Por aquel entonces, la relación con Onitsuka ya no era la mejor, por lo que, con un nuevo nombre, Knight y Bowerman decidieron fabricar sus propias zapatillas.

El logotipo de la marca -sigue siéndolo en la actualidad- fue diseñado por una estudiante de la Universidad Estatal de Portland llamada Carolyn Davidson a cambio de US$35 y las nuevas zapatillas empezaron a tener muy buena aceptación entre los deportistas.

Steve Prefontaine, un corredor estadounidense muy popular en los setenta, se convirtió en el primer icono de Nike. Con él, Phil Knight descubrió el poder de un atleta para popularizar una marca, una sabiduría que alcanzaría su mayor expresión cuando en 1985 firmó un contrato con un joven jugador de baloncesto llamado Michael Jordan para que llevara sus productos.

¿El resultado? Al final de la década Nike había revolucionado el markéting deportivo, había lanzado el modelo de zapatillas más vendido de la historia (Air Jordan) y, en definitiva, logró tener el liderazgo del mercado mundial, posición que hasta la fecha nunca abandonó.

El directivo dejó de ser consejero delegado de Nike en diciembre de 2004, aunque sigue presidiendo su consejo de administración.

Hoy, los mejores deportistas del mundo, como Tiger Woods, Roger Federer, Venus Williams, Maria Sharapova, Rafael Nadal, Cristiano Ronaldo, Ronaldinho o Lebron James, entre otro muchos, siguen luciendo ese símbolo que Knight compró por u$s 35.