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En medio de un mundo marcado por disputas por el petróleo y tensiones entre potencias, un pequeño país de Sudamérica se ha convertido en noticia global. Sus elecciones presidenciales no solo definieron el futuro de su gobierno, sino que también pueden influir en la seguridad regional.

La combinación de riqueza energética, conflictos territoriales y el interés directo de Estados Unidos y Beijing convierten esta elección en un punto de inflexión. El resultado ya empieza a proyectar efectos que van más allá de sus fronteras y que podrían alterar el equilibrio de poder en Latinoamérica.

¿De qué país latinoamericano se trata y qué está en juego?

Se trata de Guyana, una nación de apenas 800.000 habitantes que hasta hace pocos años pasaba desapercibida en el mapa internacional. Todo cambió en 2015, cuando la petrolera estadounidense ExxonMobil descubrió gigantescos yacimientos en aguas profundas frente a sus costas.

Hoy, Guyana produce alrededor de 650.000 barriles de crudo por día y se proyecta que llegue a 2 millones hacia 2035. Eso significa que superará a productores históricos como Irán. Con semejante potencial, el país se volvió clave en la disputa energética entre Estados Unidos y Beijing.

Las elecciones de este lunes dieron la victoria al oficialista Partido Progresista del Pueblo, que obtuvo más del doble de votos que su rival más cercano. Con 242.451 votos y mayoría en 8 de los 10 distritos, el presidente Irfaan Ali aseguró un nuevo mandato.

¿Por qué estas elecciones podrían escalar a un conflicto regional?

El gran foco de tensión está en el territorio del Esequibo, una región rica en petróleo, oro y recursos naturales. Aunque está bajo control de Guyana, Venezuela reclama su soberanía desde hace más de un siglo. La situación se agravó en 2024, cuando Caracas creó el "Estado Guayana Esequiba" y llevó su posición a la Corte Internacional de Justicia.

El gobierno de Guyana considera este reclamo una "amenaza existencial". Por eso reforzó su relación con Estados Unidos, que realizó ejercicios militares conjuntos en la zona y desplegó buques en el Caribe. Washington busca proteger los intereses energéticos en un área que considera estratégica.

Al mismo tiempo, Beijing invirtió fuertemente en infraestructura en Guyana, financiando proyectos como el puente sobre el río Demerara en Georgetown. El país, entonces, se encuentra en el centro de la disputa entre las dos superpotencias.

Analistas advierten que, aunque un conflicto armado con Venezuela es poco probable, las tensiones seguirán aumentando. Para Guyana, el reto será administrar su nueva riqueza petrolera sin caer en la inestabilidad que afectó a otros países de la región.