L Luego de la euforia inicial de los mercados tras el anuncio de rescate por parte de la Unión Europea al sistema financiero español, la desazón parece hacer presa de los españoles. El desempleo no para de subir y la actividad no arranca. Un confundido Mariano Rajoy no da muestras de liderazgo y muchos jóvenes están saliendo de las fronteras ibéricas en busca de un mejor futuro.

A veces el remedio es peor que la enfermedad, y el dicho popular parece hacerse carne en España. La semana pasada, el país había arrancado en medio de la esperanza generada por el anuncio de ayuda de 100 mil millones de euros (unos u$s 125 mil millones) por parte del Eurogrupo. Las condiciones eran las mejores que se podrían haber pedido: una tasa de interés al 3% cuando el país no es capaz de colocar bonos en el mercado por debajo de 6,5%. El monto, equivalente al 10% del PBI español, era la bolsa de agua que Mariano Rajoy necesitaba para poner algunos parches a su sistema financiero.

Tras el anuncio, el lunes la Bolsa de Madrid se levantó con una sonrisa y los mercados internacionales le siguieron el juego. En Nueva York, Londres, Berlín y París, los inversores festejaron la idea de estar viendo la luz al final del túnel. Pero el rescate, y su aceptación, venían con condiciones. Formales y simbólicas. La primera y más importante, aceptar la idea de que un rescate era efectivamente necesario.

Y la ilusión, que no duró siquiera un día solo, se rompió. Luego de subir un 6%, el Ibex (la Bolsa española) terminó la semana apenas un 2% arriba. Es su mejor desempeño en semanas, pero también es muestra del escepticismo de los mercados, que pronto volvieron al vaivén bajista de los últimos dos meses. El riesgo país apenas se movió, The New York Times dijo que la ayuda no era suficiente y que el país necesitaba un segundo rescate, el gobierno británico calificó al salvataje de "deprimente" y dos días después, como golpe de gracia, Moody's anunció una baja en su nota para los bonos soberanos de España que puso a los títulos públicos al borde del "bono basura". El último clavo lo martilló la oficina de estadísticas europea, Eurostat -enclave tecnócrata si los hay-, desde donde se confirmó lo que todo el mundo sospechaba: no hay almuerzo gratis y el pago de los intereses deberá salir de las arcas fiscales españolas. Hoy el pago de intereses por deuda es el segundo ítem más importante del presupuesto español, alcanzando los 28 mil millones de euros este 2012.

A juzgar por la reacción de los mercados, el salvataje ha creado más dudas que certezas para la economía española, aunque creo que aún es muy breve el tiempo que ha pasado para saber si el monto del préstamo es adecuado o no y si servirá para despejar la incertidumbre sobre la economía española, dice el economista jefe de Inversor Global en Buenos Aires, Diego Martínez Burzaco. Según su análisis, aunque momentos como éstos -con los inversores en pánico y los mercados actuando de forma irracional- no son los adecuados para determinar el éxito o fracaso de la ayuda, Martínez Burzaco dice que de todos modos hay una realidad innegable: si la ayuda va a parar a la capitalización de los bancos españoles y éstos utilizan los fondos para financiar el Tesoro, entonces entramos en una dinámica que seguramente agudizará la crisis. España debe apuntar a medidas para fomentar el crecimiento con políticas fiscales prudentes y atendiendo los desbalances para lograr aliviar la situación socioeconómica.

Vox populi

Esto en cuanto al análisis técnico. A la hora de "bajar a la calle", lo que reina es la desazón. "Hace semanas que los españoles vivimos en una angustia permanente y con la certidumbre de que todo va ir a peor, por lo que el anuncio del rescate no ha supuesto un shock o algo inesperado, cuenta en Madrid la directora de la revista de análisis político El Siglo de Europa, Inmaculada Sánchez. "El gobierno de Rajoy lo ha vendido casi como un triunfo por tratarse de un rescate sólo para los bancos, a pesar de que el Estado será el garante. También ha venido a ayudarle' el comienzo de la Eurocopa. Aunque su presencia en el primer partido de España fue muy criticada en la prensa y los partidos políticos, creo que una mayoría de la gente hasta lo vio bien", dice.

