"Observo que no hay ninguna objeción", señaló minutos atrás Laurent Fabius, ministro de Relaciones Exteriores francés y presidente de la COP21, antes de bajar el martillo. Los aplausos que siguieron duraron minutos y, en más de un caso, estuvieron acompañados por lágrimas. No es para menos. El acuerdo climático global que la comunidad internacional tanto ansiaba fue finalmente adoptado después de 12 días de intensas negociaciones.
Si bien el acontecimiento se dio más de 24 horas después de lo pautado por la presidencia francesa, el texto resultante es, en palabras de numerosos expertos, tan ambicioso como se podía esperar.
En este sentido, es de destacar que este fija en "muy por debajo de 2°C por encima de los niveles pre-industriales" al límite para el aumento promedio de la temperatura global, pero "persiguiendo esfuerzos" por que este no supere 1,5°C".
Paralelamente, el acuerdo parisino establece una meta a largo plazo que busca llegar al punto más alto de emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible y alcanzar la neutralidad en la segunda mitad de este siglo. En vías de lograrlo, los 195 países que aquí se reúnen se comprometen a esfuerzos progresivos, a través de sus planes de acción climática nacionales, que serán sometidos a una revisión cada cinco años, comenzando en 2023, para ajustarlos a los cambios globales que puedan presentarse e incrementar su ambición.
En cuestión de financiamiento, uno de los más discutidos antes y durante los procesos de negociación, el texto reitera el compromiso que adoptaron los países desarrollados en 2009 de sumar al Fondo Verde del Clima un piso de US$ 100 mil millones por año hasta 2020 (algo que, por el momento, no fue cumplido) y lo expande hasta 2025, año en los países fijarán una nueva meta.