Los antecedentes de ballottage en la región muestran que son muy pocos los casos en los que el candidato más votado en la primera vuelta no logra alcanzar la presidencia. Sin embargo, los escenarios varían fuertemente de un caso a otro. Son numerosos los ejemplos en los que uno de los postulantes obtiene una cifra menor pero cercana al 50% (sólo en la Argentina se necesita el 45% para evitar la segunda ronda) y debe competir con quien cuenta con un 25% o 30% de las preferencias. En esos casos, que son la gran mayoría, no se registran antecedentes, en presidenciales regionales de los últimos 25 años, de derrotas de los más votados.


Distinto es cuando hay elecciones más parejas en los que los porcentajes de todos los candidatos son menores al 40%. Allí es donde se produjeron algunas segundas vueltas con reversión del resultado inicial. Ocurrió una vez Uruguay, una en Colombia, una en Ecuador y dos veces en Perú.


Otro elemento importante es la fortaleza de los partidos políticos en competencia, ya que las mayores sorpresas se dan en contextos de fuertes crisis de representación. Brasil utiliza el sistema desde 1989 y nunca sucedió que quien ganó en la primera perdiera en la segunda vuelta, incluso Dilma Rousseff que en 2014 pudo imponerse por el exiguo margen de 3%.


Luiz Inácio Lula da Silva podría considerarse "el rey del ballottage". El ex presidente brasieño compitió en cinco elecciones presidenciales, de las cuales tres fueron a segunda vuelta. Las últimas dos, contra José Serra en 2002 y contra Geraldo Alckmin en 2006, se caracterizaron por ser históricas y contundentes. En ambas arrasó con 60-61% de los votos tras quedar a 2 o 3 puntos del 50% en las primeras vueltas. El más llamativo, sin embargo, fue el ballottage de 1989. En esa oportunidad Lula cosechó apenas 17% de los votos en primera vuelta contra 30% de Fernando Collor de Melo y terminó perdiendo en segundo turno, pero con un 47% de los sufragios, 30 puntos arriba.


Chile es otro caso paradigmático en el que quien gana en la primera luego revalida. El caso más parejo se dio en la contienda entre el socialista Ricardo Lagos y el conservador Joaquín Lavin, en 1999, cuando la paridad en primera ronda (48% a 47,5%) apenas se quebró luego (51,3% a 48,7%).


En Uruguay hubo varias doble vueltas, pero sólo en un caso se revirtió el resultado inicial. Fue en 1999, cuandos e enfrentaron Jorge Batlle del Partido Colorado y Tabaré Vázquez del Frente Amplio. Aunque Batlle había quedado en la primera vuelta 7,5 puntos abajo de Tabaré (32,5% vs.40%), una alianza con los blancos (Partido Nacional) le permitió alzarse con la presidencia con el 54% de los votos. En los otros dos casos, tanto José Mujica en 2009 como Vázquez en 2014 revalidaron títulos por amplio margen.


El ejemplo más cercano pero significativo como antecedente para el caso argentino, por los porcentajes, se dio en Colombia en 2014. Allí el actual presidente Juan Manuel Santos pudo dar vuelta la elección que lo dejó segundo en el primer parcial. Remontó el 25,7% hasta el 50,9%. Su rival uribista, Oscar Zuluaga, logró sólo el 45% luego de ganar con el 29,25% la primera ronda.


Dos casos llamativos se dieron en el tumultuoso Perú de los 90 y 2000. Uno de ellos fue la estrepitosa derrota que sufrió en 1990 el escritor Mario Vargas Llosa quien sólo sumó un 5% para pasar del 32% al 37%, y quedó muy lejos del ascendente Alberto Fujimori quien pasó del 29% al 62%.


El otro tiene como gran protagonista al dos veces presidente peruano Alan García, quien llegó a la segunda vuelta en el año 2006 seis puntos debajo de su rival Ollanta Humala (24% a 30%) y logró una sorpresiva victoria en ballottage con el 52% de los sufragios.


Otro caso de reversión del resultado de primer turno tuvo lugar en la problemática Ecuador del 2006. Luego de una serie de gobiernos fallidos, el actual presidente Rafael Correa logró el poder luego de una magra primera vuelta donde obtuvo el 23%. Su rival Álvaro Novoa llegó al 27%, pero en segundo turno perdió 56% a 43%.