Lo cierto es que, más allá de los triunfos deportivos, los negocios y la clase media han debido buscar nuevas estrategias para pasar el mal rato. Y aunque la Eurocopa desvíe las miradas, el anuncio de rescate ha dejado la moral un poco más a la deriva.

"Más de alguna vez tuve que mandar a alguien a comprar algo que faltaba mientras entreteníamos a los clientes. Ya no me conviene tener en stock todo lo que tengo en la carta", cuenta Mauricio Figueroa, quien como administrador de restaurantes en Santander gozó de los mejores días de la abundancia. Relata que los turistas ingleses, que antes pedían dos de todo, hoy estudian la carta con meticulosidad antes de terminar ordenando pizza y ensalada. De los españoles, ni hablar. "Este ultimo año se ha vivido con miedo, con incredulidad y perdiendo la poca dignidad que le quedaba a la gente. Se percibe en la calle que no hay un rumbo claro de nada, todo son contradicciones entre lo que se dice un día y al siguiente. Lo peor es la indignación de saber que quienes contribuyeron a la situación que tenemos ahora, cualquiera de los directivos de bancos rescatados por el Gobierno, salen bien indemnizados y con una jubilación que ya quisiera soñar el trabajador que paga sus impuestos, no evade dinero y no tiene la posibilidad de tener una primera vivienda por más que deba seguir pagando el resto de su vida a esa entidad bancaria que vendió el sueño de la casa propia hace unos años". Para Figueroa, el rescate "acogota otra vez a quienes van a tener que pagarlo, que es la gente. Va a haber recortes sanitarios, cobros en los centros para jubilados, más peajes en carreteras, cobros en medicamentos antes entregados gratuitamente a jubilados, recortes en educación y salarios a los funcionarios y alzas de impuestos".

En busca de un destino

En este escenario, dice, "las expectativas son aprender alemán e irse para allá. Con todas estas perspectivas, la gente preparada se está yendo a otros países que gozan de mejor economía o que piden a España estos profesionales. Y es una pena porque es justamente esto, el capital humano, lo que puede ser la clave para la salida del pozo".

Con esto concuerda Carlos Muñoz, quien a sus 35 está volviendo a Madrid luego de unos años de vivir en Suecia. Lo hace porque una empresa multinacional le presentó una propuesta para arrancar una nueva línea de negocio en el país. Si no, lo seguía viendo desde afuera. "Es cierto", dice, "muchos jóvenes se están yendo a Alemania u otros países del norte de Europa. Y allá sus perspectivas no son las mejores porque, y acá el sistema educacional nos pasa la cuenta, la mayoría de los jóvenes españoles ni siquiera hablan bien el inglés".

Pastor Cea tiene 32 años, es estudiante de doctorado en Barcelona y, según dice, entre los jóvenes la situación es insostenible. "Hoy cada vez más escuchamos o vemos personas que se van al norte de Europa, o al sur de América, para buscar mejores opciones de trabajo. Hace un par de años la gente hablaba de la crisis desde fuera, como espectadores. Ahora, se ha extendido a muchas más personas y se nota en el día a día la cifra de paro (desempleo) de más del 50% de los jóvenes. En un momento una opción era continuar estudiando, pero las becas también se han recortado. Se mantiene la esperanza, pero no se sabe muy bien de qué. Como dice una amiga, 'la crisis nos tiene en crisis'", afirma.

"Ya se habla de que será necesario un segundo rescate, esta vez de verdad", cierra Sánchez. Todo va muy deprisa y el PSOE parece noqueado y no está llevando una estrategia nítida, a veces apoya y a veces critica. Desde mi punto de vista en la calle aún no parece notarse en realidad lo angustioso de esta situación, en buena parte por la Eurocopa, pero como llegue un segundo rescate quizá aflore el pánico". De todos modos, advierte, "ya hay gente que está sacando dinero del banco yguardándolo en un calcetín". z we