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La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica en su portal web que las enfermedades no transmisibles son la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo. Sin embargo, aseguran que muchas se pueden prevenir mediante la reducción de los factores de riesgo comunes.

Por ese motivo, conoce qué es la incontinencia de esfuerzo, cuáles son sus síntomas, cómo reducir los factores de riesgo y cuáles son los mejores tratamientos disponibles.

¿Qué es la incontinencia de esfuerzo?

Según explica el portal sobre salud Mayo Clinic, la incontinencia de esfuerzo es una condición médica que se caracteriza por la pérdida involuntaria de orina durante actividades que aumentan la presión abdominal, como toser, estornudar o hacer ejercicio. Es más común en mujeres, especialmente después del parto o la menopausia, aunque también puede afectar a hombres.

Este tipo de incontinencia se produce cuando los músculos del suelo pélvico y los esfínteres urinarios no son lo suficientemente fuertes para contener la orina. Existen diversas opciones de tratamiento, que van desde ejercicios de fortalecimiento hasta intervenciones quirúrgicas, dependiendo de la gravedad del caso.

¿Cuáles son los síntomas de la incontinencia de esfuerzo?

Los síntomas de incontinencia de esfuerzo incluyen pérdidas de orina en las siguientes situaciones:

  • Al toser o estornudar
  • Al reír
  • Al inclinarte hacia delante
  • Al levantar cosas pesadas
  • Al hacer ejercicio
  • Al tener relaciones sexuales

Es posible que no tengas pérdidas de orina cada vez que realices estas actividades, pero cualquier presión en la vejiga puede aumentar la probabilidad de pérdidas involuntarias, especialmente si la vejiga está llena.

¿Cuándo debes consultar a un médico?

Habla con el proveedor de atención médica si tus síntomas son molestos o interfieren en tus actividades diarias, como el trabajo, tus pasatiempos o tu vida social.

¿Cómo saber si una persona tiene incontinencia de esfuerzo?

El diagnóstico de la incontinencia de esfuerzo comienza con una evaluación exhaustiva por parte del proveedor de atención médica, quien revisa los antecedentes médicos del paciente y realiza un examen físico que puede incluir un examen pélvico y rectal. Además, se analiza una muestra de orina para detectar infecciones o anomalías y se lleva a cabo un breve examen neurológico para identificar problemas en los nervios pélvicos. Una prueba de esfuerzo urinario también puede ser realizada para observar la pérdida de orina al toser o hacer fuerza.

En algunos casos, se pueden solicitar pruebas adicionales para evaluar la función de la vejiga, la uretra y el esfínter. Estas pruebas pueden incluir mediciones del residuo posterior a la micción, cistometría, videourodinámica y cistoscopia. Los resultados de estas pruebas ayudarán a determinar el enfoque más adecuado para el tratamiento de la incontinencia de esfuerzo.

¿Cómo prevenir y tratar la incontinencia de esfuerzo?

Para tratar la incontinencia de esfuerzo, es fundamental seguir las recomendaciones de un proveedor de atención médica, quien puede sugerir una combinación de estrategias. Si se identifica una causa subyacente, como una infección de las vías urinarias, se debe tratar esa afección para mejorar los síntomas. Las terapias de comportamiento, como los ejercicios de Kegel, son esenciales para fortalecer los músculos del suelo pélvico y reducir los episodios de incontinencia.

Además de los ejercicios, es importante mantener un consumo adecuado de líquidos y realizar cambios saludables en el estilo de vida, como dejar de fumar y controlar el peso. El entrenamiento de la vejiga también puede ser útil, estableciendo horarios para ir al baño y así disminuir la gravedad de los episodios. Aunque no hay medicamentos aprobados específicamente para la incontinencia de esfuerzo en EE. UU., algunos tratamientos pueden ser utilizados en otros países.

En casos más severos, se pueden considerar dispositivos como pesarios vaginales o inserciones uretrales, que ayudan a controlar la incontinencia durante actividades específicas. Si las opciones no quirúrgicas no son efectivas, existen intervenciones quirúrgicas, como el procedimiento con cabestrillo o la colposuspensión retropúbica, que buscan mejorar el cierre del esfínter o sostener el cuello de la vejiga para prevenir pérdidas de orina.