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En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) pasó de ser un tema reservado a los departamentos de tecnología a ocupar un lugar central en la estrategia de las empresas. Sin embargo, el entusiasmo inicial no siempre se tradujo en resultados concretos. En la práctica, muchas organizaciones todavía no logran ver un retorno claro de las inversiones realizadas, pese al gasto creciente en licencias y herramientas.
Luis Romero, socio de Digital de BDO Argentina, participó en Cronista Studio Tecnología Protegida, un espacio para debatir cuestiones que preocupan a la mayoría de las compañías. En este caso, explicó que, aunque la tecnología ya es una commodity disponible para la mayoría de las compañías, la aplicación efectiva de la IA sigue siendo un desafío.
"Cuando las empresas empiezan a aplicar IA y a medir el retorno de esa inversión, el panorama se vuelve más espeso", señaló. Según el especialista, mientras su uso personal resulta sencillo e intuitivo, trasladar ese potencial al entorno corporativo requiere planificación, capacitación y cambio cultural.
Romero recordó que hace apenas cinco años la conversación giraba en torno a la transformación digital, la automatización o el uso de datos, pero desde la irrupción de los modelos de lenguaje (LLM), como ChatGPT, el foco se desplazó hacia la promesa de la IA generativa. "Las organizaciones están muy revolucionadas con la IA. La promesa es alta, se invierte mucho en licencias y después cuesta generar un método para obtener un beneficio", sostuvo.
Seguridad de los datos
Además del aspecto económico, la implementación de estas herramientas exige atención en materia de seguridad. "Si uno empieza a subir información sensible de la organización en un modelo que es eventualmente público, este puede usar esos datos para reentrenarse. Hubo muchos casos de información sensible que se filtró a través de modelos de IA", advirtió.
El especialista subrayó que comprar licencias sin un plan determinado no alcanza. "Muchas empresas creen que adquiriendo 50 licencias ya pueden arrancar a implementar IA. Pero no es algo mágico. El principal desafío es cultural, no tecnológico", enfatizó. A diferencia de innovaciones pasadas como la electricidad o la máquina a vapor, la IA interroga directamente las capacidades cognitivas humanas, lo que genera resistencia y temores vinculados al reemplazo o la pérdida de relevancia laboral.
Para revertir esa barrera, Romero insistió en la necesidad de acompañar la adopción con gestión del cambio. "En los proyectos integrales de IA, lo primero con lo que se empieza es la etapa de evangelización. Hay que alfabetizar a las personas: conocer la tecnología, entender para qué sirve y para qué no, y asumir que no reemplaza a las personas, sino que eficientiza los procesos", concluyó.