La era K en Aerolíneas Argentinas finalizó formalmente ayer, luego de que Isela Costantini, que hasta fines de 2015 se desempeñó como CEO de GM Argentina, se hiciera cargo de la presidenta de la aérea de bandera.

En su primer día de trabajo la empresaria designada por Mauricio Macri para ponerse al frente de la compañía mantuvo encuentros con su línea gerencial Daniel Maggi, en RR.HH.; Diego García en la gerencia Comercial; Pablo Miedziak en el área Económico Financiera; y Diego Sanguinetti, en Planificación Estratégica de las Operaciones, todos incorporados por la nueva gestión, a quien se suma Christian Landriscina, un camporista que mantiene la gerencia de Producción y Compras que alcanzó bajo el mando de Mariano Recalde.

Los frentes que deberá atacar Costantini no solo no son pocos sino que, además, se espera que las medidas que se deberán tomar para salir a flote pueden generar mal humor. En este sentido, "ajuste" es la palabra que más se intenta evitar, aunque desde el Gobierno se entiende que la estructura en varios aspectos dista de ser la ideal si lo que se intenta es que la línea aérea sea eficiente.

Costantini y su equipo primero encararán un profundo estudio sobre la situación real de la empresa, y luego avanzarán en la gestión.

Por empezar, el principal sustento de Aerolíneas Argentinas durante los últimos años fue el aporte del propio Estado.

Según datos oficiales, desde 2009, la ex presidenta Cristina Fernández le pidió al Congreso que autorice fondos para la compañía por 17.470 millones de pesos, aunque el gasto final luego fue de 25.910 millones de pesos.

Para el año pasado esa partida había crecido un 50%, y de ese total en noviembre ya se había usado casi el 100% del dinero asignado. Por día, el Estado destinó a Aerolíneas cerca de un millón de dólares diarios.

La dotación de trabajadores será sin dudas otro de los aspectos sobre los que la gestión de Costantini se deberá detener.

Durante los últimos años se acusó al Gobierno de transformar a Aerolíneas Argentinas en uno de los bastiones oficiales más importantes a la hora de colocar personal afín al kirchnerismo.

La gestión de Mariano Recalde arrancó en 2009 y por aquel entonces la planta de la línea aérea estaba conformada por cerca de 9000 empleados. Al finalizar su gestión esa cifra superó los 11.000 un incremento del 28%, un crecimiento que quienes ahora son funcionarios del Gobierno siempre se acusó que tenía que ver con un acomodamiento de favores, y no con una necesidad o competencia de quienes ingresaban a la empresa.

Se habla de recortes, pero sobre todo en puestos jerárquicos. Ayer, de hecho, perdió su lugar Sergio García Gómez, un mexicano casado con una referente de La Cámpora y encargado de la planificación de la flota.