

Mientras el mundo observa con cautela la creciente tensión entre China y Estados Unidos, el conflicto se traslada a un terreno menos visible, pero igual de estratégico: la cadena de suministro nuclear. Washington comenzó ya a aislar a Pekín del comercio internacional de materiales clave para el desarrollo energético, y en el proceso, está redibujando el mapa geopolítico del sector nuclear.
Aunque no hay indicios de una guerra armada inminente, sí existe una nueva "guerra fría energética". Así lo demuestra la presión comercial de EE.UU., sus alianzas estratégicas y la exclusión deliberada de China de negociaciones nucleares clave, lo que genera una fractura en la industria y refuerza bloques rivales.

La energía nuclear como nuevo frente de poder
La Conferencia Mundial sobre la Cadena de Suministro Nuclear, organizada por la Asociación Nuclear Mundial, refleja este nuevo reacomodo.
Marzena Czarnecka, ministra de Industria de Polonia, abrió había subrayado en mayo pasado la importancia de fortalecer la cadena global. Y Sama Bilbao y León, directora general de la Asociación, fue clara: "El apoyo sin precedentes a la energía nuclear como tecnología esencial ha enviado una clara señal a la industria para que amplíe el despliegue de proyectos nucleares".
Este llamado responde a un contexto marcado por la presión comercial. EE.UU. impone nuevos aranceles y sanciones, afectando importaciones clave como el uranio ruso, destacan en la Asociación Nuclear Mundial o World Nuclear Association, WNA .
La especialista Elina Teplinsky advirtió: "Todos los eslabones son vulnerables a medidas comerciales y aranceles que pueden tener repercusiones transfronterizas".

EE.UU. lidera la reconfiguración, China queda fuera
Washington inició negociaciones con 17 socios comerciales clave, deliberadamente excluyendo a China, para flexibilizar el intercambio de materiales estratégicos, como lo explicó Ata Akiner: "Seguir de cerca estas conversaciones y prepararnos para responder es crucial", se conoció desde la WNA.
Mientras tanto, se estima una inversión de "2 billones de dólares durante los próximos 15 años para expandir la cadena de suministro nuclear global", lo que consolida a EE.UU. como potencia dominante en este terreno.















