

Charles Darwin visitó las Islas Galápagos en 1835 y su estudio profundo sobre la fauna local lo ayudó a desarrollar su revolucionaria teoría de la evolución por selección natural, que -de manera general- plantea que las especies evolucionan con el tiempo para sobrevivir a su entorno.
Ahora, un estudio reciente confirma que las especies continúan demostrando señales de adaptación a los ecosistemas donde residen, incluso frente a desafíos modernos como la contaminación acústica.
Esta investigación, publicada en Animal Behaviour, dirigida por expertos de la Universidad Anglia Ruskin (ARU) y el Centro de Investigación Konrad Lorenz de la Universidad de Viena, halló que las currucas amarillas de Galápagos -aves características de las islas- muestran niveles más elevados de agresividad como respuesta a los ruidos del tránsito.

Darwin siempre tuvo razón: el "ave furiosa" que confirma su mayor teoría
Darwin visitó las Islas Galápagos en 1835 y este viaje lo inspiró para desarrollar su teoría de la evolución por selección natural.
El crecimiento de la población en las islas fue uno de los principales factores a los que las aves de la isla debieron adaptarse, con un aumento permanente de más del 6% anual, de acuerdo con un artículo publicado por la ARU. Esto, asimismo, se tradujo en un incremento de vehículos en las calles de las islas.
Los investigadores realizaron experimentos en 38 sitios de las islas Floreana y Santa Cruz, reproduciendo cantos de aves mediante altavoces junto con ruido de tráfico. Analizaron la respuesta del canto de las currucas -reacción que utilizan para protegerse de intrusos- midiendo su comportamiento agresivo y la variación en sus cantos.
Según las observaciones de los especialistas, durante las pruebas realizadas utilizando ruido de tráfico, se encontró que las currucas amarillas que viven a mayor cercanía de la carretera mostraron mayor agresión, mientras que las que viven lejos a estos sectores todo lo contrario.
"Es importante destacar que el efecto de vivir en un territorio al borde de la carretera estuvo presente incluso en la isla Floreana, con solo unos 10 vehículos presentes en la isla, lo que sugiere que incluso una experiencia mínima del tráfico afecta las respuestas al ruido", detalla la universidad.

Aves de las Islas Galápagos: otros hallazgos que realizaron los científicos
Entre los descubrimientos, los científicos detectaron que las currucas amarillas de la isla más poblada de Santa Cruz prolongaron su canto frente al ruido del tráfico.
"Estos hallazgos apoyan la idea de que la selección a largo plazo basada en la experiencia con el ruido, o la experiencia previa de un ave individual con el ruido, les permite adaptar y ajustar las características de sus cantos", explica la institución.
Detectaron en ese sentido que las aves aumentaron las frecuencias mínimas de canto durante los experimentos, sin importar que tan cercanas se encontraban a la carretera. Esta respuesta ayudó a evitar superposiciones de los cantos con el ruido del tráfico.
"Nuestro estudio muestra la importancia de considerar la plasticidad del comportamiento en los esfuerzos de conservación y desarrollar estrategias para mitigar los efectos de la contaminación acústica en la vida silvestre", concluyeron los expertos.











