A pesar del cuidado y el lavado que se le dedique a los utensilios de cocina, el paso del tiempo deja sus marcas y el reiterado uso de algunos en particular puede conducir a que se oxiden.
Tal es el caso de aquellos productos hechos de cobre, uno de los materiales que predominaba en la antigua cocina y que al día de hoy resultan muy valiosos por su perdurabilidad con el paso de los años.
Para limpiar estos objetos no es necesario desembolsar grandes sumas de dinero por costosos productos. Devolverles el brillo es posible a partir de tres trucos caseros que sólo requieren buscar ciertos elementos que suelen encontrarse en los hogares.
¿Cuáles son los tres trucos caseros para limpiar las ollas?
1. Bicarbonato de sodio
El primer método, y que ha demostrado ser efectivo para otros productos, consiste en mezclar una cucharada de bicarbonato de sodio en un litro de agua, hervirla en un recipiente grande y apto a la exposición del calor y sumergir las ollas de cobre.
Dejarlas en el líquido hirviendo durante unos 20 minutos y al retirarla, lavarla con agua. Será necesario al mismo tiempo secarla con un paño que no tenga efectos abrasivos.
2. Zumo de limón
La combinación del jugo exprimido de un limón con el bicarbonato de sodio también es efectivo en la remoción de manchas y suciedad de estas cacerolas.
Concretamente, este método casero está recomendado para aplicarse en aquellas sartenes que no cuentan con capa de barniz. En estos casos, se aconseja una esponja para frotar la mezcla sobre el objeto.
3. Vinagre blanco
En el caso de este ingrediente que suele ser utilizado para condimentar ensaladas, puede adquirir un segundo uso relacionado a la limpieza.
De la misma manera que con el zumo de limón, su combinación con el bicarbonato de sodio potencia su capacidad desengrasante, logrando remover hasta las manchas más difíciles y devolviéndole el brillo perdido.
La forma de llevar a cabo este truco es a partir del agregado de dos cucharadas de vinagre blanco con bicarbonato, añadir la mezcla a la superficie de los recipientes y esparcirlo con algodón o esponja de celulosa. Posteriormente, se deberán quitar todos los restos que hayan quedado de la pasta.