

Todos los veranos sucede lo mismo. Los precios aumentan en la playa y los cariocas se quejan. La novedad este año es que, presionados por una inflación más alta que en el promedio de otras capitales, los habitantes de Rio de Janeiro, con su conocida irreverencia, decidieron rebautizar el real, moneda que en 2014 completa veinte años y se convirtió en marca de la estabilidad económica.
El surreal, moneda imaginaria propuesta por el diseñador Toinho Castro para enfrentar los precios que se ven por la ciudad, se convirtió en un movimiento en Facebook, atrajo más de 118.000 seguidores en menos de una semana, lo que generó hijitos en San Pablo, Belo Horizonte, Curitiba y Brasilia.
La crítica de arte y curadora Daniela Name, el diseñador Flavio Soares y la presentadora Andrea Cals crearon la página Rio $urreal - No pague en Facebook. Name señaló que lo peor es el precio de las cosas cotidianas de los cariocas como agua de coco, pochoclo, agua mineral, jugo, alquiler de sillas en la playa y cerveza. Más que la inflación, existe una especulación que termina quitando las características de símbolos importantes de la ciudad, como la propia playa.
No estamos hablando solo del precio. Sino de una ciudad que está perdiendo sus características y haciéndose más elitista gracias a la especulación. Quien ostenta, y paga para decir que puede pagar, en el fondo quiere suplantar a aquel que no puede pagar, dijo.
Para Name, esa especulación deriva de la percepción de que hay quien pague. Por eso la principal bandera del grupo es que las personas boicoteen los productos y servicios con precios extorsivos. No tenemos una insatisfacción directa con la economía del país, que nos parece más estable que hace diez años. Lo que nos incomoda es la denominada Ley de Gerson. La voluntad de lucrar más, porque hay quien pague, aseguró. Las cédulas del surreal se inspiran en Salvador Dali.
Precios que incomodan al carioca: R$ 6 por un coco; R$ 20 por un tostado de jamón y queso en la playa; R$ 7 por la cerveza de los vendedores ambulantes; R$ 280 por un guiso de pescado para dos personas en un restaurante tradicional de la ciudad; y R$ 3 por la manteca que cobran para agregar al pochoclo (R$ 22) en el espectáculo del Cirque du Soleil.
La campaña tiene la marca de la irreverencia carioca, pero traduce indicadores que están disponibles en las encuestas de precios. De acuerdo con el coordinador del ndice General de Precios (IGP) de la Fundación Getulio Vargas (FGV), Salomao Quadros, ítems como bebidas, cine, gimnasio, enseñanza superior y estacionamiento subieron más en Rio en 2013 que en el resto del país. Los precios de bares y restaurantes también avanzaron más que el ndice de Precios al Consumidor (IPC), de la FGV, aunque menos que el promedio verificado en el resto del país para el segmento.
Según Quadros, algunos de los ítems que subieron más en Rio son los que tienen más peso en la canasta de compras del carioca con respecto a los habitantes de otras ciudades. El cine subió 9,73% en Rio en 2013 contra 7,79% en el promedio de las otras siete capitales analizadas, contó, explicando que el peso de ese ítem para el cálculo del IPC-DI de la ciudad es 17% más alto que en otras capitales.
Con el sector en el ojo del huracán, el presidente de SindRio (Sindicato de Hoteles, Bares y Restaurantes), Pedro de Lamare, dijo que el movimiento es consecuencia de cuestionamientos que se hacen desde hace mucho tiempo. Soy de una generación en la que los restaurantes reajustaban precios dos veces por semana. Ahora, la inflación está ahí, pero la cultura de la inflación no existe más. El movimiento es válido y tiene que escucharse, dijo, y agregó que SindRio inició una encuesta para relevar datos que expliquen lo que sucede. Queremos entender la evolución de nuestros precios y compararlo con los insumos, como luz, gas, alimentos, y la carga tributaria.










