicho en varias ocasiones que no aceptaría cargos políticos...

No es lo mío. Si mañana me tienen que operar un riñón, me sorprendería mucho que el cirujano no fuera un especialista; o si el que tiene que manejar el avión con el que me vuelvo a Mendoza, no fuera piloto. Sin embargo, nosotros ponemos como embajadores a personas que no son diplomáticos de carrera. A mí no me entra en la cabeza una cosa así. ¿Cómo puede improvisarse un funcionario? ¿No tendría que ser gente preparada?

¿Qué políticas o medidas básicas aconsejaría poner en marcha para combatir el hambre y la indigencia?

Desde la autoridad que me dan mis 64 años de vida, mis 40 años de médico y mis casi 20 años dedicados a la desnutrición y a la pobreza puedo decir que, si quiero un gran país, tengo que hacer cinco cosas. Primero, preservar el cerebro durante el embarazo y el primer año, que es cuando se forma el 80 por ciento de su peso. Segundo, educarlo: la educación es una semilla maravillosa pero, como toda semilla, necesita un sustrato. Y el sustrato anatomofisiológico y funcional donde se siembra la educación es un cerebro intacto: si no lo tengo, no tengo qué educar. Pero si tengo cerebros intactos, tengo que alimentarlos y estimularlos adecuadamente. Porque no sólo de pan vive el hombre: un niño cablea su cerebro y lo hace crecer si le doy una cucharita de leche y un beso. No lo hace si no lo mimo, si no le hablo y si no le canto, porque el chico no está contento y, entonces, no se desarrolla. En tercer lugar, y simultáneamente, tengo que instalar cloacas. En cuarto, agua corriente fría y caliente y, en quinto, luz eléctrica en cada casa argentina. Si se hacen esas cinco cosas, tendremos un país potencia en 30 años. Pero, para eso, hay que dejar de pensar en las próximas elecciones y pensar en las próximas generaciones. Eso es lo correcto, lo digno, lo honorable. Eso es lo que el ahora nos reclama.

Desde Conin no sólo se enfocan en el niño sino también en su entorno familiar. ¿En qué aspectos falta hacer hincapié?

Si el principal agente sanitario que tenemos es la mamá, mal nos podemos servir de ella si es analfabeta. Tengo 20 ejemplos, pero te doy uno. Un día, en mi consultorio, hablé con una señora y le comenté que, a pesar de que hacía como un mes que le estaba dando leche para la criatura, su hijo no aumentaba de peso. ¿Qué pasa?, le pregunté. Me contó que la leche se la daba a su marido porque era él quien aportaba en la familia y no el chico. Le expliqué que esa criatura ni aportaba ni iba a aportar porque si no desarrollaba su cerebro dentro del año, estaba frito: iba a ser un débil mental, luego no tendría posibilidades de ir a la escuela o entraría en un círculo de repitencia y, finalmente, deserción. Se escuchan muchas explicaciones sobre las causas del fracaso escolar, pero nadie habla de la malnutrición. Se dice que los chicos repiten porque, como no hay tradición de escolarización en la familia, no les gusta ir a la escuela. ¡No! El chico repite o deserta porque no tiene cerebro. ¿No es raro que el 80 % de los grandes criminales hayan sido desnutridos de segundo y tercer grado? ¿No llama la atención que el 80 % de los presos en las cárceles de Buenos Aires no tengan la primaria completa? Eso nos dice algo, nos grita algo. Ese recurso humano dañado no va a tener ninguna inserción educativa el día de mañana, mucho menos aún laboral.

¿En qué condiciones viven los niños con los que trabaja?

Nosotros nos metimos en los ranchos. Me senté en sus camas asquerosas. Vi cómo viven. Vi chicos durmiendo en un pozo en la tierra tapados con perros porque no tienen ropa de cama, ni abrigo, ni estufa, ni techo, porque es un nylon. Como se tapan con el perro, tienen parásitos; como tienen parásitos, tienen anemia; como tienen anemia, poco entienden en la escuela. Hicimos un estudio y detectamos, por ejemplo, que el 75 % de los chicos la tienen y que el 50 % de esas anemias son compatibles con transfusión de sangre. Esto quiere decir que tienen hematocritos debajo de 28 y hemoglobinas debajo de 8. Un cirujano te dice que no los puede operar porque están desangrados. La anemia los convierte en zombies: van a la escuela porque les dan algo de comer. También hicimos una investigación de parásitos con la Universidad Maza de Mendoza y detectamos cuatro familias de parásitos por niño. Ya lo decía Ramón Carrillo: "Los hongos, los virus y las bacterias como causas de enfermedad son pobres causas al lado de lo que produce la falta de saneamiento ambiental". Y Sarmiento agregó: "La luz es como la vista y el agua es como la sangre de un cuerpo".

