Canadá importa más autos de México que de Estados Unidos. China desairó a los productores de porotos de soja norteamericanos en plena cosecha y le compra a productores de América del Sur. La India y China reanudaron vuelos directos y comercian con tierras raras, poniendo fin a años de relaciones congeladas.

Empiezan a emerger nuevos contornos del comercio mundial en tanto los gobiernos modifican alianzas comerciales y las empresas buscan otros mercados para eludir los más elevados aranceles estadounidenses desde la década de 1930.

También las economías más pequeñas se están adaptando a un mundo en el que es más costoso llegar a consumidores y empresas estadounidenses. Perú busca en Asia compradores de sus arándanos. Un grupo de 14 países entre los que están Nueva Zelanda, Singapur, Suiza y Emiratos Árabes formó una asociación para fomentar el comercio y las inversiones.

La economía mundial contrarió las expectativas de una recesión desatada por las represalias a los aranceles de Donald Trump. El giro de Estados Unidos hacia el proteccionismo demostró, en cambio, la durabilidad del 85% del comercio mundial que sucede fuera de sus fronteras. En octubre, la Organización Mundial de Comercio (OMC) revisó de 0,9% a 2,4% su pronóstico de crecimiento en el comercio de productos para 2025.

“Claramente hay nuevos intentos de formar otras alianzas, profundizar las relaciones existentes y crear otras nuevas”, afirma Cecilia Malmström, excomisionada europea de comercio y ahora investigadora en el Instituto Peterson de Economía Internacional.

Empresas navieras, administradores de puertos y otros manipuladores de cargas tienen asientos de primera fila ante los cambios. En vista de las barreras comerciales estadounidenses, los productores chinos buscan mercados alternativos, dice Christian González, VP ejecutivo en International Container Terminal Services, un operador portuario de Manila cuyas acciones subieron este año casi un 30%. “Existe un potencial que podría ser muy positivo para nosotros”, agrega.

De momento los cambios en el flujo de mercancías por el mundo son más sutiles que sísmicos, pero ya empiezan a figurar en los datos. El crecimiento de las exportaciones chinas en agosto fue el más débil en seis meses, y los envíos a EE.UU. se hundieron un 33%. Sin embargo, las exportaciones al bloque comercial de 10 países del sudeste asiático subieron casi un 23% en el mismo mes, mientras que las destinadas a la Unión Europea escalaron un 10% y a África, un 26%. Todo indica que la segunda economía del mundo sigue encaminada a registrar este año un superávit comercial récord de u$s 1,2 billones.

Clarksons, proveedor de datos sobre el sector marítimo, prevé para este año una contracción de casi 3% en el corredor transpacífico, la principal vía del comercio entre EE.UU. y China. Pero todas las otras vías de navegación exhiben crecimiento, aunque más moderado que el de 2024.

Foto: Archivo.
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“Resulta claro que se está alterando el mapa del comercio internacional”, acota Ina Simonovska, profesora adjunta de economía en la Universidad de California en Davis. “Vamos a ver muchos más acuerdos bilaterales entre países”, pronostica.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró que ella y otros funcionarios en Bruselas se concentran en expandir la lista de 76 asociaciones comerciales del bloque, lo que incluye acelerar negociaciones años demoradas. Los países europeos están en el proceso de ratificar un pacto sugerido con el Mercosur, el mercado común de países sudamericanos con 780 millones de consumidores que se viene gestando hace 25 años.

Y en septiembre la UE firmó un acuerdo de libre comercio con Indonesia, la mayor economía del sudeste de Asia, luego de casi un decenio de conversaciones. Del mismo modo, en junio se reactivaron las negociaciones de un pacto entre la UE y Australia, en marcha desde 2017. “Ha habido un estímulo para llevar a buen término algunas negociaciones comerciales pendientes”, dice Simon Everett, de la Escuela de Negocios IMD de Lausana, Suiza.

A pesar de las señales de resiliencia, Eswar Prasad, profesor de economía en Cornell y experto en comercio, advierte que la lucha por sellar pactos bilaterales o regionales amenaza con desplazar a las economías más pequeñas, que se han basado en un sistema de normas dirigido por la OMC. “El paso de un sistema en el que todos los países se rigen por un conjunto común de normas a otro en el que cada país lucha por sí mismo será un mundo mucho más difícil para los países que carecen de peso económico”, alerta.

Cabe preguntarse, por ejemplo, cómo le irá al pequeño estado de Timor Oriental, el miembro más reciente de la OMC. Con 1,4 millones de habitantes y un producto bruto interno per cápita de u$s 1300 dólares, este país del sudeste asiático sufrió años de inestabilidad tras independizarse de Indonesia en 2002. António da Conceição, su representante ante la ONU, tiene la esperanza de que la inclusión ayude a su país a diversificar su economía dependiente del petróleo, y abra nuevos mercados para su café, vainilla y frutas.

La guerra comercial de Trump está teniendo repercusiones más cercanas. Ben Knepler dirige True Places, una empresa en Pennsylvania, que diseña sillas de fabricadas en Camboya. Dejó de importar su producto a EE.UU. porque los aranceles hicieron inviable su modelo de negocios. “Es absurdo -dice-. Pero estamos pensando en ser una empresa estadounidense sin operar en Estados Unidos”.