

En esta noticia
Durante siglos, el Faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo antiguo, permaneció rodeado de mitos, relatos fragmentados y ruinas escondidas bajo el mar.
Hoy, un nuevo descubrimiento vuelve a iluminar su legado: un equipo internacional de especialistas localizó enormes bloques arquitectónicos que pertenecieron a la estructura original, piezas que llevaban más de un milenio sumergidas en el puerto oriental de Egipto.
Este hallazgo se convierte en uno de los avances arqueológicos más importantes del año y abre una ventana inédita al pasado helenístico del Mediterráneo.
Hallan los restos de una de las siete maravillas del mundo tras más de 1600 años
Devastado por sucesivos terremotos entre los siglos XIII y XIV, el antiguo faro desapareció casi por completo. Sin embargo, su historia se negó a quedar enterrada. Bajo el fondo marino permanecían elementos colosales: dinteles, jambas, losas y bloques de más de 70.000 kilos, pertenecientes a la entrada monumental de la torre.

Estas piezas, elaboradas con técnicas que combinaron la tradición egipcia y la arquitectura griega, representan hoy la evidencia física más sólida que se ha recuperado en décadas.
El proyecto PHAROS: tecnología al servicio del pasado
El descubrimiento se integra directamente en PHAROS, una iniciativa conjunta entre el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de Francia, el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto y la Fundación Dassault Systèmes. El objetivo es claro: crear un gemelo digital del faro, reconstruyendo de manera precisa cómo era la estructura más emblemática de la antigua Alejandría.
Gracias al escaneo tridimensional de cada fragmento hallado, los investigadores pueden recrear detalles que ya se creían perdidos: proporciones, materiales, accesos y hasta parte del diseño interno de la construcción.
Un trabajo que lleva décadas bajo el agua
Aunque las ruinas eran visibles desde finales de los años 60, el verdadero trabajo arqueológico comenzó recién en los 90. La misión liderada por el arqueólogo francés Jean-Yves Empereur en 1994 documentó más de 3.300 piezas, entre ellas esfinges, obeliscos y bloques de granito pertenecientes a diferentes etapas de la ciudad antigua.
Desde entonces, más de un centenar de elementos han sido escaneados digitalmente, un proceso lento pero fundamental para avanzar hacia una reconstrucción histórica rigurosa.













