El paisaje de los barrios más residenciales de la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense cada vez se parece más a los de Lima de la década de los ochenta.
No por la fisonomía de sus construcciones, sino por el sistema de seguridad que cada vez se hace más popular en la Argentina: el cerco eléctrico.
Aunque en la capital de Perú se popularizó el "alambrado" con electricidad para protegerse de las incursiones de Sendero Luminoso y acá se utiliza para detener la ola de robos, el efecto en ambos casos es mantener a los intrusos alejados de las casas.
"La demanda está en plena expansión; todos los días tenemos llamados pidiendo presupuestos y recién tenemos turnos para mediados de febrero", explicó a El Cronista Alejandro Beyer titular de la empresa de seguridad Beyer & Beyer.
"Desde hace cinco años que la demanda de este sistema crece y, básicamente, se debe a que cambió la modalidad delictiva. Antes esperaban a que la casa esté vacía, evitaban confrontar; hoy que mucha gente desconfía de los bancos, los ladrones entienden que hay dinero en las casas y entran cuando están los habitantes y buscan el conflicto", agregó el licenciado en Seguridad Ciudadana de la Universidad de la Policía Federal.
Lo llamativo de este crecimiento es que no discrimina zona. Así es como los cercos eléctricos florecen en barrios de la Ciudad que hasta ayer se mostraban como muy seguros, como por ejemplo Belgrano R; y en zona del conurbano como Quilmes o a metros de la Quinta de Olivos.
Para Beyer, que comercializa cercos, alarmas y cámaras, el alambre perimetral electrificado es uno de los sistemas más eficientes porque "detecta al intruso cuando está en la vereda, no es como la alarma que lo hace cuando ya se encuentran dentro de la vivienda".
Desde otra compañía ubicado en el conurbano bonaerense y que prefirieron el anonimato señalaron que el cerco es "altamente disuasivo porque el ladrón no sabe si el alambrado cumple con las normas IRAM o es un loco que lo conectó a 220 watts".
Este crecimiento exponencial en su uso también se vio reflejado en el alza de los costos.
El aparato al cual se conectan los cables que llevan los 15.000 voltios al alambrado tiene un costo promedio de $ 8000 y alcanza para electrificar entre uno y 500 metros.
El metro de cable de acero inoxidable es más oneroso pero soporta más hoy se comercializa a $ 1000 el metro.
En total, según los especialistas consultados, los propietarios de una casa con un frente de 20 metros debería desembolsar unos $ 15.000.
En 2011 los costos eran otros. Aunque la tarifa eléctrica se mantuvo a raíz del congelamiento, no sucedió lo mismo con los materiales.
El aparato por donde circula la electricidad y que la dirige al alambrado costaba entre
$ 2000 y $ 3000; y el metro lineal de cable cotizaba $ 70.
Pero aunque reparar en gastos a la hora de cuidad una familia no es una prioridad, hay que tener en cuenta algunos aspectos.
Primero, que sea una empresa habilitada y que cumpla con las normas IRAM. Segundo, se debe colocar un cartel cada 10 metros de cerco, para avisar que está electrificado. Aunque todo el mundo supone que una persona no tiene nada que hacer trepada a una reja de más de dos metros.
Pero el punto al que nadie puede estar exento en la Argentina es a los cortes de luz que, en un sistema de seguridad basado en la electricidad, puede generar complicaciones.
Sin embargo, las firmas consultadas explicaron que los equipos contienen una batería interna que en caso de falla del suministro eléctrico, lo respalda por unas 96 horas.