

Un reciente descubrimiento científico en los océanos de la Tierra ha revelado un fenómeno intrigante y alarmante: los "recipientes oscuros". Este hallazgo desafía nuestras nociones previas sobre el control y la sostenibilidad en los espacios marítimos, planteando interrogantes sobre la dinámica de estos ecosistemas.
Con estas misteriosas áreas de actividad encubierta en los mares, se nos presenta la oportunidad de reexaminar lo que creíamos saber sobre la interacción entre la humanidad y el entorno marino.

La ciencia revela un profundo enigma de los océanos
Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, son fundamentales para el comercio global, constituyendo una fuente esencial de alimentos y energía, así como un espacio de riqueza biológica. No obstante, gran parte de lo que ocurre en sus aguas permanece oculto.
Las embarcaciones oscuras, que desactivan sus transpondedores para eludir la detección, están vinculadas a actividades ilícitas como la pesca ilegal, el contrabando y la trata de personas. Las estadísticas son alarmantes: hasta el 30% de los buques de transporte y energía también operan fuera de los sistemas de vigilancia. Estas "zonas oscuras" se localizan principalmente en el sudeste asiático, el sur de Asia y las costas de África, áreas críticas por su biodiversidad y vulnerabilidad ambiental.
Gracias a avances tecnológicos, como el uso de imágenes satelitales, datos GPS y la inteligencia artificial (IA), los investigadores han logrado mapear la actividad marítima con un nivel de detalle sin precedentes. Los hallazgos son preocupantes: entre el 72% y el 76% de los buques de pesca industrial no son rastreados, lo que compromete la transparencia y la sostenibilidad ambiental.
El descubrimiento de los "agujeros negros" marinos que realizaron los científicos
El análisis de más de 67 millones de imágenes satelitales y 53 mil millones de posiciones de GPS reveló una actividad marítima considerablemente mayor de lo que los sistemas públicos habían reportado, subrayando la magnitud de las operaciones no reguladas.
Más de mil millones de personas dependen del océano como fuente de alimento y 260 millones están empleadas en la pesca. La ausencia de un monitoreo efectivo pone en riesgo la sostenibilidad de estos recursos y agrava problemas sociales como el trabajo forzoso y la degradación ambiental.
Para desentrañar estas actividades ocultas, los científicos utilizaron modelos de aprendizaje profundo y la constelación de satélites Sentinel-1 de la Agencia Espacial Europea. Con una precisión del 97%, estas herramientas facilitaron la clasificación y el rastreo de buques de pesca, transporte y plataformas energéticas.
Por otro lado, el estudio indicó que la infraestructura energética marina está en proceso de transformación. En 2021, las turbinas eólicas marinas superaron en número a las plataformas petroleras. No obstante, el tráfico relacionado con el petróleo continúa predominando, con cinco veces más actividad que los parques eólicos.











