En los años 80 y 90 sus publicidades inundaban la televisión porteña. La propuesta de Murillo 666 era sencilla y efectiva: comprar dos camperas de cuero al precio de una. La marca se impuso así en el imaginario y convirtió a esa zona de Villa Crespo en el barrio de la ropa de cuero.

La empresa había nacido a principios de los años '80 fundada por los hermanos Luis y Nelson Wolfsohn. Ellos confeccionaban las camperas y en temporada de verano las cargaban en el auto para venderlas en la Costa Atlántica. Además, habían instalado un local para venta directa de fábrica la dirección que le dio nombre a la compañía.

"Nosotros ‘creamos' la calle Murillo. Cuando empezamos no había nada ahí y de a poco se fueron instalando más fabricantes de camperas", cuenta Sebastián Wolfsohn, gerente Comercial de la compañía e hijo de uno de los dos fundadores.