

Un equipo de científicos descubrió en un fósil del Cretácico medio a Sirenobethylus charybdis, una avispa parásita que utilizaba una estructura abdominal única para inmovilizar a sus presas mientras depositaba sus huevos.
La táctica letal del insecto le valió un nombre inspirado en un monstruo marino mitológico, aunque el paralelismo se menciona solo como un guiño simbólico.
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De acuerdo con el grupo de científicos de la Universidad Normal Capital de China, se trata de un fósil hallado en ámbar del Cretácico. A diferencia de otras especies, éste llamó la atención por ser avispa extinta que desarrolló una trampa anatómica para inmovilizar a sus víctimas mientras depositaba sus huevos.
"Este descubrimiento revela que los insectos antiguos ya habían desarrollado sofisticadas estrategias de captura de presas", explicó Wu Qiong, autor principal del estudio acerca de la estructura de captura como una especie de pinza abdominal con forma de trampa vegetal.

El análisis, detallado en BMC Biology, mostró tres solapas dispuestas como una Venus atrapamoscas, pero era la solapa inferior cubierta de pelos sensoriales la que posiblemente detectaban el movimiento. Al activarse, las solapas se cerraban, sujetando al huésped con precisión suficiente como para que la avispa pudiera depositar sus huevos sin interrupción.
¿Por qué este descubrimiento es importante para la ciencia?
Se desconoce qué insectos eran utilizados como huéspedes por esta avispa, aunque se presume que podrían haber sido muy pequeños y rápidos, como moscas diminutas o colémbolos. En su análisis, el equipo comparó al fósil con especies actuales como la avispa pinza, que también sujeta a sus presas para poner huevos.
Pero a diferencia de la avispa pinza, Sirenobethylus charybdis tenía ojos más pequeños, patas cortas y un cuerpo más robusto. Según el estudio, esto sugiere que su estrategia era la del acecho: quedarse inmóvil y atacar cuando la presa se acercaba demasiado.

Los expertos destacaron este tipo de fósiles demuestra que estudiar únicamente a las especies vivas no basta para entender la historia evolutiva. "Estos hallazgos son un recordatorio de que el pasado guarda secretos que siguen reescribiendo lo que creíamos saber", expresó un investigador experto en la materia que no participó en el descubrimiento.














