La expectativa acerca de que la producción brasileña de duraznos se tornaría autosuficiente no se concretó. En los últimos años, el área plantada con la fruta destinada a las industrias -que sirve para jugos y compotas- retrocedió a medida que los equivalentes importados ganaron espacio en el mercado nacional. Sin embargo, el saldo comercial se mantuvo positivo en función del durazno natural, muy consumido por los brasileños.

Principal estado productor del país, Rio Grande do Sul mantiene desde 2009 el mismo área plantada con durazno de mesa, mientras la fruta destinada a la industria sufrió un retroceso significativo. Datos del estado indican que el primero se extiende por 5.000 hectáreas de plantación y el segundo tiene hoy 6.700 hectáreas (eran 8.200 hectáreas en 2008 y 35.000 en la década del 80).

A ese ritmo, en tres años va a revertirse el número, dijo Enio Todeschini, agrónomo de Emater RS, en relación al cambio en el área plantada para el durazno de mesa. El estado produce en total 120.000 toneladas por año, más de la mitad del volumen nacional.

Argentina, Chile, España y Grecia son responsables por el reciente desinterés de los productores rurales en invertir en duraznos en el país, a pesar de los esfuerzos de Embrapa para el desarrollo de nuevas variedades. Juntos, esos países enviaron a Brasil 12.980 toneladas de duraznos en 2012, entre lotes in natura y para industria. Puede parecer poco, pero esas importaciones crecieron tres veces en la última década: en 2011, eran solamente 3.000 toneladas de duraznos, según datos del Instituto Brasileño de Frutas (Ibraf).

La competencia se da en la calidad, el volumen y los precios. Argentina y Chile cuentan con clima ideal: invierno definido y de pocas lluvias, lo que reduce la incidencia de hongos y la necesidad de pesticidas. Eso lleva a una reducción de los costos que compensa el flete hasta Brasil.

Según especialistas, el peso de las importaciones se siente de forma más fuerte entre los productores de fruta para procesamiento, que tiene como polo la región de Pelotas. Las variedades vecinas son mejores porque el carozo del durazno es más pequeño y la pulpa carnuda, lo que lo hace rendir más, además de ser más anaranjado, afirmó un representante de la industria de jugos que no quiso revelar su nombre. Utilizamos el durazno brasileño para mezclarlo en el jugo cuando sobra fruta en el mercado, dijo.

Por otro lado, la industria de jugos compra más pulpa en el exterior porque consigue lotes más grandes y estandarizados, dijo Antonio Conte, asesor técnico nacional de fruticultura de Emater/RS. Aquí cada productor tiene un estándar. La industria no puede comprar a 16 productores de Pelotas. Buscan cantidad y calidad. Por tener vocación por la fruta, la producción de los países vecinos es significativamente más alta, dijo Conte. Solamente en Argentina son 80.000 hectáreas plantadas con durazno.

Para los productores de la variedad de mesa, la llegada de los duraznos de Europa y Mercosur desestimulan nuevas inversiones, pero no al punto de desistir del negocio, como ocurre con sus pares de Pelotas. Lo que salva, dicen los productores, es que la variedad importada se levanta antes de que madure con el objetivo de que llegue al mercado brasileño sin pudrirse. La fruta es linda visualmente, pero tiene feo gusto porque se levantó cuando estaba verde, señaló Conte.

En San Pablo, segundo mayor productor del país, área y volumen se mantuvieron estables, pero sin indicar expansión. Las inversiones en tamaño y calidad de la fruta aumentaron el precio del kilo a R$ 2, pero no sube más debido a Europa, dijo Timo Van de Laar, productor y socio director de la consultora Holantec. Según el ejecutivo, la fruta compite con la de España, que se levanta hasta septiembre y llega a Brasil en octubre, cuando el durazno paulista está en las góndolas.

A pesar de la porosidad y del gusto feo atribuido a los importados, esas frutas llenan la entre-cosecha brasileña, garantizando oferta de duraznos prácticamente todo el año.

Sin embargo, este año la posibilidad de encontrar importados en los supermercados creció. Es que la cosecha actual terminó ese año 20 días antes por la falta de frío hasta septiembre, lo que sacó a las plantas más temprano de la hibernación y terminó anticipando la cosecha.