En su definición pura, un sistema previsional de reparto se financia con las contribuciones de los trabajadores actuales. Esto es, las prestaciones pasivas de hoy son cubiertas con los aportes de quienes hoy están trabajando en el sistema formal de la economía. Bajo este marco, el envejecimiento poblacional tiene importantes efectos en la sostenibilidad financiera de cualquier sistema de reparto dado que afecta directamente la relación activos (financian) / pasivos (reciben jubilación).

Los países desarrollados, enfrentados a deudas soberanas crecientes, entendieron que el envejecimiento poblacional ya se ha convertido en un factor que impacta negativamente en sus cuentas fiscales y por tal motivo han implementado diversos ajustes sobre sus sistemas de pensiones. Recientemente, países como España, Francia, Italia y Grecia han aumentado la edad de retiro y han congelado las jubilaciones.

Ante esta situación, ¿cuál es el escenario demográfico para la Argentina? Las cifras de Naciones Unidas muestran que, si bien el problema del envejecimiento es menos profundo que en el Viejo Continente, no por ello es menos preocupante. La relación de apoyo potencial (población de 15-59 años/población 60 y más) se ha venido deteriorando, pasando de 8,9% en 1950, a 4,1% en 2010 y se proyecta en 2,3% en 2050. Esto significa que cada vez hay menos individuos en edad de trabajar por adulto mayor.

Para entender la relación entre el envejecimiento y el sostenimiento fiscal del sistema de reparto se presenta a continuación un ejercicio que, si bien no replica el comportamiento del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) tiene como fin presentar un marco conceptual simple para el análisis del tema.

Supongamos que cada año de vida activa representa un año de consumo y que la vida activa (laboral) se extiende de los 20 a los 64 años. La vida pasiva (retiro) comienza a los 65 años tanto para hombres como para mujeres. Si suponemos además que los ingresos son constantes en el tiempo, la relación entre los años promedio laborales y los años promedio en la etapa de retiro nos dará la tasa de contribuciones promedio que equilibra el sistema para una tasa de reemplazo (TR) del 100% (esto es, para que el monto de jubilación igual al monto del salario). Con las tablas de mortalidad de Argentina para 2000-2001 es posible construir la tabla expuesta.

Se observa que la tasa de equilibrio promedio de aportes para obtener una jubilación igual al salario sería del 32%. La realidad es que las jubilaciones son una proporción bastante menor del salario. Para 2011, el haber medio de las jubilaciones y pensiones excluyendo las moratorias fue en promedio cercano a $ 2.000 y la remuneración media sujeta a descuentos jubilatorios fue de aproximadamente $ 3.300, lo que arroja una TR del 61% en promedio. Para mantener esta relación, el aporte de equilibrio debería rondar el 20%. Recordemos que como se trata de un ejercicio teórico, la comparación directa con la situación actual no es directa.

Siguiendo con nuestro ejercicio, estos mismos cálculos para los datos demográficos del período 1990-1992 arrojan un aporte de equilibrio del 18%. Es decir, que para mantener la misma TR, la tasa de contribuciones de equilibrio debería aumentar 2 puntos porcentuales en 10 años sólo por efecto del envejecimiento poblacional. O lo que es lo mismo, para mantener la misma tasa de equilibrio del 18%, a una TR del 61% promedio, la edad jubilatoria debería aumentar 1 año (de 65 a 66 años), lo que significa aportar 1 año más y recibir el beneficio jubilatorio 1 año menos. Una última opción para contrarrestar los efectos poblacionales sería la de reducir los beneficios previsionales. En este ejercicio, se necesita una reducción del 7% en promedio de las jubilaciones, para mantener el aporte del 18% y la edad jubilatoria de 65 años.

En el caso específico del SIPA, además de los recursos tributarios destinados al sistema previsional, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad es una las fuentes adicionales de recursos que permitiría mantener la sustentabilidad (al menos en el mediano plazo) sin afectar ninguno de los parámetros anteriores. Como reflexión, continuar con el proceso de reforma del SIPA exige considerar el fenómeno demográfico, fenómeno que ya está poniendo en jaque a los sistemas previsionales del mundo.