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Un estudio reciente presentado en California, durante la reunión anual de la Asociación Americana del Corazón, reveló que comer rápido aumenta cinco veces el riesgo de padecer síndrome metabólico.

La clave radica en el tiempo que le damos a nuestro cerebro para procesar la información. Cuando devoramos nuestro plato, no le damos la oportunidad a nuestras neuronas de registrar que estamos llenos, lo que nos lleva a comer en exceso sin percatarnos.

Por el contrario, masticar y tragar con tranquilidad nos permite disfrutar de la comida, saborear sus matices y, lo más importante, reconocer las señales de saciedad.

Comer rápido aumenta 5 veces el riesgo de padecer esta enfermedad

La investigación, liderada por el cardiólogo Takayuki Yamaji de la Universidad de Hiroshima, siguió a 642 hombres y 441 mujeres inicialmente considerados saludables en 2008, con una edad promedio de 51 años.

Los participantes se dividieron en tres categorías según su velocidad de consumo: rápida, moderada y lenta.

Durante el período de seguimiento de cinco años, se observó que el11.6% de aquellos que comían más rápido desarrollaron síndrome metabólico, una proporción significativamente mayor en comparación con el grupo de ingesta moderada (6.5%) y el grupo de ingesta lenta (2.3%).

Comer sin prisa: la clave para una vida más sana

La velocidad a la que uno consume los alimentos no solo está vinculada con la cantidad que ingiere, sino también con el riesgo de desarrollar síndrome metabólico.

En esta línea, Takayuki Yamaji subrayó la importancia de comer de manera pausada como un hábito fundamental para prevenir enfermedades.

"Cuando las personas consumen alimentos a gran velocidad, es común que terminen consumiendo en exceso debido a que no perciben la sensación de saciedad de manera inmediata", explicó. "Este fenómeno se debe al lapso de aproximadamente 20 minutos que el cuerpo necesita para enviar señales al cerebro indicando que está satisfecho".

El consumo rápido también puede desencadenar variaciones bruscas en los niveles de glucosa en sangre, lo que potencialmente puede desembocar en resistencia a la insulina.

Atención plena a la hora de comer

En su libro Saborea: comer y vivir con atención plena, el reconocido maestro zen Thich Nhat Hanh y la doctora Lilian Cheung nos invitan a conectar con el placer de comer.

Uno de los ejercicios más destacados es la "meditación de la tangerina". En este enfoque, Thich Nhat Hanh nos guía para saborear la fruta con una atención plena, conectándonos con todo el proceso previo en la naturaleza que la hizo posible, así como con el esfuerzo de aquellos que la cultivaron y transportaron hasta llegar a nuestra mesa.

Pasos para una meditación cítrica

  1. Elige una tangerina. Busca una que te llame la atención, por su color, aroma o textura. Obsérvala con detenimiento.

  2. Agradece el regalo. Reconoce la abundancia de la naturaleza que te brinda este fruto. Imagina el árbol donde creció, la tierra que lo nutrió y el sol que lo maduró.

  3. Pelala con atención. Presta atención a la textura de la cáscara, su aroma cítrico y el sonido que produce.

  4. Lleva un gajo a tu boca. Siente su peso en tu mano, su frescura y temperatura.

  5. Saborea cada bocado. Disfruta de la explosión de sabor en tu boca. Cierra los ojos y concéntrate en la experiencia sensorial.

  6. Agradece cada instante. Agradece la oportunidad de disfrutar de este alimento nutritivo.