El apagón de luz, ocurrido el domingo 16 de junio, sorprendió a todos los que vivimos en Argentina. La primera reacción fue culpar a la lluvia. Esa causa quedó descartada cuando por las redes sociales nos enteramos que el corte era de alcance nacional.

Aún sin indicios de los motivos, nos llamó la atención que el presunto corte “total no era tan total: seguíamos conectándonos por los celulares y accediendo a servicios digitales como chats y páginas web. ¿Por qué, a pesar del extenso corte de energía eléctrica, las redes sociales desbordaban de actividad?

Para que siguiéramos conectados, además de tener carga en la batería del celular, las redes de comunicaciones móviles y los servidores que mantienen esos servicios digitales debían seguir funcionando. Todo eso que en conjunto llamamos “la nube seguía activo.

En el caso de las redes móviles, las antenas y los nodos cuentan con sistemas alternativos de energía que les permite trabajar sin corriente externa durante algún tiempo. Hay que destacar que las redes celulares, soportaron, además del corte de energía, la carga de todo el tráfico de datos que en condiciones normales hubiera buscado su ruta por el wifi de las casas (las redes de banda ancha fija).

En el caso de los servicios digitales, para funcionar debían estar en servidores que también tuviesen fuentes alternativas de energía. Esos servidores en general se encuentran en datacenters públicos que cuentan con generadores de electricidad y conectividad segurizada.

¿Pero cómo puede contribuir el IoT en situaciones de emergencia? El concepto de Smart City (Ciudad Inteligente) se basa en soluciones de Internet de las cosas que incluyen sistemas de dispositivos autónomos conectados que ayudan a prevenir o minimizar pérdidas en situaciones extremas. Los dispositivos generan información que se transmite a una plataforma, donde esa información se analiza y ayuda a la toma de decisiones (automática o no) en la gestión de la emergencia.

Por ejemplo, en caso de tormentas severas, un sistema de estaciones meteorológicas automáticas conectadas provee información que permite predecir inundaciones y activar planes de evacuación. Se complementa con sensores de caudal en desagües pluviales que informan sobre saturaciones o posibles obstrucciones y coordinan tareas de mantenimiento. Y en caso de ciudades costeras el sistema toma datos de boyas inteligentes y otros sensores que informan la dirección de las corrientes y las variaciones en el nivel del agua.

Los casos de aplicación de tecnología para mitigar riesgos naturales son innumerables: sensores de humo para tener alerta temprana de incendios en zonas de bosques, reconocimiento facial para identificar personas extraviadas en lugares en crisis, etc. En todos los casos, la tecnología no reemplaza a la infraestructura básica necesaria (desagües, defensas costeras, sistemas contra incendio, etc.), pero la vuelve más eficiente.

La tecnología está disponible desde hace tiempo y hay algunos buenos ejemplos en el país. La decisión de invertir en infraestructura y tecnología tiene impacto en el mediano y largo plazo, que en general no coincide con los plazos cortos de la política. De todas somos optimistas y esperamos ver que se generalicen los buenos ejemplos.

(*) Docentes del Programa Ejecutivo de Internet of Things (IoT): Oportunidades de Negocios. ITBA.