

La presidenta le dio un golpe de timón al barco. Las protestas, el papelón ante las preguntas llenas de sentido común de los estudiantes de Georgetown y Harvard y las poco felices comparaciones con los estudiantes de La Matanza la hicieron pasar una mala semana.
Quiso salir de ese berenjenal. En un monólogo al mediodía, dijo que a los agravios contestaría con gestión.
En esto estoy de acuerdo. El papelón pasó, lo que queda es la gestión. Y en la gestión la presidenta se equivoca mucho.
El kirchnerismo después de 9 años ha roto con un mito de que el peronismo es eficiente y gestiona. Este gobierno, el kirchnerismo en modo 3, el que comenzó con las elecciones de octubre, es tan malo en el fondo como en las formas. Gestiona con mala praxis.
Hay ejemplos concretos y palpables. En energía, transporte y educación, el gobierno actúa sin plan, sin rumbo y ocultando si fracaso.TransporteEn transporte, el kirchnerismo instaló el modelo de negocio para amigos con subsidios públicos. Precios congelados, subsidios a la oferta y baja inversión.
Los subsidios se multiplicaron por 30 en 8 años, pero el servicio no sólo no mejoró en tal nivel, sino que se deterioró incuestionablemente.
Un dato ilustrativo. En la administración de los Kirchner los subsidios a los operadores pasaron de 140 millones de pesos en el año 2003 a 2500 millones en el año 2011.
El promedio de inversión en el transporte público es inferior durante el kirchnerismo (50 millones de dólares por año), que durante el menemismo (70 millones de la misma moneda por año).
Además hay una profunda inequidad en cuanto a la distribución de subsidios. Se recauda en todo el país para financiar sistemas de transporte utilizados principalmente por ciudadanos de Capital y Gran Buenos Aires.
Aquí evidentemente ha habido mucha plata, pocas ideas y menos visión de futuro. En el medio, decenas de accidentes, ciudadanos que viajan hacinados, y la negación a constituir el ECOTAM (Ente de Transporte del rea Metropolitana).EnergíaHasta hace un tiempo, la Argentina se autoabastecía de energía. Este año, sólo por importación de energía que podríamos producir acá tendremos que pagar 12.000 millones de dólares.
Mientras el gobierno tuvo plata, se habló solamente de los negociados, puntos oscuros e inconsistencias en estas operaciones. Ahora no sólo se evidencia el trasfondo ético de la gestión, sino que quedan a la intemperie las incapacidades y errores en el gobierno.
En 2008, cinco años después de la llegada de los Kirchner, la Argentina ya llevaba 10 años seguidos de caída de sus reservas hidrocarburíferas. Pese a eso, hasta 2012 el gobierno se abrazaba con los responsables de Repsol.
Las exploraciones de nuevos pozos durante esta década fueron menos que en los 80 y en los 90. Eso habla a las claras de inhabilidad en los funcionarios del área.
Se decidió avanzar con la recuperación de YPF. La presidenta nombró al frente de la empresa a un reconocido experto en la materia, Miguel Galuccio.
Un par de semanas después, mientras Galuccio buscaba inversores en el exterior que confiaran en la nueva YPF, la misma presidenta publicaba un decreto (1277) con un conjunto de controles y regulaciones sobre las inversiones, precios y ganancias. El decreto es ilustrativo, allí queda expuesta la desesperación por los dólares y la carencia de planificación de mediano y largo plazo.
En materia de gas, el Estado subsidia la importación en lugar de invertir en la producción nacional de los recursos. Eso es demencial.
Aquí, la mala praxis del gobierno no sólo estuvo dada por las oportunidades perdidas -que son muchas y evidentes en un mundo que necesita energía-, sino también por la pérdida sostenida de una posición estratégica como es el autoabastecimiento.EducaciónEn educación el gobierno muestra a las claras que no hay recursos que suplan la falta de ideas. Podemos poner muchos recursos y dilapidarlos o destinarlos con criterio de modo que se exprese en una mejor calidad de vida de los argentinos. Eso, no pasa.
Desde 2002 a la actualidad, creció la cantidad de chicos que no estudian ni trabajan. Este es un fenómeno que cruza a todos los sectores sociales.
Si el modelo implica dejar fuera del sistema educativo y laboral al 20% de los jóvenes, el modelo no sólo no es inclusivo, sino que es regresivo, elitista y potencialmente, una bomba de tiempo social.
Si el modelo dice expresar un Estado activo, presente y protector de los más desfavorecidos, al menos en educación, va en el camino contrario. Eso también es mala praxis.
El problema no es lo que contestó la presidenta en Harvard. Eso en todo caso hace a los modos. El problema es por qué no contestó otra cosa.
No contestó otra cosa porque no puede, porque el gobierno hace agua por todos lados y la gestión no es un cuadro para mostrar en el exterior sino un cúmulo de resbalones para meter debajo de la alfombra.