Albino se indigna a medida que repasa el estado de situación de tantos niños en la Argentina. Pero recobra la sonrisa y la alegría cuando se le pregunta qué es lo que le han enseñado ellos, sus pequeños pacientes, durante estos años. "¡Muchísimo! Nos enseñan que tenemos que ser más buenos. Que tenemos que terminar con la estúpida guerra del hombre contra el hombre e iniciar la única guerra que vale la pena, la única en la que todos ganan, que es la guerra contra el hambre", reclama.

Por eso, lejos de la bronca y la impotencia que experimenta tantas veces, Albino asegura que el mayor momento de disfrute es "cuando entramos al hospital y se escuchan sus gritos de alegría. Es la primera señal de que ya no nos necesitan y les podemos dar el alta porque, en cambio, cuando están con la enfermedad, son seres opacos, apagaditos, quietos".

El futuro es hoy

"La mortalidad infantil es un indicador indirecto de desnutrición", asegura el pediatra mendocino. En el país, la tasa oscila entre el 4,8 % en Tierra del Fuego y el 20 % en Formosa, según el relevamiento de Conin. "Es que, normalmente, la gente más pobre va a los lugares del noreste porque son más cálidos y tienen frutos con los que se pueden alimentar", explica Albino.

¿Las causas de desnutrición son, en todos los casos, las mismas?

La clave del conflicto está en la educación. Pero, claro, tenemos que tener cerebros para educar. ¿Sabes cuánto pesa un cerebro de un niño cuando nace? Seis monedas de un peso. Es decir, 35 gramos. Cuando camina, 150 monedas o 900 gramos. Y de adulto, 200 monedas o 1,2 kilo. ¿Por qué aumenta si nacemos y morimos con la misma cantidad de células? Porque cada neurona -de las 100 mil a 140 mil millones que tenemos en 3 milímetros de espesor- emite 15 mil cables si tiene buena alimentación y buena estimulación. Ese cerebro cableado puede ser educado. Europa salió de sus dos guerras absurdas porque el intelecto estaba intacto; mientras que América latina no supera su atraso crónico porque nuestro intelecto está dañado. Este es el principal tema en la Argentina, en la región y en el mundo. Es un grave problema que, entiendo, debería ser política de Estado.

El absurdo de la desnutrición en un país con tantos recursos como la Argentina ilustra, entonces, la paradoja de lo que ocurre en el mundo entero...

Sin duda. Las crisis mundiales son crisis morales. Estamos en una profunda crisis moral. El problema de las hipotecas en Estados Unidos no lo provocaron los tontos: lo causaron egresados de colegios y universidades maravillosas como Harvard y Yale. Pero, cuando un hombre no tiene moral...

Cuando semanas atrás el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (Unfpa) reveló que la cantidad de habitantes en el planeta llegó a los 7 mil millones, surgieron nuevos debates sobre la problemática de los recursos. ¿Qué opina al respecto?

¡No pasa nada! No pasa absolutamente nada porque, si bien es cierto que hay más bocas para comer, no es menos cierto que hay más brazos para trabajar y más cerebros para pensar. Malthus se equivocó absolutamente. (N. de la R: El clérigo británico Thomas Robert Malthus es considerado uno de los primeros demógrafos. Miembro de la Royal Society, logró reconocimiento por su teoría poblacional en la que señalaba que las personas se reproducen más rápidamente que los alimentos). Y se equivocó porque no pensó en la ingeniería genética. Hoy tenemos producción de alimentos en cantidades industriales. Lo que falta es bondad y sentido común. Insisto, el hombre no mata con el cuchillo, mata con el corazón. Es ahí donde hay que hacer el cambio.

