Es posible que el ciclo que favorecía nuestro crecimiento esté llegando a su fin". Los presentes guardaron silencio y se miraron las caras unos segundos. No era una buena forma de continuar después de "nuestro país se encuentra en uno de los momentos más importantes de su historia", las palabras con las que había comenzado su intervención el único y principal orador del día: el presidente peruano, Ollanta Humala, en su cuenta pública ante el Congreso pleno.

Al cumplirse dos años de su mandato y con un mínimo de 33% de aprobación a su gestión, Humala debía poner las cosas en perspectiva.¿Primavera peruana?El ambiente estaba caldeado ese día, el pasado 28 de julio. Dos semanas antes de la exposición de Humala ante el Congreso, una serie de protestas había explotado en las calles de Lima y otras grandes ciudades, en lo que muchos analistas calificaron como la versión peruana de las manifestaciones que habían sacudido a las principales ciudades de Brasil en el marco de la Copa Confederaciones en junio pasado.

A la hora de las razones que justifican la molestia y baja de popularidad del mandatario, se encuentran la inseguridad ciudadana, una escalada en la inflación (en julio llegó a 3,24% anualizado, por encima de las expectativas del Banco Central de entre 1% y 3%) y el incumplimiento de promesas que fueron eje de su campaña electoral, sobre todo al hablar de la redistribución del ingreso producto del crecimiento económico. Este último punto se refleja en que los porcentajes más bajos de aprobación presidencial se concentren entre los mayores de 40 pertenecientes a sectores económicos bajos que habitan el norte del país, justamente una de las zonas de mayor desarrollo comercial e industrial de los últimos tiempos.

La baja de popularidad de Humala ha encendido más de una alarma. Esto, porque a diferencia de sus antecesores, Alejandro Toledo y Alan García -quienes se fueron entre abucheos- el actual mandatario sí está pensando en una continuidad en el poder. Esta alternativa sería posible a través de la primera dama, Nadine Heredia, quien a sus 36 años es presidenta del oficialista Partido Nacionalista y la principal figura a la que apuesta el humalismo de cara a las elecciones de 2016. A pesar de que la Constitución -por ahora- no lo permite, lo que presenta el problema reclamado en Lima en torno al incumplimiento de la promesa de fortalecer la institucionalidad.

Lo último quedó en evidencia con el caso de la elección de magistrados del Tribunal Constitucional y de la Defensoría del Pueblo. Hecha bajo un criterio de cuoteo político por parte del Gobierno con cargos asignados tanto para el oficialismo como para partidos de la oposición, su destape provocó la ira de grandes grupos de sectores medios que, organizados principalmente a través de redes sociales, salieron a las calles para protestar en contra de la situación, a la que llamaron "la repartija". Según una encuesta de la consultora GFK, un 54% de la población califica de regular el segundo año de su gobierno, con un 48% que cree que el tercero será igual al que acaba de terminar.

Mirando los dos primeros años de Humala en el poder, para el académico chileno y autor de Chile-Perú: el siglo que vivimos en peligro, José Rodríguez Elizondo, si bien el presidente "ha sido un buen administrador del modelo económico que iniciara Fujimori, mejorara Toledo y potenciara García", se advierte que "todavía el modelo no es popular porque el derrame friedmaniano es una utopía en los países en desarrollo". A la hora de analizar la baja en la popularidad de Humala, dice que de todos modos ésta se encuentra lejos de los bajos niveles de aprobación de presidentes como Fernando Belaunde y el primer Alan García, y no lo ve mal de cara al futuro: "Hasta el momento ha cumplido con mantenerse en el marco del desarrollo democrático peruano, demostrando pragmatismo y muy poco egocentrismo", analiza.

Sobre el riesgo de caer en personalismos de corte populista, el académico de la Universidad de Santiago de Chile, Gonzalo lvarez, añade que hoy Humala debe luchar en dos frentes: "El social y el político. El crecimiento y expectativas económicas por sí solas no garantizan gobernabilidad. En lo social, debe ser capaz de llevar a cabo las reformas en marcha en educación y salud, y dar cumplimiento a los programas sociales establecidos en su plan de gobierno. Ahora, para alcanzar estos objetivos, lvarez estima que Humala "debe tener la capacidad de explicar y convencer a los distintos sectores de que el país cuenta con la capacidad económica de llevarlos a cabo, pero que su aplicación efectiva dependerá del establecimiento de regulaciones de inversión y reformas institucionales importantes, de modo de no caer en la tendencia populista", cierra.

En este ambiente fue que Humala habló en el Congreso.Fomentando la inversión"Debemos estar satisfechos de tener la capacidad de aprender de nuestros errores. Hemos aprendido y rectificado", continuó Humala como parte de su autocrítica, para luego hablar de cómo se avanzará -ahora sí- en cumplir las promesas hechas en el ámbito social, fomentando tanto el crecimiento como una mejor distribución del ingreso. Porque, a pesar de la baja en la inversión extranjera directa, el crecimiento económico peruano sigue siendo una de las estrellas de la región.

Con tasas de expansión por sobre el 6% que, según el FMI, deberían mantenerse al menos hasta 2018, y una confianza de los empresarios que según el International Bussiness Report ubica a Perú como el tercer país más optimista de mundo respecto al futuro de su economía, al menos en este plano las cosas deberían andar sin sobresaltos. Esto, porque en términos macro, la casa parece estar en orden. El crecimiento está siendo acompañado por un desempleo que del 7,88% de 2010 bajó al 6,75% actual y una deuda que bajó del 9,9% del PBI ese año al 2,2% con que se espera terminar este ejercicio, todo con un balance de cuenta corriente controlado en torno a un déficit de 3% del PBI.

En este sentido, por ahora el principal desafío es mantener el flujo de inversión extranjera directa que durante la última década ha sido uno de los principales motores de la economía: en 10 años multiplicó casi por 10 sus niveles, desde los u$s 1.336 millones de 2003 a los u$s 12.240 millones del año pasado. Aunque este año se espera una fuerte baja, con una IED estimada en u$s 8.171 millones para 2013, el Banco Central ha dicho que a partir de 2014 deberían recuperarse los niveles de crecimiento sostenido en este ítem, siendo los principales aportantes capitales de origen español, británico y estadounidense, con preponderancia en los sectores de minería, finanzas, comunicaciones, industria y energía.

Como dijo el propio Humala, la capacidad de aprender de los errores será algo esencial para el tiempo que le queda en Palacio Pizarro. z we