Dólar blue, dólar turista, dólar tarjeta, dólar ficha, dólar transferencia, dólar exportación, dólar ladrillo, dólar arbolito. La lista se alarga día a día, todo a medida que una ciudadanía ávida de billetes verdes va buscando nuevas estrategias para acceder a la divisa. Estrategias que no duran mucho, ya que el Gobierno sale raudo a taparlas y de paso obturar una pregunta que pocos se hacen por estos días en medio del enredo: ¿para qué sirve el dólar oficial?

Contención de la inflación y divisa barata para el Estado son las dos respuestas que más se repiten entre los economistas. Razones que no vienen solas, ya que a esto se le suma el control de las importaciones para aumentar la oferta de divisas en la plaza local, tratando de mantener, por esta vía, al billete verde bajo control.

El porqué del oficial

A la hora de hablar de utilidades, el analista de la Fundación Capital, Federico Cohen, contextualiza un poco y dice que "el actual rumbo que muestra el tipo de cambio oficial administrado por el Banco Central es funcional al discurso del Gobierno. Al mismo tiempo que niega la existencia de un atraso cambiario y de pérdida de competitividad que afecta principalmente a las exportaciones de origen industrial, mantiene en su discurso la preservación del poder adquisitivo de los asalariados".

En este escenario se hace evidente que toda operación que implique una erogación en moneda extranjera sería conveniente hacerla efectiva en el mercado cambiario oficial. Pero el problema es poder acceder al mismo.

Por ejemplo, al hablar de importaciones, Cohen sostiene que para el importador lo mejor no es financiar dicha compra, sino pagarla de contado al tipo de cambio oficial. "Implícitamente estaría sub-facturando, pagando menos hoy de lo que pagaría en los próximos meses". Según datos de la Fundación Capital, durante el primer trimestre de este año el pago de importaciones totalizó los u$s 14.926 millones, y en el segundo, u$s 15.562 millones. Esto es alrededor de la mitad de lo que se gastó en importaciones el año pasado, cuando no existían los controles de hoy.

"Para el Gobierno es una medida de contención del impacto inflacionario", dice taxativo Luis Palma Cané, titular de la consultora Fimades. "Si libramos el tipo de cambio nadie sabe a cuánto podría irse, aunque probablemente quedaría en un nivel un poco menor al informal", reflexiona. Y la trama se complica ya que, según dice, "si pensamos en la tradición argentina, esto se trasladaría a los precios, siendo el gran peligro que todo se tradujera en mayor inflación". Esto, porque "en el porcentaje en que se deprecia la moneda se encarecen las importaciones", plantea.

Y en un escenario donde el Gobierno no parece abrirse a la idea de una depreciación de la moneda con una consecuente apertura del mercado libre de cambios, "todo viene de la mano", dice, "ya que el control de cambios actual debe estar atado al control de las importaciones", lo que de paso funciona como un freno de la actividad económica.

"También beneficiaría a quienes emiten deuda comprando dólares para saldar vencimientos de intereses", suma al análisis Cohen. "En el segundo trimestre los pagos de intereses del sector privado llegaron a los u$s 450 millones y la cancelación neta de deuda en concepto de capital totalizó en ese mismo trimestre unos u$s 1370 millones".

De todos modos, advierte Palma Cané, aunque hoy el dólar oficial le permitiría a las empresas "acceder a deuda barata", aun "si se les permitiese importar con el precio del dólar oficial, finalmente se trata de otra distorsión en la economía. Más allá de los objetivos que pueda perseguir, y de si estos puedan estarse alcanzando o no, el problema es la distorsión", cierra.

Para el economista jefe de Inversor Global, Diego Martínez Burzaco, en la actualidad el dólar oficial tiene dos grandes objetivos. El primero, dice, en concordancia con Cohen y Palma Cané, "es evitar convalidar expectativas más altas de inflación que las que ya tenemos permitiendo que ingresen bienes importados relativamente baratos a la Argentina, y persuadir a que haya una presión alcista de precios en la economía a través de los precios de los bienes que se compran en el exterior más caros".

"Lo más importante es contener la inflación", concuerda la economista de abeceb.com, Soledad Pérez Duhalde. Pero advierte que "esto no se consigue totalmente porque ya hay muchos contratos que se van indexando de manera informal". Esto lleva a señalar la existencia de un riesgo devaluatorio, "ya que aunque el circulante del mercado paralelo no sea significativo ni tenga gran incidencia en el comportamiento general de la economía, de todos modos ha impactado en algunas transacciones, como las inmobiliarias", afirma.

El gran ganador

"De todas formas", continúa Martínez Burzaco, "hay que hacer dos salvedades". La primera es que las trabas existentes a las importaciones estarían, a pesar de la intención original, limitando el efecto del tipo de cambio bajo sobre los precios. "Muchos formadores de precios en la economía están considerando el valor informal para determinar los precios de comercialización", apunta. El segundo punto tiene que ver con el Banco Central y la acumulación de reservas. "La autoridad monetaria está comprando las divisas que los exportadores están obligados a liquidar al precio del dólar oficial", dice. Una situación que "por el momento es ganadora para el Gobierno ya que accede a hacerse de divisas a un tipo de cambio más bajo", y que se sumaría a una especie de meta de control inflacionario por parte del BCRA, ya que el Central necesitaría emitir menos dinero para comprar esas divisas, limitando la expansión de la oferta monetaria. "Sin embargo", advierte, "la expansión del circulante crece a tasas del 40% anual por otros motivos, así que pongo en duda la meta inflacionaria al respecto".

Respecto del beneficio para el Gobierno, los demás tienden a concordar. "A cambio de las letras intransferibles en dólares que el Gobierno le coloca al Banco Central, éste le transfiere el equivalente en pesos a una cuenta que el propio Tesoro tiene en el Central", explica Cohen. "Luego, a medida que tienen lugar los distintos vencimientos de deuda, con los pesos transferidos el Tesoro le compra dólares a tipo de cambio oficial al BCRA y salda los compromisos en moneda extranjera. En el segundo trimestre los pagos de intereses del sector público fueron por u$s 1180 millones y la cancelación neta de deuda en concepto de capital totalizó en ese mismo trimestre unos u$s 1200 millones". En ese sentido, apunta, "mientras el tipo de cambio se mueva a un ritmo menor, el costo de adquirir esos dólares en un mercado cambiario excedente, emitiendo pesos como contrapartida, tiene implícito un costo menor para las arcas fiscales".

"El Gobierno compra dólares baratos a los productores", cierra Pérez Duhalde, "y la oferta de dólares se consigue vía controles a las importaciones, evitando que las divisas salgan del país, que hasta el momento de los controles dejaban la economía a un ritmo de u$s 3000 millones mensuales". z we