El ministro de Turismo de Brasil, Gastao Vieira, se prepara para dejar el cargo satisfecho: retiró la cartera de las páginas policiales y consiguió volver a insertarla en la agenda económica y política del país. Para bien y para mal. Vieira, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aliado de la presidenta Dilma Rousseff, que disputará en octubre un nuevo mandato como diputado federal, sabe en qué momento volverá a la Cámara baja. Brasil se consolida como un destino turístico caro, y en general no trata como debería a los extranjeros que desembarcan en el país. El Mundial de Fútbol será una vitrina que no se repetirá tan rápido. Pero será capaz de determinar cómo verá el resto del mundo a Brasil durante mucho tiempo, según el ministro.


Vieira afirmó que el turismo mueve más de R$ 50.000 millones por año. Sin embargo, advirtió que el sector precisa transformar sus potencialidades en competitividad. Ese cambio significa avances en la formación de los profesionales y la adopción de mejores prácticas de gestión de las empresas del área, pero también concientizar más al turista para que no adquiera productos y servicios a precios abusivos.


Nunca nos preocupamos. El turista (extranjero) tiene que ser bien tratado desde que desembarca en el aeropuerto, toma el transfer y sale a pasear. Tiene que quedarse con una memoria inolvidable de esos momentos que vivió para que vuelva, convenza a otras personas a ir y hable bien del país, destacó el ministro a Valor. ¿Estamos cerca de eso? No. Estamos muy lejos. Lo que tenemos como potencial, nos falta en competitividad.


En otro esfuerzo para inducir una caída de los precios practicados en el sector, el ministro pretende lanzar una campaña por el consumo consciente. Ese concepto de turismo caro se está consolidando. Es muy caro, deslizó Vieira, para quien los empresarios no tienen que pensar solo en el corto plazo.


Creo que ese tema del precio depende mucho de la oferta, pero también creo que el consumidor precisa tomar consciencia de que tiene que rechazar pagar esos abusos.


Aunque explicó que no vislumbra nuevas desgravaciones tributarias, destacó que el gobierno federal y los estaduales deberían reducir la carga impositiva incidente sobre el segmento.


Brasil es uno de los pocos países del mundo que no devuelve nada al turista. No hay Tax Free en ningún lugar. El gobierno tiene que tomar decisiones tributarias: el extranjero paga el impuesto en su país, llega aquí y paga de nuevo impuestos que ya pagó. Esa ecuación precisa invertirse, dijo.