

El calentamiento de la economía y la suba de la renta en Brasil golpearon la puerta de un segmento del campo brasileño poco recordado por los analistas, el de las flores.
La demanda nacional creció en los últimos años a un ritmo dos veces superior al del Producto Bruto Interno (PBI), lo que impactó de forma directa en la producción, pero también en la importación de flores.
Quien acompaña ese mercado afirma que nunca los brasileños, de diferentes regiones del país, se depararon con tamaña oferta en plaza. Los mejores precios también contribuyeron para el despegue.
Como ejemplo, puede tomarse el resultado del año pasado. La facturación de los productores fue de R$ 1.090 millones, o R$ 300 millones más de lo que movió en igual período el sector de cebollas, producto de la agenda agrícola mucho más importante para el consumidor brasileño.
Si se observa la cadena completa de flores, incluyendo mayoristas y minoristas, la facturación fue de R$ 3.800 millones, según Hórtica, consultora especializada en hortifruticultura. O de hasta R$ 4.400 millones, según estimaciones de la Cámara Sectorial de Flores, ligada al Ministerio de Agricultura. Independientemente del número, lo que se ve es crecimiento.
Hubo una popularización incuestionable. El sector incorporó la base del consumo, dijo Antonio Helio Junqueira, de Hórtica. Los buenos indicadores económicos, el empleo y la renta creciendo empujaron ese mercado. De acuerdo con el analista, desde 2006 el segmento de flores registró subas de 8% a 12% en volumen y de 15% a 17% en valor.
Buque insignia de ventas, las rosas brasileñas ganaron más colores y tamaños gracias a la Ley de Protección de Cultivares, aprobada en 2003, que dio garantía de protección para las variedades mejoradas genéticamente. Por eso, los productores consiguen colocar en el mercado cerca de 150 tipos de rosas. "Hasta entonces teníamos variedades muy antiguas. Brasil estaba fuera del juego. El marco legal resolvió el problema", afirmó Silvia van Rooijen, presidenta de la cámara sectorial.
La producción salió del tradicional polo paulista de Holambra y llegó a Ceará, la frontera más nueva de las rosas brasileñas, siguiendo el camino de Minas Gerais y Espírito Santo. "Hace diez años no había nada, ahora son 70 hectáreas de rosas en estufa", contó Paulo Selbach, productor de la Serra do Ibiapaba, donde las altitudes superan los 900 metros, ideal para el cultivo.
En total, hay 7.200 productores en el país y nueve mil hectáreas destinadas exclusivamente a las flores, con producción de millares de tallos por día. Pero aun así, la oferta no alcanza a cubrir la demanda. El primer semestre del año es el más crítico. En épocas de pico de ventas, como el Día de la Madre y el Día de los Enamorados, sólo la importación cierra la cuenta. "Brasil tiene características típicas de país emergente. Compramos flores apenas de fechas conmemorativas", dijo Van Rooijen.
Pero la presidenta de la cámara sectorial no se queja de las importaciones, porque, sin ellas, el consumidor migraría para los CDs y chocolates. "Mejor tener (flor) importada que perder cliente".
Según Hórtica, la producción interna atiende a 85% del mercado brasileño. El 15% restante se garantiza con rosas de Colombia y Ecuador, y en menor volumen, de Holanda.
Además del mercado en movimiento, el cambio contribuyó de manera incuestionable para el ingreso de las deseadas rosas colombianas, de bulbos grandes y vistosos, como le gusta al brasileño.
Una señal de eso está en los datos del comercio exterior: en el primer semestre de 2009, por ejemplo, se importó el equivalente a u$s 1 millón de rosas. En el mismo intervalo de 2010, u$s 2,6 millones. Este año, u$s 2,9 millones, sobre importaciones totales de flores por u$s 18.900 millones en el semestre.
Tradicionalmente, Brasil es un importador de bulbos, tubérculos, rizomas (tallos subterráneos) y mudas de plantas ornamentales. A partir de esas materias primas, reproduce las flores que más consume. En la lista están también la alstroemeria, la gerbera y las orquídeas, que registraron un boom en los últimos años.
En general, la mayor oferta hizo caer los precios en el mercado. Y la capilaridad de la distribución, con la entrada de grandes redes de supermercados como vendedores minoristas, contribuyó para lo que expertos en tendencias denominan consumo por impulso. "Usted mira y quiere", dijo Kees Schoenmaker, presidente del Instituto Brasileño de Floricultura (Ibraflor).
El desafío para el sector continúa siendo hacer que el consumidor brasileño lleva flores a casa sin un motivo especial.










