Cada vez que el Indec difunde el dato mensual de inflación el Gobierno dispara una batería de medidas destinadas a controlar el alza de los precios más sensibles al bolsillo del consumidor. Los sectores que quedan por encima del promedio del índice general enfrentan una situación adicional: la amenaza de que se abran las importaciones como instrumento para disciplinar la remarcación.

Esta posibilidad, que pende sobre algunos rubros como una espada de Damocles, se topa con una limitante de relevancia: el Banco Central no cuenta con los dólares suficientes como para lanzar un operativo semejante. La situación coyuntural parece dejar a resguardo a aquellos empresarios que no le ponen un freno a la dinámica inflacionaria.

"Lo que veo es que sería una amenaza concretable en la medida que el Gobierno tuviera las divisas necesarias como para poder abrir las importaciones, cosa que no va a pasar -señala a APERTURA el economista Aldo Abram, director Ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso-. Las restricciones a las importaciones van a continuar porque el cepo cada vez genera más escasez". Y añade: "Lo que sí podría ocurrir es generalizar y formalizar esto de liberar las importaciones pagando los empresarios con sus propios dólares o recurriendo a dólares paralelos. Eso permitiría conservar lo que son los consumos de la Canasta Básica, lo más relevante dentro del IPC en términos de impacto sobre el bolsillo de la gente. Claro que no es una recomendación de política económica, es sumamente ineficiente, es cómo zafamos hoy. Nada más".

El análisis coyuntural obliga a ir de lo general a lo particular. La visión macro le cede paso entonces a la opinión de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), representada en la voz de su gerente general, Fernando Furci: "Hay muchos trabajos que ponen en evidencia la relación directa entre el aumento del proteccionismo y el incremento de la inflación. En muchos rubros hay mucha protección y son justamente los que más han aumentado precios. Generar competencia trae un efecto sobre los precios. Crece la oferta, se compite, se regula y el consumidor se beneficia al tener más para elegir. No va a dar una solución de fondo, podría ser un parche temporal, pero debería ser una medida tomada en el contexto de una política de comercio exterior. No debe ser un elemento aislado".

Los industriales abren el paraguas. Para ellos la apertura de importaciones debe darse fundamentalmente en el canal de los insumos, elemento clave para que la actividad económica no se detenga. Lo de importar bienes finales como modelo disciplinador de precios es, al menos para ellos, harina de otro costal.

"La inflación viene de la macro. Luego habrá temas puntuales sectoriales que atender. Hay precios internacionales que atender. Lo importante es que haya divisas para importar porque si no, se recargarán los precios sobre los costos. El salto de inflación tiene que ver con el salto de la brecha cambiaria y la imposibilidad de importar. Eso limitó la oferta y aumentó los costos de reposición", explica Diego Coatz, director Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina.

"Salvo en algunos rubros, el 80 por ciento de lo que se importa no se produce localmente -agrega el economista-. Ocurre que se van acumulando los problemas. Esto viene de hace bastante tiempo y se agravó desde mayo o junio. No hay dólares y esto se refleja en la brecha cambiaria. Tenemos múltiples tipos de cambio. El trasfondo de eso es esto, los problemas de la macro".

De los sectores que siempre quedan, mes tras mes, por encima del índice general, el de los textiles sobresale por su protagonismo. El rubro está siempre en el ojo de la tormenta, blanco fácil para las críticas por ser una actividad que sube los precios y, al mismo tiempo, se ve beneficiada por las barreras arancelarias contra la importación de prendas terminadas.

Los industriales textiles suelen ensayar siempre en su defensa aquel argumento de que es la fuerte carga impositiva la que termina por ponerle el precio a la ropa. "Hasta el portón de la fábrica somos muy competitivos", repiten hasta el hartazgo.

Con meses en los que el incremento de precios en el sector trepó hasta el 10 por ciento, la amenaza de apertura de importaciones pareciera ser dirigida exclusivamente hacia ellos. El empresariado atrapa el desafío en el aire y, giro argumentativo mediante, termina por tener una postura ofensiva ante la amenaza: "Tenemos bastantes fábricas paradas, en algunos casos con mucha parada de producción. Ya es alarmante la situación, no es algo incipiente sino algo que se profundiza y que continuará profundizándose. Por ende, esto de que nos puedan abrir las importaciones para disciplinar precios, en realidad lo que necesitamos justamente es que se abran las importaciones. Lo que estamos pidiendo es que por favor nos permitan importar los insumos para producir", enfatiza Luciano Galfione, titular de la Fundación ProTejer.

El diálogo crece en intensidad, se redobla la apuesta. Galfione brinda como ejemplo el caso de los zapatos, donde la capellada es importada. "¿Quieren traer zapatos importados? Traigan, pero van a gastar más dólares importando zapatos que trayendo el hilado para fabricar los zapatos. Todas las medidas de importación que se dice que pueden tomar como una política aleccionadora termina siendo más perjudicial que abrir la importación de las materias primas que no se producen en la Argentina", recalca.

En medio de esta pulseada el Gobierno implementó el nuevo esquema importador, denominado Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA). Como todo, el modelo tiene sus pros y contras. A favor, dicen los expertos, está el hecho de que ahora las fechas de pago las establece la Secretaría de Comercio y no el Banco Central. El lado negativo es que todas las compras cayeron bajo licencia no automática y casi no se aprueba ningún ingreso.

"El nuevo sistema viene a ordenar un problema. Había distintos estamentos del Estado que estaban trabajando de manera inconexa y provocaban un lío bárbaro. Autorizaban de un lado sí y del otro lado no. La buena noticia es que eso se está ordenando. El tema es que hasta el momento no se ha aprobado nada. Lo que antes salía en forma automática, que era la autorización de la importación, hoy no sale porque se pasó todo a licencias no automáticas -subraya Galfione-. Antes salían de manera automática en 48 horas. Es cierto que si lo aprobasen, ya sale con la fecha de pago. Antes el problema era que lo aprobaban en 48 horas pero no podías pagarlo. La idea es buena pero la implementación no está siendo efectiva".

Sin dólares para agilizar las importaciones es poco probable que el Gobierno pueda llevar a la práctica la amenaza de abrir las fronteras para que los productos extranjeros terminen por generar una competencia que le ponga un freno al alza de precios de los bienes producidos localmente. La idea, tal vez, se postergue para cuando un potencial cambio de gobierno instale ideas liberales en la conducción económica. "Cuando se abra el cepo, lo primero que hay que hacer es abrir la economía. Esto de proteger señores que se hacen ricos a costa de que nosotros seamos pobres, me parece que no es el rol que debería tener el empresariado para el bienestar de un país. Están poniendo el caballo detrás de la carreta", redondea Abram.

Esta nota se publicó originalmente en el número 348 de revista Apertura.