El verano asfixia en una enorme casona de un pequeño pueblo de campo. No obstante, las siete mujeres que aparecen en escena lucen tapadas de pies a cabeza por solemnes vestidos negros. Dos son empleadas domésticas, las otras cinco, las hijas de la dueña de casa. Las hijas de Bernarda Alba, la mujer que acaba de enviudar.

Apoyada sobre un bastón, abanico en mano y con ropaje negro azabache que hace contraste con su rubia cabellera recogida por un ceñido rodete, entra Bernarda Alba. José María Muscari quiso que Norma Pons sea su Bernarda Alba. Esta actriz de un metro ochenta y pulposas curvas que algunos habrán visto brillar en su época de esplendor como vedette del Maipo, y los más jóvenes (o no tanto) interpretar desopilantes personajes en TV como partenaire de Antonio Gasalla, ahora encarna al mítico y universal personaje de Federico García Lorca.

Ama y señora de todo, con una seriedad en su cara y en su andar que impone el respeto hasta de las cucarachas, la viuda declara que en esa casa, el riguroso luto impuesto por su Iglesia Católica durará ocho años. Sus cinco hijas solteras deberán acatarlo: castidad extrema, estricto negro, encierro permanente y total prescindencia de sonrisas. Estas medidas, que bordean lo demencial, provocarán en sus hijas, que tienen entre 20 años y 40 años, las más diversas reacciones.

Una de las características de Muscari es armar elencos de diversas formaciones. En este caso, el director metió en la coctelera actrices que son más populares en televisión, otras más identificadas con el cine y algunas exclusivamente del teatro. El resultado final es parejo, cada actriz logra destacarse durante los 70 minutos que dura la puesta.

Otra marca de Muscari pasa por algunos guiños al público local: “yegua”; “marimacha” o “sucia” se dicen entre sí las mujeres, tomando alguna licencia del texto original del autor de Granada.

Lejos de la sobrecargada escenografía que podría esperarse para una obra contextualizada en la década del 30 del Siglo XX, en una vieja casona donde lo medieval es lo omnipresente, el ambiente está casi despojado de muebles, reina el espacio vacío, tal vez en un intento de Muscari por hacerle lugar a la fuerte carga que ya de por sí tiene el texto.

“Lo importante es mantener la fachada, que en el pueblo nadie sepa lo que sucede en esta familia”. Con esas palabras y sin eufemismos, se impondrá el orden intramuros. Esa es la verdadera religión, política e ideología que rige en la casa de Bernarda Alba. Así corra histeria, represión sexual, envidia, hipocresía y hasta sangre entre las mujeres que la habitan.

Ficha Técnica:

Elenco: Norma Pons, Andrea Bonelli, Adriana Aizenberg, Mimí Ardú, Florencia Raggi, Valentina Bassi, Martina Gusman, Lucrecia Blanco, Florencia Torrente
Adaptación y Dirección: José María Muscari
Producción General: Javier Faroni
Vestuario:Renata Schussheim
Escenografía: Jorge Ferrari
Luces: Gonzalo Córdova

Teatro: Regina Tsu (Santa Fe 1235)