Tras enfrentarse a tantos sinsabores de la realidad, ¿cuáles suelen ser sus últimos pensamientos del día?

Yo ya tengo mi vida hecha. Soy feliz con lo que soy. Me encanta mi profesión. Pero un día me harté de ver pobreza y miseria. Por eso, siempre pienso qué corregir y qué mejorar. También, cómo contagiar entusiasmo porque no sé cuanto voy a vivir. El diario Los Andes publicó, hace unos días, que unos 25 mil chicos mendocinos ni estudian ni trabajan. Una gran nación se hace con miles de niños leyendo. Eso dice la biblioteca Leopoldo Lugones en Capitán Giardino, en Córdoba. Finlandia, por ejemplo, es un gran nación: cero corrupción, cero analfabetos, educación obligatoria hasta los 16 años y el dato más importante: nació el 6 de diciembre de 1917. Es decir, acaba de cumplir 90 años y es uno de los primeros países del mundo. Nosotros tenemos 200 años y seguimos diciendo que somos un país adolescente. ¿Hasta cuándo nos va a durar la adolescencia?

Las claves del método conin

La Fundación Conin, presidida por Abel Albino, trabaja en la prevención y recuperación de la desnutrición infantil a través de los tres pilares que constituyen las áreas de docencia, asistencia e investigación. En el primer caso, se trata de promover el desarrollo integral de la familia. Para ello, se brindan programas tendientes a capacitar a los padres para que ellos puedan no sólo satisfacer las necesidades del niño sino elevar sus expectativas culturales y sociales. En cuanto al pilar ligado a la asistencia, Conin ayuda a los beneficiados mediante esfuerzos grupales pero sin caer en acciones que generen más dependencia y falta de autoestima. Finalmente, la investigación científica sobre la problemática de la pobreza y la desnutrición es constante, para poder realizar estrategias adecuadas, siempre con el objetivo de priorizar la educación y el desarrollo saludable los niños.

Hombre de fe y familia

"Fui permeable al pedido de Dios", asegura el pediatra Abel Albino. Sospecha que dejó la biología molecular para dedicarse a la pobreza y a la desnutrición "porque dos angelitos, la Madre Teresa de Calcuta y el Papa Juan Pablo II, me orientaron. Y el telón de fondo fue San Josemaría". La religión y la fe son pilares en la vida de Albino, pediatra entusiasta que proviene de "una familia católica, apostólica, romana".

Recuerda que, a los 40 años, leyó Las aventuras de Don Bosco, de Hugo Wast. "Creía que iba a ser un plomazo pero, cuando lo terminé, pensé que había sido una pena que los curitas de mi escuela no aprovecharan para que todos los chicos lo leyésemos. Si hubiera tenido ese modelo quizás hubiera empezado esta acción social muchos años antes", se lamenta el presidente de Conin, la institución desde la que lucha contra la desnutrición infantil.

Pero lo cierto es que, desde hace 18 años, realiza un trabajo sostenido en la Argentina, país por el que siente un gran amor. Destaca que su padre le decía, cada vez que contemplaba el desierto mendocino conocido como la Laguna de Guanache -aunque de laguna mantiene apenas el nombre, porque hace más de 150 años que no existe-: "Hijo, tenés que querer estas piedras y estos sauces porque nos dieron todo. Aquí están enterrados tu abuelo, tu bisabuelo, tu tatarabuelo y tu chozno". Ahora, allí también descansan el padre y la esposa de Albino, con quien el doctor tuvo cinco hijas que hoy cuentan entre 22 y 29 años. Él no ahorra halagos cuando habla de ellas y asegura que, afortunadamente, heredaron muchas cualidades de su madre. "Tuve la suerte de estar casado 22 años con un ángel. Ella era una persona con una inteligencia, una cultura y una fe muy poco común. Pero en enero de 2000 sufrió un derrame cerebral y dos días después me llamó a la habitación y me dijo: 'Pase lo que pase conmigo, no te quiebres. Seguí adelante. Lo que hacés es muy bonito'. Esas palabras fueron un mandato. Aunque me cueste, aunque no pueda, sigo porque se lo prometí", confiesa este hombre de buena madera.